Por Mario Fiore - Corresponsalía Buenos Aires
Aunque el kirchnerismo se queja todos los días de que la oposición busca judicializar la política, como cuando pide la inconstitucionalidad de leyes aprobadas por el Congreso, lo cierto es que a tres semanas de las elecciones primarias la Justicia se muestra abiertamente -y quizás definitivamente- politizada.
El lunes, una sala de la Cámara Federal le bochó una herramienta clave al Gobierno nacional para su plan de llenar juzgados vacantes con abogados elegidos por el Ejecutivo. Ayer, otra sala de la misma Cámara sacó al juez Claudio Bonadio de la causa más sensible para la Presidenta y su familia, en la que se analiza si los Kirchner usaron el poder para lavar dinero y enriquecerse.
La campaña electoral toma así cuerpo con decisiones de alto voltaje político que se cocinan en los tribunales. Afuera de ellos, el Gobierno y la oposición se acusan de influir abiertamente sobre magistrados. Construyen, ambos bandos, la imagen de una Justicia al servicio de los intereses políticos e invitan a dudar todos los días más de su independencia.
El Gobierno logró ayer sacar del camino a un juez molesto como Bonadio, uno de los magistrados federales más denunciados y criticados (el récord lo tiene, claramente, Norberto Oyarbide). No le importó el costo político que deberá pagar ni que Bonadio se transforme ahora en una nueva “víctima” del oficialismo y en héroe de la oposición republicana.
Dos camaristas fallaron en contra de Bonadio por sus desprolijidades -difíciles de defender- y le hicieron el favor al kirchnerismo de alejarlo de las pesquisas en torno a las empresas de la familia presidencial.
Previamente, el kirchnerismo se ocupó de politizar y “electoralizar” el escenario denunciando que el juez respondía al macrismo porque utilizó la Policía Metropolitana como auxilio para pedir información en firmas de los Kirchner en Santa Cruz. El Pro salió a despegarse, aunque no dudó en pagar viaje y viáticos a los efectivos de seguridad -casi 450 mil pesos- para que ayudaran a Bonadio a incomodar a la Presidenta.