Débora Di Falco: entre empezar de nuevo y volver a prisión

La mendocina de 22 años, una de las acusadas por la muerte de su hija Guadalupe (4), enfrenta su juicio en San Luis. Le achacan el delito de abandono de persona, ya que del crimen está acusado un matrimonio que tenía a la nena en ese momento. El debate te

Débora Di Falco: entre empezar de nuevo y volver a prisión

El 12 de noviembre de este año, cuando Débora Di Falco (22) se sentó frente a los jueces de la Sala de Juicios Orales II de San Luis, poco se parecía a aquella chica que dos años atrás, había sido detenida y acusada de la horrible muerte de una de sus hijas: Guadalupe (4). Débora pidió declarar en la sesión inicial del juicio que tiene como máximos imputados a la pareja compuesta por Miguel Ángel Riquelme (48) y Dora Videla (33), ambos acusados del homicidio de la menor y quienes hasta el momento han preferido no declarar.

A Débora, por su parte se la acusa de "abandono de persona agravado por el vínculo y el resultado". Y por más que ahora está libre, puede terminar en prisión.

La joven mendocina estuvo presa desde setiembre de 2010 hasta que el cambio de carátula, en noviembre de ese año, logró que quedara en libertad. Desde entonces está en Mendoza, donde trata de dejar su pasado de 9 años de prostitución. Pero ahora pasa sus días en San Luis, a la espera de que en el juicio se demuestre que ella no quiso ese final para su hija Guadalupe.

Guadalupe Di Falco murió el 12 de setiembre de 2010 después de ser víctima de una serie de malos tratos que dejarían pasmado al más insensible. Por ese crimen se encuentran detenidos Miguel Ángel Riquelme y su mujer Dora Videla, ya que ambos tenían a su cargo a la pequeña cuando murió. Débora Di Falco, por esos momentos, estaba en Mendoza y trabajaba como prostituta. Ella había vivido con los Riquelme-Videla antes de dejar a Guadalupe (y también a su otra hija, la recién nacida Fátima) a cargo de esa pareja.

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"Ese día -el del crimen, 12 de setiembre de 2010- fui a levantar la ropa en los altos de su casa, cuando escuché no un quejido, sino algo como "hummm" y miré hacia la casa de Riquelme observando a un chico o chica rubia que estaba sentado desnudo sobre un medio tacho".
Declaración de Ricardo Rebollero, vecino de la calle Los Inmigrantes al 1500, donde ocurrió la muerte.
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Pero ¿de qué modo llegó una chica mendocina de 20 años a San Luis para terminar acusada de abandonar a su hija Guadalupe -quien después moriría- y a no ver más a su otra nena, Fátima (recién nacida)?

Su historia puede ser la de muchas chicas, sólo que la de ella se hizo visible a partir del horrible final de Guadalupe.

Según contó ella en su extensa declaración ante los jueces el 12 de noviembre pasado, su vida estuvo signada, desde que nació, por el abandono de parte de su madre, por la calle temprana.

"Yo quería a mis dos hijas. Y no deseaba que pasaran por lo que yo pasé. Nací en Mendoza y vivía con mi madre; bueno, es una forma de decir, porque mi madre no sabía nada de mí, ni siquiera cuando era chica. No sabía si iba a la escuela o no, o qué hacía. Para mí, por ejemplo, no había Navidades...".

A la edad de 6 años, Débora fue separada de su madre biológica a raíz de una denuncia de vecinos de Maipú, quienes indicaron a las autoridades que la por entonces pequeña Débora pasaba mucho tiempo encerrada en su casa.

Entonces fue entregada a una familia de un medio hermano por parte de su padre. "Fue la mejor parte de mi niñez -recordó ante los jueces-, lo demás fue horrible".

"A los 13 años volví con mi mamá y empecé a prostituirme; algo que ella sabía. Luego, por otra denuncia de vecinos que sabían lo que yo hacía, fui a parar a un hogar de tránsito y a los 14 regresé con mi mamá", soltó en medio del silencio de la sala de debates.

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Conocí a Débora en la calle cuando ella era prostituta. Yo me había encariñado mucho con Guadalupe, a punto tal que quise adoptarla. Yo quería que todo fuera legal. A mí Débora me dijo que Riquelme y Videla le pedían dinero para poder ver a sus hijas; y muchas veces fui a la casa de Los Inmigrantes al 1500, a llevarle alimentos a los chicos de Riquelme, pero fundamentalmente a Guadalupe".
Declaración de Delfín Argüello, vendedor de pollos, cliente de Débora en San Luis en 2010.
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Poco después de cumplir 15 años, Débora quedó embarazada de quien sería un cliente asiduo de Maipú: un hombre de 71 años que nunca se hizo cargo de la nena que se llamaría Guadalupe. Para entonces, la prostitución era su modo de vida y no conocía otra forma de hacer dinero.

En abril de 2009, Débora, su hija Guadalupe y su madre Graciela recalaron en San Luis. Alguien les había ofrecido trabajo, pero cuando llegaron ese alguien no estaba. Terminaron en la calle y sin trabajo y fueron a la parroquia de San Roque de San Luis, donde se anotaron para que les dieran comida como a otros indigentes.

Según Débora, por esos días fue que su madre conoció a Miguel Ángel Riquelme, quien les ofreció a madre e hija Di Falco que fueran a vivir con él, su mujer -Dora Videla (32)- y los siete hijos de ambos.

En 2009, Débora estaba embarazada de Fátima (su padre fue un cliente anónimo al que se le rompió el preservativo), y así y todo se prostituía en la Ciudad de San Luis.

Más tarde, Graciela Di Falco abandonó a su hija embarazada y a su nieta y regresó a Mendoza. Débora, con su panza y Guadalupe, se quedó en la más que humilde casa de Riquelme y su esposa, en la que para entonces había ocho niños (5 de Riquelme, 2 de Riquelme con Videla y la pequeña Guadalupe).

"Ellos -en referencia a los Riquelme- pasaron a ser mi familia; nos llevábamos bien", explicó la mendocina ante los jueces puntanos.

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"La nena -por Guadalupe- estaba siempre lastimada y sola, empecé a ver que le faltaban mechones de cabello. Una vez me acerqué, vi que tenía las piernas lastimadas y le pregunté por qué estaba tan lastimada, pero no me contestó. Cada vez que le daba algo de comer se lo sacaban y cuando intentaba hablar con ella siempre la venían a buscar y se la llevaban.  Alejandra Videla, en una ocasión, me dio un número de teléfono y me dijo que "tenía unos sobrinitos para dar en adopción". Una vez pude hablar con Guadalupe y me dijo: 'mi mamá es una prostituta y me abandonó'".
Declaración de Ester Cornejo,
quien trabajaba en una feria al lado del puesto de los imputados.
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Según Débora, los problemas comenzaron con una extorsión económica de parte del matrimonio Riquelme-Videla. "Mientras yo iba a ejercer la prostitución ellos cuidaban de Guadalupe. Primero les daba 20 pesos por día pero empezaron a pedirme más. En un momento era yo quien mantenía esa casa: a Riquelme le pagaba hasta los cigarrillos".

Con el paso de los meses, el embarazo de Débora comenzó a hacerse más notorio y dejó de hacer la calle -donde había tenido problemas con travestis- y por sugerencia de dos clientes recaló en un cabaret llamado "La Escuelita", donde trabajaba a veces hasta tres días seguidos.
A principios de 2010 Débora dio a luz a Fátima de un modo irregular: como había perdido su DNI, los Riquelme-Videla la anotaron con el DNI de Dora en el Hospital Materno de San Luis.

Increíblemente nadie se dio cuenta en el hospital de esa irregularidad. Días después de abandonar el hospital, Riquelme apareció en la casa con el DNI de Fátima en el que figuraba con su apellido. "Le pregunté, ¿cómo lograste eso?, y me dijo que eso era un tema de él".

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"La causa efectiva de muerte de Guadalupe fue un traumatismo craneoencefálico con edema cerebral. Estos edemas cerebrales, tratados oportunamente, no llevan a la muerte. Si Guadalupe hubiera sido atendida a tiempo, podrían haberle salvado su vida, pero Guadalupe no ingirió alimentos durante las últimas 24 horas de vida".
"Las quemaduras que presentaba deben haber sido de un terrible dolor. En cuanto a las quemaduras en la nariz hay que decir que le quemaron hasta el cartílago. Probablemente fue quemada, en esa zona con otro elemento emisor de calor que no fuera un cigarrillo.
Declaración de Ricardo Torres, forense que revisó el cadáver de Guadalupe.
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A la semana de parir a Fátima, Débora volvió a la prostitución. A veces pasaba días enteros en La Escuelita mientras que sus amigos Riquelme-Videla quedaban a cargo de sus dos hijas.
Al final de su declaración ante los jueces, Débora contó que los pedidos de dinero de parte de quienes cuidaban a Guadalupe (a Fátima ya la habían entregado a una familia) ascendieron a 1.000 pesos.

Fue entonces que decidió regresar a Mendoza para trabajar de prostituta, juntar el dinero para volver y llevarse a sus hijas con ella. Pero el 12 de setiembre de 2010 se enteró de que Guadalupe había muerto de la peor manera. Cuando volvió a San Luis quedó presa y a los meses fue liberada y volvió a Mendoza, donde se fue a vivir a la casa de la señora Adriana Gómez y por primera vez en su vida consiguió trabajos "normales": se empleó en un hotel y hoy lava copas en un restaurante. "Trato de empezar de nuevo", les dijo a los jueces.
En esta semana se va a saber si regresa a la cárcel o si con apenas 22 años, Débora tendrá su última oportunidad de llevar una vida normal.

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