Hace unas semanas concluyó en nuestra Capital el VII Congreso Argentino de Tecnología Espacial (CATE), organizado por la Asociación Argentina de Tecnología Espacial (AATE) y la Universidad Nacional de Cuyo, con el auspicio del Consejo Profesional de Ingeniería Aeronáutica y Espacial.
El encuentro, inédito en América Latina, fue considerado como un destacado acontecimiento de la ciencia, que tuvo por objeto principal reunir a los profesionales argentinos y de otras partes del mundo que trabajan en el sector espacial para intercambiar experiencias sobre proyectos que se realizan, profundizar acuerdos de intercambio y coordinar tareas sobre trabajos en conjunto que llevan a cabo diferentes entes, organismos e instituciones.
De hecho, buena parte de las propuestas planteadas por los responsables de la organización se cumplieron y quedaron plasmadas en las conclusiones de la reunión.
Uno de los legados que se puede extraer de la reunión internacional fue confirmar que en Mendoza se encuentran las condiciones para generar investigaciones, desarrollos y aplicación concreta en materia de tecnología espacial. La provincia dispone de la masa crítica y la materia gris, no sólo a nivel de protagonistas, sino a nivel de matriz educativa.
Las diversas facultades de la Universidad Nacional de Cuyo están en condiciones de proveer el entramado institucional que contenga y proyecte los desafíos en materia astronáutica.
Es procedente destacar al respecto que tanto el Centro Atómico de Bariloche, como el Instituto Balseiro, dependen orgánicamente de la universidad nacional creada en 1939.
Si esta institución aloja al think tank (laboratorio de ideas) del desarrollo nuclear del país, nada impediría que sea también contenedora de un programa espacial mendocino, acorde a las posibilidades locales.
Una segunda consecuencia del CATE fue descubrir el semillero, provisto incuestionablemente no sólo por los alumnos de grado de las distintas carreras "duras" y "blandas" de las facultades del medio, sino por estudiantes secundarios; aquellos en quienes comienza a encenderse la llama sagrada de la vocación.
Cabe destacar al respecto la revelación que constituyeron los alumnos de sexto año de la escuela 4-106 "IV Brigada Aérea", quienes participaron del CATE e interactuaron, increíblemente, de igual a igual con los distintos disertantes presentes. Esa juventud sólo necesita hoy el timón gubernamental que la canalice hacia su destino.
Un tercer aspecto a destacar del CATE fue la propuesta inmediata de motorizar 4 proyectos de investigación y desarrollo concretos, a ser ejecutados en conjunto por la UNCuyo, la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas, la Asociación Argentina de Tecnología Espacial y el Consejo de Ingeniería Aeronáutica y Espacial.
Esas iniciativas están vinculadas a sensores remotos e identificación de imágenes satelitales, cateo atmosférico y telemetría, cohetería, propulsantes y cargas útiles, teledetección radar y recuperación de sondas.
El cuarto aporte de la reunión se resume en el futuro organigrama de Mendoza. Si antes del congreso se venía hablando seriamente de la necesidad de constituir una Dirección Provincial de Aeronáutica (que funcionó desde 1961 hasta setiembre de 1996), es claro que a partir de la reunión de los 3 días de mayo, esa dirección, de concretarse, debería ser también aeroespacial.
Finalmente solamente transmitir una duda que surge al considerar la sede utilizada. Por supuesto que es loable que Filosofía y Letras haya cedido generosamente su edificio para el encuentro, pero nos parece más lógico que su realización se hubiera efectuado en Ingeniería, por la notoria vinculación de las metas de la reunión con los estudios técnicos que se llevan a cabo en esa unidad académica.
Lo que nos dejó el Congreso de Tecnología Espacial
La reunión sobre tecnología espacial en Mendoza deja abiertas varias posibilidades de investigación y desarrollo en materia astronaútica en nuestro medio. Un camino que deber ser muy tenido en cuenta por las autoridades.
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