La victoria en sets corridos sobre el español David Ferrer en la segunda y última exhibición de la Copa Peugeot, estuvo acorde para el mejor cierre del espectacular año de Juan Martín Del Potro.
Fue un 6-4 y 7-5 en el Polideportivo Islas Malvinas, colmado, el escenario más cercano a su Tandil natal, hilvanando el segundo triunfo tras el primer duelo en Tortuguitas el día anterior.
Hubo todo lo que tiene que haber en una exhibición, desacartonamiento, elogios del punto contrario y el dejar jugar a dos niños corriéndose a un segundo plano.
Parece tener algo que ver ese estado de tranquilidad y disfrute con la vuelta inmejorable que tuvo Del Potro con el tenis tras una lesión con una serie de operaciones que parecía derivar en el fin de su carrera como tenista.
La medalla de plata, con ribetes dorados por haberle ganado al número 1 del mundo de entonces, Novak Djokovic, en los Juegos de Río, la victoria sobre el sucesor del serbio en el top 1, el escocés Andy Murray en Glasgow y el título en la Copa Davis fue una sucesión difícil de imaginar ante tanta dura que disparó la vuelta al ruedo.
Ahora se despidió del año y del público argentino con dos exhibiciones, la última en un escenario que tornó festivo para el tenis, enterrando aquella tristeza que significó la final de la Davis 2008.
Del Potro también lo logró.