Defensa personal: chicas que enseñan y aprenden a cuidarse

Buscan derribar el concepto de “sexo débil” y entrenan como respuesta a la violencia. Historias de mujeres que buscan superarse.

Defensa personal: chicas que enseñan y aprenden a cuidarse
Defensa personal: chicas que enseñan y aprenden a cuidarse

Como cada miércoles, Paloma Carretero prepara el salón espejado, de esos que se usan para ensayar danza, y allí dicta su taller de defensa personal. Un parlante, algunas colchonetas, elementos de uso diario y guantes aguardan la llegada de las chicas. La idea es que casi cualquier elemento puede servir como defensa. desde un palo a un bolso, pero también un bolígrafo.

No hay varones en el taller pensado exclusivamente para mujeres. Allí se comparten más que golpes y técnicas de escape: a varias de ellas las moviliza el miedo y la necesidad de no sentirlo; otras se acercaron porque cuando vuelven a casa, la calle oscura se transforma en un circuito de obstáculos: un descampado, la sombra de un arbusto o un vehículo que pasa de imprevisto, les hace apretar el puño y acelera el corazón.

"La defensa personal me interesó cuando empecé a viajar sola", dice Paloma (24).

Comenzó a entrenar karate desde pequeña. Su mamá es profesora de educación física y cinturón negro.


    Ignacio Blanco / Los Andes
Ignacio Blanco / Los Andes

Cuando estaba de viaje y trabajaba haciendo arte callejero, se dio cuenta de que el entrenamiento la moldeó. "Mientras estaba con algún compañero no me molestaba nadie, pero cuando veían que estaba sola se paraban autos o borrachos, pero cuando te ven así sin miedo, ahí no más toman distancia."

Con responsabilidad asegura que nunca recomienda en sus clases que vayan al choque con su agresor, a menos que el riesgo sea inevitable porque "implica poner el cuerpo de forma innecesaria".

En esto Paloma es determinante y apela a la racionalidad de los números: "Lo digo por una cuestión de estadísticas, por la cantidad de muertas que hay tod el tiempo. Estamos en rojo".

También resalta que el curso apunta a lo grupal. "Yo creo mucho en la comunidad, creo en reforzar estas cosas de manera conjunta. Trabajamos entre todas teniendo en cuenta las experiencias pasadas."

Antes de finalizar las preguntas y comenzar con los ejercicios, pronuncia lo que podría ser la esencia de la charla: "Miedo tuvimos todas en algún momento, pero se puede erradicar con mucho trabajo personal y grupal".


    Ignacio Blanco / Los Andes
Ignacio Blanco / Los Andes

El cuerpo, como la parte material de nuestra existencia, debe ser cuidado. Lejos de pretensiones fit o de belleza hegemónica, muchas mujeres están tomando el entrenamiento y la preparación física como herramientas de resistencia frente a la violencia callejera pero también en la intimidad.

Ante la pregunta de si son determinantes las diferencias biológicas con el cuerpo masculino, Paloma comenta el proceso que tuvo que hacer para salir de esa lógica: "fue algo que se fue moldeando en mi cabeza. Creo que es cultural, que nos lo han impuesto junto al miedo". Afirma que el karate le ayudó mucho en este sentido, ya que esta disciplina según ella "es una cuestión de técnicas, de respiración y sobre todo de actitud".

Acerca de las razones culturales que han posicionado a las mujeres como el “sexo débil”, agrega que “a los hombres les han dicho toda la vida que son fuertes, entonces cuando nos enfrentamos a una situación de violencia con un varón, nosotras la pensamos diez veces.” Junto a la idea de que todo se fortalece con entrenamiento, aconseja no darle tanta importancia a ese asunto y concentrarse en que cada una pueda ir trabajando su propio cuerpo.

Violencia

Lucía llega a la clase accede a participar pero con la condición de que no se muestre su cara o se la nombre, por lo que su nombre no es real.

"Hace un tiempo sufrí una situación de violencia: mi ex pareja intentó matarme" asegura y detalla: "Me tuvo encerrada 14 horas, con un montón de pormenores, como una película de terror" y se nota lo necesario que es para ella participar de esta clase.


    Ignacio Blanco / Los Andes
Ignacio Blanco / Los Andes

Lucia cuenta que “hace tiempo que estaba buscando algo que tuviera que ver con defensa personal. En un momento, más cercano al hecho, intenté hacer autodefensa pero me costó. Después de un tiempo, y con ayuda de terapia me animé a tomar este taller”. Conocer técnicas de escape como las que enseña el curso le hubiese servido, según su relato, para librarse “de un montón de agarres que me hizo para después terminar pateándome en el piso”.

Los canales legales muchas veces no funcionan o son lentos. Es el caso de Lucía que asegura que "con denuncia penal no sucedió absolutamente nada y él sigue violando la prohibición de acercamiento". En su momento el miedo fue tanto que tuvo que irse de la provincia y hasta del país. "Hace tiempo volví a hacer vida normal y necesitaba una herramienta como esta para poder seguir con vida, básicamente." Para finalizar, Lucía destaca la importancia del autoestima: "Una aprende y siente que puede hacerle frente a lo que sea."


    Ignacio Blanco / Los Andes
Ignacio Blanco / Los Andes

Cuando el agresor no es un extraño

En el primer cuatrimestre del 2019 se registraron 133 femicidios en Argentina. De este total, en el 88% de los casos el agresor es del círculo íntimo o conocido de la víctima, según un informe del Observatorio de Violencias de Género "Ahora sí que nos ven". Es por esto que la calle no es la única amenaza. "Acá no solamente se trabaja el tema de la sorpresa callejera, ni del psicótico. Está naturalizada otro tipo de violencia, que vivimos día a día, como lo es la violencia en la pareja", aclara Paloma, que además es estudiante de psicología.

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