Del modo teatro al modo argumento

Del modo teatro  al modo argumento

Cuando los paros nacionales pierdan su fuerza para cambiar políticas de gobiernos y desgastarlos hasta su destitución, habremos iniciado una nueva era nacional.

El radicalismo ha oscilado dentro de un juego polar que ha ido del misticismo moral de Irigoyen al liberalismo económico de Alvear, de la retórica ética de Balbín al pragmatismo desarrollista de Frondizi - transcurrida la eficiencia de Illia, creciendo al 10% anual -, del discurso republicano keynesiano de Alfonsín al capitalismo "nerd" de de la Rúa. Así agotó su crédito en la sociedad. Siempre sosteniéndose en su esqueleto territorial;  también indiscutidamente  republicano y  democrático.

Con la excepción de Alvear, todos se fueron antes de cumplir su mandato: Irigoyen destituido por el fascismo nacionalista católico y los demás, desgastados hasta ser destituidos, con la ayuda del sindicalismo, la columna vertebral del peronismo; mediante paros nacionales.

Al iniciar el siglo XXI... Los adeptos a los gobiernos del matrimonio kirchner no tienen consuelo. Únicamente les queda el negacionismo, o el escepticismo; con la única defensa de atribuirles a los demás el cinismo propio. De abandonar el fanatismo, transitando el camino intelectual del pensamiento crítico, procesarían sus contradicciones. Sufrirán un bajón: despertarse del relato. Viven un mito auto referencial  sin paradoja, porque sus interpretaciones no confrontan la realidad.. Renunciaron a la información: destruyendo el INDEC arrojaron el GPS, la brújula y el teodolito. Las acusaciones solo reafirman su fe.

Nostálgicos del orden perdido militan la restauración del antiguo régimen; mezcla de eclesiásticos y aristócratas resentidos por el nuevo orden de la revolución francesa. La analogía no es azarosa, también explica la afinidad del peronismo con aquel Rosas que ansiaba un mundo regido desde el vaticano por el vicario de Cristo; la Nación Católica del nacionalismo historiador revisionista. Pero, aggiornados con un barniz pseudo marxista, como el de Felipe Pigna, el revisionista del Bicentenario K.

Eso explica su descreimiento del republicanismo. Desprecian a los "burgueses", como portadores de  banderas ñoñas: derechos individuales, moral pública, anti nepotistas,  prensa libre, sin propaganda estatal, etc.: "típico de la amorfa clase media". Entendiendo por morfológicamente bien formados a los pobres; más vulnerables a la manipulación. El análisis de este fenómeno, hoy encasillado como populismo, debería ser tarea de arqueólogos.

Ambos populismos, izquierdistas o derechistas, gambeteando al republicanismo, cierran el círculo y se tocan. Pero se actualizan a cada crisis, cumpliendo con los ciclos repetitivos del "corsi e ricorsi" de Vico. Fundamentalmente dada la subconsciencia cultural de un modo interpretativo de la historia adicto a los mitos,  sin pensamiento crítico.

Participes  del Tercer Mundo, interpretaban que el libre comercio los sometía a la condena de la pobreza. Cuando el libre comercio cundió y  esa  globalización conllevó la pérdida de empleo a Inglaterra y EEUU, aplaudieron eufóricos esas malas consecuencias, diciendo: "Vieron como necesitan del proteccionismo"; por eso algunos (Moreno) consideran peronista a Trump. En los setenta culpaban de su subdesarrollo a la globalización. Pero - viendo cómo se quejan los imperios  (a través de Trump, del Brexit y demás)  del crecimiento exponencial de algunos de aquellos antiguos tercer mundistas, hoy globalizados - ahora ven el fenómeno Trump como responsabilidad de los norteamericanos desocupados,  que lo votaron.

Mi interpretación es que generalmente los hombres (y las mujeres) prefirieron ver gestos a oír argumentos. Y Trump, como Hitler, Castro y los líderes carismáticos en general, adoptan posturas teatrales. En el caso de Mussolini y de Trump, casi sublimes. Ya se sabe que de lo sublime a lo payasesco hay un milímetro; EEUU eligió presidente a un fascista;  aunque con un sistema vigente de cotejo y balance como antídoto, que muestra síntomas de caerse (recientemente modificaron las reglas para elegir jueces a la Corte Federal) flexibles al gobierno de Trump.

Mientras tanto…, los argentinos intentamos cambiar del "modo teatro" al "modo argumento"; ojala nos acontezca el cambio cultural: sentir, pensar y actuar como republicanos. Dijo Giovanni Sartori, "En Argentina nunca derrotaron al fascismo". Ojala estemos asistiendo a la agonía necesaria para su capitulación.

Si así fuera, estaríamos ante la inminencia de una novedad  histórica, más que de una noticia periodística.

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