Nací en Tucumán pero vivo en Mendoza hace 30 años, siempre en la Cuarta Sección, sobre calle Jujuy, en la sede de nuestra veterinaria.
Con mi marido, Federico Correa, nos conocimos cuando estudiábamos en Río Cuarto y ahí decidimos venir a vivir a Mendoza. Tuve la suerte de que como me vine con él, que era mendocino, no tuve problemas, pero sí conozco a gente que es de otro lado que tiene algún tipo de inconveniente para integrarse a la sociedad de la provincia.
Aquí, en la “Cuarta de Fierro”, hemos vivido todo este tiempo; un lugar pintoresco y tradicional, con varias casas todavía muy antiguas, algunas de adobe y muy buenos vecinos. La característica de la zona es que siempre vivió gente mayor, muchos jubilados; lamentablemente la mayoría de nuestros primeros clientes ya no están. Siempre les cobrábamos menos porque sabíamos que muchos eran jubilados.
Beba de Carretero era nuestra vecina cuando llegamos y ella tenía la única farmacia en el barrio. Nosotros le alquilamos al lado la casa e instalamos la veterinaria, y después pudimos comprarle la propiedad. Luego compramos la casa donde vivimos, también por aquí cerca.
Tenemos muy buenos vecinos, como una familia chilena que vive enfrente, hace muchos años que están acá y ya son mendocinos. Todos nos conocemos; es más, cada uno tiene una lista con los teléfonos para llamarnos en caso de que suceda algún problema. Eso está bueno porque desde hace un tiempo hemos notado que la zona se ha vuelto un tanto insegura. Todos los días nos enteramos de algún robo o asalto.
La veterinaria ha sido el centro de reunión de las personas que nos han traído los animales accidentados o abandonados. Hasta hace unos años era la única veterinaria de la zona y nuestros clientes no eran solo los de la ciudad, sino también de los barrios aledaños tanto de Las Heras como de Guaymallén. Venían del barrio Ujemvi, 1° de Mayo, Pedro Molina, de El Bermejo. Y todavía sigue siendo un punto de referencia.
En el domicilio de calle Jujuy está la sede de la Fundación Cullunche, que nació entre un grupo de inspectores de Recursos Naturales para proteger la flora y la fauna local.
Como dato anecdótico, recuerdo cuando nos trajeron un monito que, al parecer, lo tenía un señor en una casa particular y se le había escapado. Cuando el mono vio que iba a quedarse encerrado en la veterinaria, decidió escaparse, se fue por los techos de las casas vecinas.
Entró a la casa de Beba y rompió de todo: tiró el salero, el pimientero, arrancó las membranas de algunos techos, hizo todo tipo de destrozos. Llegó la Policía y personal de Defensa Civil, pero se les escapaba también, hasta que lograron capturarlo. Volvió el mono y lo llevamos al Zoológico.
Este rincón de la Cuarta muestra una renovación: por ejemplo, desapareció la antigua estación de servicio que estaba sobre Jujuy muy cerca de la Costanera y ahora hay un pequeño centro comercial. Como es una zona baja, tenemos problemas de inundación de las casas durante las tormentas de verano.
En nuestro caso no, porque las casas fueron construidas previendo este problema y por eso están a una altura importante. Históricamente esta zona se ha inundado porque está en la parte más baja de la ciudad, junto al canal Cacique Guaymallén.
Aquí, cuando llueve, el agua corre de lado a lado. En varias ocasiones la corriente se ha llevado las piedras que tenemos en el jardín del frente de la casa.
Es por eso que algunas casas que están sobre el nivel de la vereda tienen problemas y en esta zona es habitual que varios frentes tengan compuertas que los vecinos cierran durante las tormentas para que corra el agua hacia abajo y así evitar que ingrese a las viviendas.
