Salidera.
Sustantivo femenino que viene del periodismo gráfico. Se utiliza especialmente para los atracos que se cometen cuando alguien sale de un banco con una suma de dinero, entonces se le adjunta el adjetivo "bancaria".
El delito fue muy importante en Mendoza entre las décadas de los 90 y hasta hace unos cinco años. Luego, a partir de medidas de seguridad adoptadas especialmente por los bancos, decreció. En muchos casos, las salideras bancarias terminaban con heridos de bala o directamente personas asesinadas (ya sean delincuentes o víctimas).
En el Código Penal, la salidera es, en los más de los casos, un "robo agravado por el uso de armas" (cuando se usan armas) o "hurto" (cuando se trata de un arrebato).
Entradera.
Sustantivo. Es, como se puede sospechar, lo opuesto a "salidera": también son neologismos ya que de momento no existen en la RAE.
Con los años, la "entradera bancaria" mutó en los golpes en que los ladrones sorprenden a sus víctimas cuando están ingresando a sus viviendas.
De acuerdo con la investigación -no demasiado profunda- hecha para este artículo, "entradera" aparece como "entradera bancaria" por primera vez en un diario el 2 de febrero de 2007 y bajo el título "Le roban 4 mil pesos en una entradera bancaria"; ese diario era Los Andes.
Luego de hurgar en los buscadores de periódicos como La Nación, Clarín, y los más importantes del país, se llegó a la conclusión (no tajante pero cercana) que fue este diario el primero que usó la palabra en la sección Policiales, a menos que se demuestre lo contrario. Se trata de un robo agravado.
Mecheras.
En un sentido biológico, las "mecheras" son como los insectos antidiluvianos: por más que se los combata, siempre se las arreglan para subsistir y así siguen existiendo. Se las define como aquellas mujeres que roban ropa en baja escala, en tiendas.
Se mueven en el microcentro y las casas de ropa y los supermercados son sus blancos favoritos. Sus víctimas se modernizan con alarmas, más personal de seguridad, con cámaras filmadoras pero las ladronzuelas a su vez también modernizan sus métodos y piensan dar batalla hasta el final.
Ese mundo del raterismo en las casas de comercio del Centro es curioso: casi todos las conocen. Los guardias de seguridad, los empleados antiguos, algunos policías, saben bien quiénes son las mujeres que delinquen con este tipo de metodología.
En el Código Penal, se trata de hurtos simples (aunque pueden ser agravados cuando rompen las alarmas adheridas a las prendas).
Boquetero.
Sustantivo masculino. Proviene de boquete, que es una entrada estrecha a un lugar. En la jerga policial, es hacer un agujero en un techo o una pared para entrar a robar.
Antiguamente en la prensa se lo llamaba "estilo Rififí", en referencia a la película francesa "Rififí" (1955, dirigida por Jules Dassin) en la que el protagonista -un ladrón astuto- lleva adelante un golpe a una joyería de París después de hacer un agujero en el techo, introducir un paraguas cerrado y abrirlo para llevarse las joyas. Hoy pocos periodistas lo usan (uno de ellos es el prestigioso cronista rojo Eduardo Luis Ayassa).
En el Código Penal, el robo mediante un boquete se puede llamar "robo calificado por escalamiento".
Pirata del asfalto.
Es un neologismo. Remite al modus operandi de los piratas de mar, quienes abordaban embarcaciones para saquearlas. El término también viene de la prensa. Y en Argentina tiene sus orígenes en atracos que hacían organizaciones sociales a fines de los '60.
Un caso paradigmático fue el robo a un camión de la empresa Grafa en octubre de 1966, cuando doce personas en tres autos rodearon al rodado en el barrio de Flores y le quitaron miles de frazadas y ropa de cama que después repartieron entre la gente de una villa ubicada detrás de la cancha de Huracán de Parque Patricios.
Por los diarios, una fracción de la Juventud Peronista se adjudicó el hecho, al que llamaban "robo social". Después, de acuerdo con algunos historiadores, muchos de aquellos saqueadores dejaron de trabajar para esas organizaciones y con sus conocimientos se dedicaron a llevar a cabo ese método para beneficio propio. Es un delito complejo que funciona al día de hoy. Es complejo porque necesita de logística, dinero, inteligencia y un comprador previamente acordado para dejarle la mercadería de inmediato.
En el Código Penal puede llamarse "robo agravado en poblado y en banda". Y cuando secuestran al chofer del camión se le puede anexar la "privación ilegítima de libertad".
Motochorro
. Sustantivo masculino. Los delincuentes en motos son tan viejos como estos vehículos, pero se le adjudica a la Colombia del narco Pablo Escobar (décadas 80 y 90) ser la cuna del uso de este medio de movilidad para el delito con la aparición de los sicarios, quienes mataban a rivales desde las motos: uno manejaba y el otro disparaba.
En Argentina no hay muchos casos de este tipo de sicarios, pero sí de aquellos que cometen un atraco con la metodología, que consiste en que el acompañante se baja, hace el asalto y vuelve rápidamente al asiento trasero de la moto con el botín en su poder para después huir. Los motochorros tienen a su favor el movilizarse en un medio de locomoción ágil y en usar casco, que les sirve para taparse el rostro.
En Mendoza son un dolor de cabeza al día de hoy. En 2006 hubo una iniciativa para que aquellos que anduvieran en moto por el microcentro llevaran una pechera flúo con el número de la patente de la moto, pero no prosperó. En el CP lo que hacen los motochorros va desde homicidios simples, robos agravados o simples hurtos.
Crimen pasional.
Es una construcción gramatical. Históricamente, en el periodismo, se usó para simplificar el móvil de un asesinato vinculado -en los más de los casos- con un marido celoso que mataba a su mujer o a un amante de ésta.
Con el paso de los años, y el crecimiento en cuanto a la noción del problema de la violencia de género, el "crimen pasional" fue vapuleado: "la pasión no mata", bramaban desde las organizaciones contra violencia de género. A tal punto que ese tipo de casos (el hombre que mata a la mujer) está tipificado en el Código Penal como "femicidio", un término que hasta no hace mucho directamente no existía. Desde esas organizaciones se envían a los medios guías para que la prensa trate bien este tipo de casos violentos.
Cuento del tío.
Es una sencilla estafa. Una de las versiones históricas se remonta a la década del 40, cuando pequeños estafadores se ganaban la confianza de sus futuras víctimas apelando a que eran conocidos de algún tío de éstas: "vengo de parte de su tío..."; "yo conozco a su tío...", eran las frases para hacer entrar al estafado.
En las seccionales, cuando ocurría la denuncia, los policías decían: "huy, otra vez le hicieron el cuento del tío". Los policías le pasaron el término a la prensa y, hoy por hoy, a cualquier estafa de ese tipo se la denomina "cuento del tío", por más que la palabra tío ni aparezca. Para el Código Penal se trata de una estafa simple.
Gatillo fácil.
Se considera un solo término. Hace referencia básicamente a los casos en que efectivos policiales matan a alguien desvalido o inocente y que después se trata de hacerlo pasar -a las autoridades o a la prensa- de otro modo (como un enfrentamiento o como legítima defensa, entre otras modalidades).
Es muy común en las policías de Argentina y de toda Suramérica. Mendoza no es la excepción y el año pasado se registraron tres casos que podrían encuadrarse en ese subgénero de homicidio que tiene como particularidad la participación del Estado. En el Código Penal es un homicidio agravado por el arma y por tratarse de un agente del Estado.
Pibes chorros.
Se lo considera una sola palabra. Son ladrones de corta edad provenientes de las villas de emergencia. Hijos directos del descalabro social que dejó el menemismo, son violentos y andan armados. No tienen estudios y aman la cumbia villera (de hecho hay una banda que se llama Pibes Chorros), cuyas letras grafican su problemática social. Visten de modo similar (buzo, gorrita y zapatillas caras).
Son estigmatizados por la prensa. Y odiados en las cárceles por los ladrones viejos, quienes les achacan que "no tienen códigos". Son la mayoría de la población hoy de las prisiones argentinas.
Arbolito.
Más que una tipología de delincuentes son sujetos que aparecen cuando el país tiene problemas con el dólar oficial. Es un término básicamente nacional y nació en el microcentro porteño, a fines de la década del 70 (la época llamada de la "plata dulce") con hombres que se quedaban parados en la city porteña y ofrecían dólares en el mercado negro a los transeúntes.
Hoy volvieron a estar presentes -en Mendoza se los ve en San Martín y Catamarca, a partir de las restricciones al dólar. El término viene de estar parado y de comerciar billetes verdes. No se los considera delincuentes.