El año electoral no da treguas. En Cambia Mendoza la semana de festejos y merecida distensión tras el clarísimo triunfo electoral del domingo pasado culminó con el acto de ayer encabezado por Macri. Esa cita obligó a más de uno a acomodarse durante la semana al requerimiento del macrismo de apuntalar la campaña que lleva al Presidente por gran parte del país para intentar dar vuelta un resultado tan desfavorable como el que dejaron las PASO de agosto.
Si bien el mismo domingo a la noche, en pleno festejo, Cornejo anticipaba la firme adhesión del oficialismo provincial a la gira presidencial de campaña y al acto que se realizó ayer, la oportunidad debía servir para adaptar la estrategia a las exigencias del 27 de octubre en la provincia, cuando el Gobernador intentará saltar al Congreso de la Nación liderando una lista triunfadora que le permita corononar un año de satisfacciones en las urnas.
Muchos recuerdan aún en el oficialismo nacional las críticas de Cornejo hacia la política económica de la Nación y el impacto por las tarifas de servicios. También la distancia de Macri y su gobierno que tomó el ahora electo Rodolfo Suárez en lo que va del año, incluyendo algunas apreciaciones duras que llevaron en su momento a allegados al gobierno macrista a admitir como lógico el despegue de la figura presidencial en campaña, como también sucede en territorio bonaerense en gran medida, pero no con sobreactuaciones que generaran una sensación de ruptura entre las partes que nunca estuvo prevista.
Sobre la “reconciliación” de Cornejo con Macri en esta parada mendocina en la campaña nacional, desde el entorno presidencial indicaron que “siempre estuvo todo bien”. Admiten saber que el mendocino posee personalidad fuerte, pero no dudan de su alineamiento y por eso vieron muy sincero su planteo, como también el de Suárez,
En el primer contacto de ayer, en la mañana, Macri tuvo palabras de aliento para quienes lo recibieron: Cornejo, Suárez y toda la dirigencia provincial de primera línea. Pidió tener fe en el resultado electoral próximo con el convencimiento -dijo- de que lo de las primarias de agosto se puede revertir. Sorprendió su buen ánimo no sólo en el acto; también en la recorrida por distintas obras que realizaron antes de ir a la convocatoria en el parque O’Higgins.
El acto también sirvió para descongelar públicamente la imagen presidencial en Mendoza luego de una campaña estratégicamente provincializada por el comando cornejista con el indudable éxito que no sólo dejó el triunfo por sí solo, sino la impactante diferencia porcentual entre Suárez y Fernández Sagasti a pesar del gran despliegue nacional que desde el justicialismo se tributó a la fórmula provincial del Frente de Todos.
Quedó en evidencia que aquel triunfo que obtuvo el radical Rufeil en San Martín, en las elecciones que desdoblaron los “caciques” del PJ, no sólo reflejó la decisión de la gente de ese departamento de cambiar de conducción en la comuna sino que confirmó una clara tendencia favorable a Cambia Mendoza en las zonas más pobladas y más influyentes en lo económico, tanto de la zona Este como de otras regiones también potentes del resto de la provincia.
Las excepciones en lo referido a intedendencias fueron La Paz y Santa Rosa, con mucha menor incidencia en lo poblacional pero con resultados que confirman que los desdoblamientos terminan siendo importantes cuando la población puede pensar mejor su voto. Al menos, un aliciente para un peronismo que resultó muy golpeado en las urnas.
Aquel descongelamiento de la figura presidencial marca, por otra parte, la necesidad que tienen los partidos que integran la coalición nacional gobernante de mostrarse unidos no sólo ante el gran desafío que supone intentar que la fórmula Macri-Pichetto llegue por lo menos al balotaje, sino, también, ante una previsible derrota que le ponga límite definitivo al paso de Macri por la Casa Rosada.
Si se confirmase el domingo 27 lo que insinuaron las primarias abiertas de agosto, todos quienes ahora integran Juntos por el Cambio, todavía más reconocido como Cambiemos, cruzarán de vereda y deberá asumir protagonismo político como opositores. Es un debate instalado entre radicales y muchos macristas que, aun confiando en una remontada electoral histórica, admiten que una caída es probable y deberá ser asimilada. De ahí la intención de Cornejo de buscar revertir la módica diferencia de las PASO de agosto en Mendoza para llegar al Congreso como un líder radical triunfante, independientemente de quién sea el próximo Presidente.
Además, en el armado de un eventual espacio opositor coherente, si finalmente triunfa Alberto Fernández y el oficialismo parlamentario pasa a ser el Frente de Todos, será necesaria una buena convivencia entre quienes, tanto en la UCR como en el Pro, queden a salvo de la posible caída nacional.
Está claro que en lo institucional la Argentina necesita espacios políticos consolidados. Y en ese sentido, si le toca ser oposición, la base de Cambiemos puede dar un ejemplo de armado respetuoso de la mayoría pero crítico a la vez, para que se evite una nueva hegemonía parlamentaria, como se produjo en distintos períodos en los que el peronismo gobernó la Argentina.
En lo que se refiere al tiempo postelectoral en la provincia, se viene aclarando desde el oficialismo que la continuidad entre Cornejo y Suárez, que incluye el mantenimiento de planes que ya venían siendo delineados por el Ejecutivo, hace de la habitual transición algo bastante prescindible en los hechos.
Admiten en el oficialismo que habrá prioridades, como hacer frente al déficit habitacional con planes que complementan y potencien lo que ya venía haciendo la actual administración. Y enfocarán en el plan de obras, que incluye la concreción de Portezuelo del Viento como emblema de las gestiones de Cornejo y de Suárez.
La futura administración provincial sabe muy bien que luego de la tarea de ordenamiento del Estado que llevó a cabo el actual gobierno vendrá un Gobierno que necesariamente deberá mostrar iniciativa para explotar más los recursos de Mendoza y proyectar todo el potencial económico hacia el exterior. Claro, mucho dependerá del contexto nacional y de qué signo político tenga el próximo gobierno.
Probablemente Rodolfo Suárez imponga un estilo más paciente y dialoguista pero que de ninguna manera dejará de lado la impronta de orden y carácter que aplicó desde el arranque la administración cornejista aun en la relación con la Nación. Ese detalle ya lo dejó en claro el futuro gobernador en las entrevistas posteriores a su elección.
Por otro lado, la mayoría parlamentaria que tendrá el gobierno de Suárez exigirá un buen nivel de consenso con la oposición para poder avanzar con iniciativas que en algunos casos dependerán de la autorización de mayorías especiales, como la eventual reforma constitucional que muchos imaginan viable en el entorno del futuro mandatario.
De una campaña a otra. De campaña en campaña. Así transitan octubre los líderes del oficialismo. En especial Cornejo, para intentar ganar con Macri y coronar el premio a su gestión que logró el domingo. Ya está satisfecho, pero si se puede más, mejor...