A la misma hora que Rafael Nadal cedía el primer set y su futuro en el US Open era incierto, Juan Martín Del Potro disfrutaba de una cena con su equipo de trabajo y sus amigos, pese a que luego de la victoria frente a Isner había dicho que las salidas y las caminatas por Nueva York se las dejaba a su "barra", porque él prefería quedarse en el hotel.
Se nota que lo convencieron y Delpo salió a disfrutar. En una larga mesa se juntaron sus 12 amigos -la mayoría de Tandil y compañeros del colegio San José- y su equipo de trabajo, que comanda su entrenador, Sebastián Prieto.
"Con tal de no laburar, mirá lo que hacen para estar acá. Hicieron un gran esfuerzo, la verdad, y para mí es muy especial. Estoy muy agradecido y es una experiencia única", contó Delpo en el Arthur Ashe, cuando las cámaras enfocaban al palco en el que estaban sus amigos.
"Puede ser muy peligroso estar con ellos por las calles ahora. Ya tendremos tiempo. Lo importante es el esfuerzo que hicieron para estar acá, los viajes, los hoteles y las cervezas. Ahora quiero disfrutar y celebrar con ellos", agregó. Y cumplió.
Este jueves servirá para que tanto Del Potro como Nadal -que batalló durante casi cinco horas con Dominic Thiem- recuperen sus físicos para la semifinal del viernes, a las 17 (las 16 en Nueva York), cuando se defina al primer finalista del último Grand Slam del año.
El historial favorece al número 1 del mundo (11-5) aunque el argentino no pierde la ilusión: "Perder con Nadal en un Grand Slam es bueno y malo. Si toca perder es mejor hacerlo ante jugadores como ellos, que son los que ganan los torneos y hacen historia, y uno no pierde con un rival de menor nivel".
Además de un triunfo histórico, Delpo se juega la posibilidad de quedar más cerca del segundo escalafón del ranking, tras la eliminación de Roger Federer. Si el tandilense gana por segunda vez este Grand Slam, quedará a 120 puntos del suizo.
La banda del argentino en Nueva York no para de alentar
