El simbolismo y la riqueza cultural de las tradiciones rusas han dejado una impronta a nivel de decoración que no puede definirse en unos pocos elementos, pero veamos algunas ideas:
Destacan los objetos decorativos clásicos como los relojes de pared, espejos circulares o jarrones dieciochescos, sobre papeles de pared en motivos verticales o grandes cenefas, así como las tapicerías brocadas o de estampado geométrico para todos los asientos de la estancia: Sofás, tresillos, sillones y sillas se revisten igual para dar empaque al salón comedor, aunque la elección de los colores ha de ser crucial para no cargar demasiado el ambiente.
Curiosamente uno de los conceptos clave de estilo ruso es la unificación de tonos.
También son recurrentes de este estilo los sillones orejeros, los apliques de pared en pareja y la iluminación focalizada, las mesitas de doble altura con tops brillantes o en taracea y la combinación blanco/negro en toda la casa (sobre todo en el dormitorio), tanto a nivel de interiorismo como en muebles y complementos.
El baño es quizá el ambiente donde la profusión de dorados nos encaje mejor a través de griferías, espejos o lámparas, que ayuden a crear una atmósfera lujosa y distinguida en las zonas de aseo; para que el resultado global sea más equilibrado lo mejor es combinarlos con sanitarios, muebles y revestimientos en crema o crudo, en vez de blanco puro.
En la cocina tradicional rusa se utilizan los azulejos pintados totalmente, por lo general de color azul. El uso de placas y amuletos es fundamental en este estilo.
