Por Rosendo Fraga - Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría - Especial para Los Andes
Que haya balotaje quizá esté revelando que en la Argentina hoy no hay condiciones para el hiperpresidencialismo que dominó la política argentina con el menemismo primero y el kirchnerismo después durante el último cuarto de siglo. Posiblemente la sociedad hoy no quiere entregar el poder total a nadie. Ni las personalidades de los dos candidatos que competirán ni las condiciones políticas permiten un líder que concentre todo el poder, y ello se refleja en que tenga lugar el primer balotaje de la historia.
Las causas políticas que impidieron a Scioli un mejor resultado fueron las tensiones constantes con el kirchnerismo, que no le permitieron proyectar una imagen propia, y la presencia de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires con el alto rechazo que generaba en la opinión pública. Pero también se lo impidió que finalmente Macri logró cierta polarización, con lo cual aunque Scioli hubiera superado el 40%, no alcanzaba los 10 puntos de ventaja para impedir la segunda vuelta.
Siguiendo con su “victoria-derrota” - no hay que olvidar que en el promedio nacional quedó primero por más de dos puntos y que en la provincia de Buenos Aires sacó 5 más que Macri-, temas como el controvertido viaje a Italia y las inundaciones quedaron atrás en el tiempo. Su ausencia en el debate puede haber influido más. Pero las causas decisivas posiblemente fueron las dos mencionadas anteriormente.
La resistencia a Aníbal Fernández generó una suerte de “ola bonaerense” que se nacionalizó después. Pero ello ocurre tras doce años y medio del kirchnerismo en el poder que han generado cierto deseo de renovación política y un segundo mandato de Cristina en el cual los resultados económicos fueron sensiblemente peores que en el gobierno de Kirchner y en el primero de ella misma.
La actitud del votante de Scioli fue optar por lo conocido o votarlo para evitar perder lo que ganó en los últimos años. Ambas actitudes son racionales. El voto de los sectores populares por el oficialismo -una tendencia bastante generalizada en América Latina- parte de una actitud racional, que es el razonamiento de que una alteración política puede afectar la situación de los más vulnerables.
En cambio el voto por Macri fue más generado por el deseo, la esperanza o la ilusión de un cambio político. El entusiasmo de la gente era más visible en los votantes de Macri que en los de Scioli.
Ahora el candidato oficialista tiene que salir a buscar votos que en la primera vuelta han votado por propuestas opositoras y en concreto el 21% que votó por Massa. Para conseguir estos votantes que serán la clave del resultado de la segunda vuelta, a Scioli le conviene más la lejanía que la proximidad de Cristina. Además, un votante kirchnerista “puro” no tiene la opción de votar a Macri. Aunque se aleje de Cristina, para el votante K Scioli siempre será el mal menor, aunque algún dirigente pueda tener una visión diferente.
Lo singular del incremento final de los votos de Macri, es que Massa también aumentó. No se dio lo que muchos esperaban, que era una polarización a favor de Macri a costa de Massa. La suma de Macri y Massa que en las PASO dio 51% en la elección sumó 55%, subiendo ambos.
Pareciera que los 4 puntos que sumó Macri los obtuvo de Stolbizer, Rodríguez Saá y el voto en blanco, que en los tres casos bajaron y lo hicieron 4 puntos en la suma. El concepto del voto útil funcionó, pero no a costa de Massa sino de las fuerzas menores y el voto en blanco.
Lo más interesante de los sondeos es que las bocas de urna -que se realizan en base al voto ya emitido- daban resultados similares a las encuestas previas y que las primeras estimaciones de los dos comandos de campaña, realizadas ya con informes de fiscales y mesas testigos eran coincidentes con los sondeos.
Pasadas las 9 de la noche, el comando de campaña de Scioli decía que había una diferencia de 10 puntos y que podría no haber balotaje y el de Macri que había una diferencia de 8 puntos y que había balotaje. Los dos decían, a esa hora, que la provincia de Buenos Aires se disputaba cabeza a cabeza en línea con lo que decían las encuestas anteriores. Eran apreciaciones coincidentes entre ellas y bastante similares a los sondeos previos.
Pienso que el fenómeno más difícil de prever fue que Vidal sacara en la provincia de Buenos Aires 7 puntos más que Macri para presidente en el mismo distrito. Volviendo a las encuestas, están en debate hoy en todo el mundo en cuanto a su precisión para anticipar resultados, como lo mostró la elección británica de mayo y la canadiense este mismo mes de octubre.
Pero la clave de la definición de la segunda vuelta será el 21% que votó por Massa. El voto de la izquierda en su mayoría seguirá la decisión partidaria de votar en blanco. Los votos de Stolbizer y Rodríguez Saá sumados son aproximadamente el 4%. Puede conjeturarse que los votantes de la primera estén más cerca de Macri. Pero la gran cuestión es el voto por Massa.
Los dirigentes de este espacio comenzaron la semana con actitudes más cercanas a Macri, diciendo que no votarían por Scioli, pero hacia el fin de ella volvieron a una postura más equidistante. Por su parte Macri parece ir en búsqueda de los votantes, pero soslayando por ahora a los dirigentes. Pero en tres semanas muchas cosas pueden pasar y será una campaña electoral muy intensa, aunque hoy claramente la expectativa de triunfo está del lado de Macri.
Una de las causas que condicionan los movimientos de Massa y De la Sota frente a la segunda vuelta tiene como referencia la posibilidad de tomar el control del peronismo, como hizo Cafiero y la Renovación Peronista 28 años atrás, desde la disidencia. Massa intenta plantear la posibilidad de acuerdo desde sus propuestas. Scioli le dio una primera respuesta asumiendo el pago del 82% móvil a los jubilados. El riesgo del espacio de Massa y De la Sota es que sus dirigentes comiencen a tomar partido por Scioli o Macri en forma individual y ya hay algunos casos al respecto.
Desde la elección legislativa de 2013, siempre ha habido 4 sobre 10 que privilegiaban la continuidad y 6 que optaban por el cambio. La cuestión en discusión era y es qué tipo de cambio. En mi opinión, se ha votado por el cambio ante todo por lo político más que por lo económico. El ejemplo más acabado es el triunfo de María Eugenia Vidal sobre Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires, que posiblemente ha sido lo más relevante de la primera vuelta del 25 de octubre, aunque no implicó directamente a los candidatos presidenciales.
Que Scioli haya ganado por 5 puntos la elección presidencial en la provincia de Buenos Aires y que Vidal lo haya hecho por 5 al mismo tiempo para Gobernador, es una situación política singular.