Déficit público, gobierno y sociedad

Cabe preguntarse si esta enfermedad recurrente de los gobiernos que se endeudan es sólo responsabilidad de quienes ocupan cargos públicos.

Déficit público, gobierno y sociedad
Déficit público, gobierno y sociedad

La deuda pública, sus causas y consecuencias,  surcan toda la historia de nuestro país, desde aquel empréstito, tan denostado como poco entendido, contraído durante el corto gobierno de Bernardino Rivadavia con la Casa Baring de Gran Bretaña, en los albores de la Independencia. Deuda que provocó nuestro primer default, y se terminó arreglando un siglo y medio después. Hasta las deudas que viene contrayendo, prácticamente semana a semana, el gobierno del presidente Macri, acompañado en varias oportunidades por similares procedimientos de los gobiernos de provincias.

"Colocar deuda", emitir variedad de bonos y títulos en pesos o dólares, son noticias habituales, que parecen actividades normales y cotidianas de nuestros gobiernos. Esta especie de "naturalización" de un fenómeno que en algunos casos puede ser positivo, pero normalmente es lo contrario, obliga a realizar algunas reflexiones en torno a sus causas y consecuencias.

Las causas de la deuda, o la causa, ya que parece ser siempre la misma es que los gobiernos gastan más de lo que tienen, la enfermedad es el gasto, la consecuencia el déficit fiscal y la deuda. Debe decirse que esta enfermedad,  gastar más de los que se puede, la padecen no pocas familias y empresas de nuestro país. Cuando las deudas se tornan impagables y los acreedores dejan de prestarnos, sobreviene la cesación de pagos, sea del Estado, las empresas o las familias. Las empresas pueden llegar a la quiebra, igual que las familias. Pero los estados no quiebran, pero hacen padecer un enorme empobrecimiento y sufrimientos de la población.

Cabe preguntarse si esta enfermedad recurrente de los gobiernos que se endeudan, es sólo responsabilidad de quienes ocupan cargos en el Gobierno o si la responsabilidad se extiende también a la sociedad y sus organizaciones. La respuesta no ofrece dudas es sí, porque es la sociedad a través de sus múltiples organizaciones, y aún las personas individualmente, quienes demandan de infinitas formas de gasto público. Empleo público, jubilaciones y pensiones sin aportes, empresas ineficientes que piden asistencia, políticos que gastan lo que no hay para ganar elecciones conservar el poder y los privilegios, que son gastos. Todo termina en el mismo lugar en las miles de partidas que contiene el presupuesto nacional, los provinciales, municipales, empresas públicas, organismos descentralizados o autónomos.

Decir no hay, no se puede o no se debe gastar, no se puede satisfacer tal pedido, no es función del Estado hacer tal cosa, incurrir en tal gasto, porque los dineros públicos que están en nuestras manos son para hacer tal cosa, lo que manda la Constitución, no cualquier cosa. Estas respuestas no figuran en el vocabulario de la política argentina. Hechas estas consideraciones, que podrían extenderse  largamente, veamos algunos números para tomar conciencia de dónde estamos y adónde podríamos llegar si seguimos como vamos.

En uno de esos breves y buenos informes semanales de Idesa podemos ver los siguientes datos de la evolución de la deuda del Tesoro, en el último cuarto de siglo. Entre 1991 y 2001 la deuda pública del Tesoro pasó de U$S 63 mil millones a 144.000 millones, es decir subió U$S 81 mil millones. Entre 2001 y 2015 la deuda pasó de US$ 144 mil millones  a 254 mil millones, o sea que subió otros 110 mil millones. Entre 2015 y 2017 la deuda del Tesoro pasó de US$ 254 mil millones a 335 mil millones, a éstos se debe agregar otros U$S 81 mil millones más.

En un informe del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), referido a las deudas de los países emergentes como proporción del PBI, Argentina figura en tercer lugar detrás de Turquía y Hungría. Su deuda pública y privada al 89% del PBI, pero a diferencia de los otros países la mayor parte de la deuda es pública, la privada es muy pequeña. Así están las cosas, las posibilidades de seguir viviendo de prestado se han terminado o son muy caras. Ha llegado la hora de enfrentar la cruel realidad, pero esta tarea de ajustar lo desajustado por décadas no es sólo tarea del gobierno, la sociedad y sus instituciones tendrán que hacer su parte.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA