Desde marzo, todos los martes y jueves a las 21, un grupo de mujeres de todas las edades se juntan en el sexto piso de la Municipalidad de Guaymallén ataviadas de joggings y con zapatillas deportivas.
No hacen pilates ni yoga ni se preparan para una caminata saludable. Son mujeres que llevan consigo el temor de enfrentarse con un hombre violento ya sea en su propia casa, ya sea en la calle.
En los más de los casos son “chicas” -así se llaman entre ellas- que no vienen de una cultura deportiva; ni son it-girls y tampoco está en sus planes económicos gastar los 700 pesos promedios mensuales que cuesta un gimnasio.
Amas de casa, estudiantes y trabajadoras comunes que aprenden gratis métodos defensivos basados en artes marciales para protegerse de situaciones no deseadas en las que los varones aparecen sí o sí.
Tienen dos profesores, uno es el Sansei Carlos Guardia, y el otro, el subcomisario de la seccional 9 de Villa Nueva, Pablo Alibrando (39, ver aparte), quien no cobra servicios extras por esa tarea.
Mayra Arrieta (24, ama de casa) llegó hace poco de La Pampa, "de una ciudad muy chica y segura". "El hecho de venir a Mendoza me provocaba un poco de temor, es una ciudad grande y tiene fama de insegura, además, venía con bebé", dice.
Sin ningún tipo de experiencia deportiva, Mayra se anotó en las clases gratuitas de defensa personal a partir de los consejos de su esposo que trabaja en la Municipalidad.
“La verdad es que me encanta. He aprendido mucho con los profesores. Por ejemplo cómo hacer una llave y neutralizar un ataque, cómo usar la fuerza o el envión del otro a favor propio y saber dónde pegarle bien a un hombre que te ataca, dónde le duele”.
Todas las chicas consultadas por este diario, coincidieron en que más allá de aprender a defenderse, el curso repercute en su estado físico. “Por ejemplo nos sirve para correr, para poder salir corriendo ante una situación límite”
Nélida Ibarra (24, empleada) es otra de las que se deshace en elogios en referencia al curso. Y hasta le encuentra el costado psicológico en cuanto a potenciar cuestiones como la autoestima.
“Yo me sentía muy insegura, por ejemplo cuando un hombre empezaba a hablarme fuerte, con el tono alto; a discutir. Y una no sabe en qué momento te puede levantar la mano. Desde que empecé el curso, hace dos meses, todo lo que he aprendido ha servido para que me tenga más confianza a la hora de enfrentar ese tipo de situaciones violentas. Es decir que hasta psicológicamente me sirve; he ganado mucho en seguridad”, dice una segura Nélida.
“Tengo un par de compañeras que han sufrido en su momento la violencia de género y lo bueno es que con el curso, por ejemplo, vos aprendés de qué modo sacarte a un tipo que te agarra del cuello, que es muy común en los casos de los hombres violentos. Bueno, a nosotros nos enseñan eso, entre otras cosas, cómo zafar de esa situación. Por ejemplo ya sé cómo, a partir de agarrar un dedo de quien me ataca, puedo defenderme”.
Las técnicas que se enseñan son fáciles, muy efectivas y se enseñan de manera didáctica porque los profesores saben que no están necesariamente ante gente que quiere aprender un deporte.. Por eso no hace falta ir con conocimiento en artes marciales para aprender.
“La idea se me ocurrió a principios de año y después de hablar con mucha gente del municipio, hasta llegar al intendente, logramos este apoyo que es el sitio para llevar adelante las actividades”, cuenta el subcomisario Alibrando.
"A mí, como a muchas, me ha pasado eso de estar frente a situaciones complicadas en cuanto a la inseguridad. Por eso -además que conozco de técnicas de defensa personal- es que asisto al curso. Un ejemplo: a mí me intentaron robar en la calle y gracias a lo que he aprendido, logré que el ladrón no me robara y se fuera", cuenta Patricia Escudero (42, técnica en turismo).
Los cursos son en el piso 6 del edificio de la Municipalidad de Guaymallén, Libertad 750 de ese departamento.
Comienzan a las 21 -para que los trabajadores puedan asistir- y duran poco más de una hora. Para ingresar hay que ir personalmente y anotarse allí mismo. Se necesita, como en toda práctica deportiva, certificado de aptitud.
De acuerdo con los organizadores, el número de concurrentes está en alrededor de 60. De esos, más de la mitad son mujeres y en todas ellas el miedo a la inseguridad y a ser víctima de la violencia de género es lo que las impulsa a asistir. Los cursos son de defensa personal y sacan muchas técnicas del karate o taekwondo sin llegar a ser clases de karate o de taekwondo.
Con la visibilidad de los femicidios en los medios de comunicación salió a la luz una problemática asfixiante que las mujeres vivían -viven- a diario con la violencia machista.
En Argentina cada 30 horas una mujer es víctima de femicidio que ahora existe como figura penal y un buen número de oficinas judiciales que se dedican específicamente al tema. Pero todo eso ocurre después del hecho consumado.
Por eso, a veces, una buena piña a un sujeto machista, puede ser el atajo para no terminar en una cifra negra de la estadística.
Profesor de karate y taekwondo
El subcomisario Pablo Alibrando (segundo Jefe de comisaría 9 de Guaymallén), lleva 20 años en la Policía. Pasó por distintos destinos, desde ser instructor de tiro hasta oficial de servicio en comisarías como la 9 (Villa Nueva), comisaría 33 (barrio San Martín), y comisaria 36 (Las Heras), entre otras.
En el año 2002 cuando trabajaba como oficial del "sistemas de cuadrículas", Godoy Cruz., se produjo un asalto a mano armada a un carnicería del barrio Trapiche. Alibrando llegó al lugar y cerca del campo Papa interceptó a los sujetos tras un intercambio de disparos en el que murió un delincuente. Por eso lo ascendieron a oficial inspector. Practicaba desde pequeño karate y taekwondo.
Fue impulsor de un proyecto para evitar que policías cometieran el delito de "apremios ilegales", que consistía en capacitar a efectivos en artes marciales y de esta manera evitar la comisión de delito.
Alibrando, en la actualidad es instructor oficial de JUinBukai (International Okinawa Goju Ryu de Karate-Kobudo (Japón), afiliado y reconocido por FAK (Federación Argentina de Karate) y presidente de UAKG (Unión Argentina de Karate Goju-Ryu). Además es cinturón negro de taekwondo.