Dejar de fumar, ¿misión imposible?

Los especialistas aseguran que si bien la decisión implica un desafío temporario, los beneficios reales en la salud física y psicológica no tardan en aparecer. Algunos consejos para lograr la meta.

Dejar de fumar, ¿misión imposible?
Dejar de fumar, ¿misión imposible?

Julieta (27) asegura que éste no es el momento de tomar la iniciativa. Hace poco, una mala noticia irrumpió la paz en su familia y desde entonces ella siente un vacío que sólo logra calmar cuando se toma unos minutos, enciende un cigarrillo y sin más, lo fuma.

Aún sabiendo los perjuicios que esta adicción ocasiona en su salud, Fernando (34) ha decidido extender por tiempo indeterminado la decisión de abandonar el tabaco. “Tengo exámenes en la facultad casi todos los días. Por ahora, no pienso dejarlo”, comenta mientras exhala el humo.

Tan variadas y particulares como cada persona, las situaciones por las cuales los fumadores argumentan estar aferrados al cigarrillo guardan entre sí un denominador común. Se trata de episodios donde persiste un factor emotivo (o varios combinados) que impulsa o más bien, busca justificar la acción.

Así, al atravesar un momento de intranquilidad, angustia, crisis, ansiedad, tristeza, euforia o simplemente por la necesidad de sentirse acompañado/a o aceptado/a por parte de otros, muchos de los que han intentado alejarse de la adicción suelen declinar en su decisión.

¿La respuesta? De acuerdo a la explicación de expertos en diferentes áreas de la medicina, el hecho de que en el cigarrillo se busque una vía de escape o una forma de encontrar un alivio ante el dolor está relacionado a factores físicos, psicológicos, sociales y conductuales que requieren de un abordaje integral, siempre partiendo de la base de que el principal motor para combatir la adicción es sin lugar a dudas, la motivación personal.

El doctor Raúl Lisanti es jefe del servicio de Neumonología del hospital El Carmen, donde se reciben entre quince y veinte personas que buscan la cesación tabáquica por semana.

Explica que en realidad, la persona que fuma lo hace debido a que -como es sabido- el tabaco genera adicción.

Uno de los componentes más adictivos que tiene, entre más de 4 mil sustancias nocivas para la salud, es la nicotina. Ésta tarda sólo quince segundos en ser asimilada en el organismo humano.

El sistema nervioso central recibe un estímulo placentero (la nicotina actúa sobre la dopamina, que es un neurotransmisor) y la persona siente una aparente calma. Pero lo cierto es que en realidad, lo que se hace con esto es controlar el síndrome de abstinencia. Inclusive, el estado de depresión, nerviosismo o ansiedad, se ve exacerbado a nivel orgánico aunque la sensación sea otra, alerta Ramón Alchapar, jefe del servicio de Neumonología del Hospital Lencinas.

“Cada vez se necesita más sustancia sobre los receptores del sistema nervioso para sentir que actúa. De esto se trata la adicción; mientras más dependencia tenga la persona, más complejo será el proceso para dejar de fumar”, señala Lisanti y recuerda que el tabaquismo es “un gran negocio mundial que ha subsistido gracias a la publicidad”.

Si bien en la actualidad hay una mayor cantidad de personas que manifiestan su intención de abandonar esta dependencia, las estadísticas a nivel país muestran una incidencia de hasta 30 por ciento en el total de la población. Se considera además, que dos tercios de los fumadores recaen en sus intentos por abandonar el cigarrillo, en tanto que por lo general los pacientes piden ayuda después de los 40 años, cuando se manifiesta una patología que compromete la vida.

Entre las causas que llevan a la reincidencia aparece otro aspecto. Como el deterioro en la salud es progresivo a través de los años, por lo general los síntomas más evidentes ocurren varios años después de haber comenzado a inhalar el humo. Existe a nivel psicológico, una sensación de omnipotencia, que se sintetiza en frases como: “A mí no me va a pasar” o “¿Para qué me voy a hacer problema ahora?”. Justamente, por eso no hay una conciencia real de que se está frente a un problema.

El camino hacia el "día D"

El cardiólogo Alejandro Saracco asegura que si bien cada paciente tiene una realidad diferente, existen distintas etapas en el camino para lograr el objetivo. De hecho, la propia decisión de dejar de fumar responde también a un proceso de descubrimiento y evaluación personal.

La primera etapa es la pre contemplativa. Aquí es muy importante fortalecer la información.

Luego, viene la contemplativa, “cuando la persona se da cuenta de que tiene un problema y expresa una intención para dejar de fumar”, explica el profesional. Luego llega el momento de la preparación; se busca un “día D” para dejar la adicción.

Por último, se pasa a la acción cuando el paciente deja de fumar. “Puede haber recaídas, pero esto no significa un fracaso, sino que son etapas propias del camino hacia el cambio. Esto permite sumar experiencias y evaluar por qué se falló”, aclara Saracco y da una luz de esperanza, porque “el que deja varias veces es el que realmente termina abandonándolo, debido a que ha pasado por un proceso y sabe qué aciertos y errores ha tenido”.

Para Alchapar, el tabaquismo es una patología psiquiátrica, una adicción a la nicotina que para ser tratada requiere de un abordaje integral, ya que no existen las recetas mágicas y no depende sólo de la voluntad.

Javier Dussel, médico psiquiatra, detalla que una manera de reducir poco a poco la dependencia física al tabaco consiste en achicar el tamaño de la dosis, es decir, fumar cigarrillos con menos nicotina. “Conviene fumar cigarrillos cada vez más pequeños, cortarlos, de manera que la dependencia a la droga se vaya reduciendo semana a semana”, asegura el especialista y aclara que es muy importante evitar fumar los cigarrillos de manera seguida, porque de ese modo se incrementa la adicción.

Esto debe acompañarse de un tratamiento psicológico grupal, ya que de esa manera la persona se identifica con un grupo de pares que le dan fortaleza ante este desafío.

Grandes beneficios

Especialistas y fumadores que han intentado dejar el tabaco coinciden en que los beneficios al dejar la adicción (aunque sea en forma temporal) no tardan en sentirse. Mejora la capacidad respiratoria, disminuyen los niveles de monóxido de carbono en la sangre, la presión arterial se equilibra y la vitalidad comienza a experimentarse. El olfato y el gusto se recuperan poco a poco como así también la capacidad de dormir mejor, una vez superada la etapa de la abstinencia.

Sin embargo, al igual que lo fue el proceso de adquirir la adicción, el dejarla también implica superar distintas etapas. En principio, es necesario mantenerse informado y ante todo, motivado por sí mismo y no por el entorno. Esto implica un sinceramiento respecto de si realmente se desea abandonar esta adicción y qué proyecciones hay de cara al futuro.

María Eugenia Lertula, coordinadora del Programa de Prevención y Tratamiento del Tabaquismo (que recibe a unas doce personas por semana), la adicción desde el punto de vista psicológico está relacionada al rol que el fumador le da al cigarrillo en su vida y está íntimamente ligada al sistema de creencias de la persona.

Sumado a esto, hay que decir que existe una memoria emocional, un acondicionamiento de organismo. Movimientos y sensaciones, como retener el humo, llevar el cigarrillo a la boca o sostenerlo con los dedos se conjugan a las costumbres y el significado personal que acompañan las situaciones en las cuales se fuma.

Algunas personas -desliza Lertula- lo hacen como si fuese una recompensa, una gratificación o un remedio a los problemas emocionales. Todo ese proceso (físico, psicológico y emocional) sucede en el mismo instante. Por eso, una recomendación al momento de iniciar un tratamiento, consiste en, por un lado, buscar bajar los niveles de nicotina en el organismo y por otro, aprender a sobrellevar las frustraciones y problemas sin depender de este “bastón emocional”, que en definitiva, lo que hace, es ‘adormecer’, las emociones.

Ese aspecto sale a la luz cuando se manifiestan los síntomas físicos y psíquicos que deben afrontarse sobre todo en las semanas iniciales de cesación tabáquica. Una vez superado el año de no fumar (ni una “pitada”), la persona tiene menos riesgo de recaídas y más herramientas para manejar desde el punto de vista psicológico.

“En los primeros meses el paciente está vulnerable, puede tener recaídas. Hay una modulación a nivel cerebral. Puede estar irritable, tener taquicardias dolor de cabeza, dificultad para concentrarse y para dormir. Si surge una experiencia crítica es muy posible que le surja la necesidad. Pero si se logra superar ese momento de crisis, los beneficios no tardarán en experimentarse.

Trabajar en la motivación personal, mantenerse alejado de las personas que fuman y tener previstas actividades que sumen un aporte positivo al estado anímico y físico ayudan en este proceso. También es recomendable realizar ejercicio, estar bien hidratado y llevar una dieta equilibrada.

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