De tapas por Barcelona

Los 4 fantásticos para degustar la ciudad de a bocados.

De tapas por Barcelona

Salir de tapas por la península ibérica es un ritual gastronómico que no puede pasarse por alto. Se dice que la costumbre encuentra su origen en la Edad Media, cuando las copas eran cubiertas por una rebanada de pan acompañada por una lonja de jamón que funcionaba como una tapa para mantener alejados a insectos u otras impurezas que pudieran echar a perder la bebida.

Siglos más tarde, las tapas son un básico de la cocina española que abarca los más variados y suculentos manjares. La ciudad condal, cerca del mar y de la montaña, ofrece una variada gama de productos frescos y sabrosos para disfrutar de este placer culinario con un perfecto escenario de por medio. Aquí nuestros elegidos para tapeos como Dios manda.

Bar Tomás

Carrer Major de Sarriá, 49, Sarriá. Si hablamos de tapas, las patatas bravas son un clásico ineludible y si hablamos de ellas, las del Bar Tomás son las mejores de Barcelona. Es un criterio no sólo avalado por esta humilde servidora, sino también por la popular revista de ocio Time Out.Ubicado en el residencial barrio de Sarriá, en la parte alta de Barcelona y alejada del núcleo turístico, el Tomás es un auténtico bar de barrio aunque son sus patatas bravas (2,5 euros), servidas en pequeñas porciones y con un exquisito y único alioli, las responsables de la fama de este tradicional lugar y la causa de que esté lleno  a cualquier hora del día.

Quimet i Quimet: Carrer del Poeta Cabanyes, 25, Poble Sec.

Ubicado en la calle Poeta Cabanyes al 25 -la misma que vio nacer al cantautor catalán Joan Manuel Serrat, aunque eso es un poco más arriba- y en pleno barrio de Poble Sec, el Quimet i Quimet es un secreto a voces. Esta bodega familiar, que comenzó en 1914 vendiendo vinos de producción propia y que hoy es atendida por su cuarta generación, se sitúa en un pequeño local que no supera los 30 metros cuadrados, aunque el aforo que permite -cual bolso de Mary Poppins- supera todas las expectativas de espacio. Aquí, el par de mesas con el que cuenta el lugar se comparten. Las personas que entran se acomodan como pueden y disfrutan del relato, no sólo gastronómico sino también costumbrista que cada día tiene lugar en el Quimet. Y es que, este bar de tapas reúne desde clientes de toda la vida que se acercan a hacer una copa, hasta viajeros de los más variados lugares -americanos, asiáticos, europeos y la lista continúa- que eligen sus tapas al azar y, teléfono mediante, toman fotos de los tentadores platos, la animada barra, sus tupidas paredes decoradas del suelo al techo por botellas y conservas y, por supuesto, una infaltable selfie. Sin embargo, más allá de lo pintoresco del sitio, el Quimet debe su fama -aquella que le ha dado un lugar en las más prestigiosas guías de viaje y periódicos del mundo- a sus exquisitas tapas. Aquí productos frescos y de calidad superlativa se sirven en cada porción y los resultados se notan en cada bocado. Se pueden degustar pinchos o montaditos, como le llaman a aquellas que se asientan en una rebanada de pan (desde 2 euros) o tapas que suponen pequeñas porciones de diferentes manjares ibéricos (desde 5 euros). Así, un pincho de salmón con yogur y miel trufada (2,5 euros), uno de queso azul con piquillo (2,50 euros), foie-gras con setas (5,5 euros) o alcachofas con queso (5,5 euros) son algunas de las tentadoras opciones. Para acompañar, ofrecen cerveza de elaboración propia de sabor suave y tostado (2,7 euros) así como también vermut de la casa (1,9 euro).

Café Pagés: Torrent de l´Olla, 27, Gracia.

Hace ya algunos años que el Café Pagés abrió sus puertas, allá por 2011. Como vecina en aquel entonces del barrio barcelonés de Gracia, conocí el sitio desde sus primeros días y hoy, años más tarde, he tenido la posibilidad de volver para confirmar que el encanto y la magia siguen intactos. Un piso damero da la bienvenida y un hall nos lleva a un amplio salón donde mesas cuadradas y redondas -ideales para grupos- reciben a los comensales.Aunque por su cuidada y coqueta decoración podríamos pensar que estamos en un bistró francés, el Café Pagés ofrece una contundente variedad de tapas tradicionales que escapan a las presunciones y apuestan por el sabor. Es que la palabra catalana que da nombre al lugar, hace referencia a las personas que viven en el campo y trabajan la tierra; así este bar restaurante honra con su carta los platillos propios -con algunas excepciones- de esta región, con una excelente relación precio-calidad aún para el bolsillo argentino.Así, el pan con tomate (2,5 euros) -manera en que antaño se ablandaba el pan duro- es un obligado y además, en el Café Pagés lo preparan especialmente bien; las croquetas (1,5 euro) -unas bolitas rellenas y cubiertas de pan rallado frito- son otro clásico de las tapas españolas y aquí pueden saborear, como en ningún otro lugar de la costa, las de calamares en su tinta, una opción completamente recomendable.Se suman a la carta, la bomba (2,9 euros) -una enorme bomba de papa rellena de queso cheddar-, los pimientos de padrón (4,15 euros) –pequeños pimientos verdes sazonados con sal gruesa- y las infaltables patatas bravas (4,4 euros). ¿Para beber? El fuerte de la casa son los gin tónics (desde 5 euros dependiendo de la ginebra).

La Champañeria: Carrer de la Reina Cristina 7, Barceloneta. 
        
Ningún cartel indica el nombre del lugar y para el transeúnte distraído, La Champañeria podría pasar completamente desapercibida. Sin embargo, el sitio tiene fama y mucha. Después de unos minutos en la puerta, de las personas que transitan el Carrer de la Reina Cristina -una estrecha calle de una cuadra de largo- la mayoría entra y los que no, hacen algún comentario alusivo al lugar.Es que, a pesar de su popularidad, La Champañeria conserva la autenticidad de las bodegas de antaño y es esto lo que hace de imán a quienes quieren disfrutar de su rústico encanto. Al entrar, las pretensiones de lujo deben quedarse de lado ya que la magia del lugar reside justamente en todo lo contrario.

La barra oficia de mesa para los más variopintos comensales que degustan las tapas de pie y buscan hacerse un lugar en el concurrido local, para apoyar sus rebosantes copas.La carta es limitada y simple pero contundente. Hay opciones de tapas desde 2 euros aproximadamente -tablas de embutidos, quesos, croquetas, aceitunas- y una amplia variedad de sandwiches (desde 2 euros) donde se destaca una de las especialidades de la casa, el de jamón serrano y queso camembert (3 euros).Aunque el denominador común que comparten todos los asistentes es su cava, un vino espumante que, en sus versiones de blanco y rosado, es la gran carta de presentación que ostenta el lugar. Se puede pedir por copa (desde 0,85 euro) o botella (desde 4,10 euros) pero lo que no se puede hacer, es dejar de probarlo.

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