Amodorrado por el sol del otoño londinense que cruzaba la bow window, el filósofo posmarxista Ernesto Laclau dormitó en su sofá. Entonces soñó que un ejemplar suyo de Hegemonía y estrategia socialista paseaba por el mundo en un avión presidencial, dentro de una cartera Louis Vuitton.
Cuando años después el sueño se le hizo realidad, Laclau se dijo a sí mismo que el hecho de que el contenido (ese libro) estuviera en ese continente (esa cartera) representaba una contradicción secundaria, puesto que el fin último es el bien del pueblo. Y así, en una ráfaga de pensamiento vintage, resolvió el dilema ético que inquietaba a gran parte de la progresía argentina y la curó de su miedo a la palabra populismo. Ahora podían apoyar, en paz con sus conciencias.
Ésta es la historia de 10 años de kirchnerismo, un ciclo que hizo más obra ideológica que de infraestructura. Se pavimentaron millones de cabezas con la idea de que “es esto o Martínez de Hoz, Menem o la crisis de 2001”. Paradojas del modelo: haber colocado la televisión digital gratis. Para que veas en blanco y negro.
No sólo a Laclau. Esta década cumplió sueños impensados a muchos. Nobles sueños y de los otros. El científico del Conicet tuvo sueldo y microscopio; los genocidas (de los ’70), cárcel; el obrero, más trabajo y el indigente, un plan social (la muleta no es la pierna; hoy, sin subsidios Argentina no camina).
Al igual que en todo el país, en Formosa, Chaco, Santiago del Estero o Misiones, ahora un hombre puede elegir casarse con otro hombre, pero no puede elegir la marca de su cocina porque allí no hay tendido de gas natural. Aunque cueste creerlo, en gran parte de la patria la garrafa no puede salir del clóset. Contradicciones secundarias.
El kirchnerismo, como el cristianismo, también tiene su AC y DC: “Antes del campo” y “Después del campo”. En 2008, a raíz del conflicto por las retenciones, ve la luz otro niño Dios: el relato.
¿Y cuál es el primer milagro de este relato nacido en el pesebre de Olivos? Convertir un problema de caja en una narración bíblica: “Néstor y Cristina nacieron para liberar a los pobres ya no de los romanos, sino de la oligarquía y de Clarín”. Con la 125/08, la psicopatología política alumbra un nuevo cuadro: la relatomanía. Dice un imaginario manual: “El relatomaníaco no sólo intenta cambiar con una narración su propio pasado sino que busca que el país modifique su historia, haciéndola más sintónica con sus intereses actuales. Es la hermana mayor de la mitomanía”.
En 2013, salvo un par de medios de comunicación y alguna otra empresa, el resto de las corporaciones están con el Gobierno y hace negocios con él, empezando por los bancos. Buena parte de los sindicatos apoya, el precio de los commodities es bueno y el mundo compra. Cuesta encontrarle el lobo a la fábula.
Salvo que el lobo sea el pastor.
Diez años después de aquel 25 de mayo de 2003, el país es mejor de lo que era, pero largamente peor de lo que podría ser. Hoy la crisis no es económica sino de expectativas. Hubo que achicarlas. Aplicar un downsizing a la ilusión.
Si la economía se frena y la fiesta del consumo se termina, ¿qué es lo que hace la gente cuando ya no puede cambiar el televisor en cuotas? Cambia el presidente. En cuotas. Si el Gobierno no reacciona, la primera es en octubre.
Bajar de la Sierra Maestra es fácil. Si no se apura con la revolución, lo difícil va a ser subirla cargando esa bóveda.