"El tango por sí solo no existe, vive en las personas. Es llorón y perverso, mentira y verdad, amor y desamor, abarca todo". Parecen versos de un poeta arrabalero, pero son las palabras que elige el pianista Tito Gelfman para definir su pasión más grande.
Mientras lo dice, ve llegar, junto a su esposa Ana, a cada uno de los habitués del Ateneo. Como todos los jueves en Vararte, ellos mantienen viva esta magia, uniendo esos 2x4 que el tiempo fue dispersando: son los sobrevivientes del tango.
Así es, Mendoza tiene su propio refugio tanguero, y el 29 de noviembre cumple cinco años. Este centro de estudio, divulgación y difusión hace posible que tanto profesionales de la música como aficionados se unan para tramar amistades y proyectos. ¿El objetivo? Que el tango, ese patrimonio intangible de la humanidad, siga respirando.
"La gente viene y se sube al escenario, venciendo la resistencia y el pánico escénico. En vez de cantar en el baño o en la cocina, vienen al Ateneo, hacen su público y forman un repertorio. Después salen afuera y empiezan a habilitar cafés y teatros. Así se van desarrollando como profesionales del tango. Cumple la función de entidad intermedia que antes cumplían los clubes, cuando el tango se vivía en la calle", explica Tito.
Circuito en 2x4
Farmacéutico de profesión y pianista de vocación, Jaime "Tito" Gelfman nació en Rosario y fue adoptado por Mendoza, a la que volvió hace nueve años luego de una larga estadía en Buenos Aires. Allí, junto a Ana, que es actriz, recorrió innumerables bibliotecas populares, creando un circuito tanguero en el que tocaron junto a Jorge Sobral, Dante Gilardoni, Néstor Marconi y Zita Troilo, entre otros.
Con los años vinieron los reconocimientos, y terminaron siendo académicos de la Academia Nacional del Tango, distinción que recibieron del propio Horacio Ferrer.
-Cuando volvió, ¿tenía en mente generar un circuito parecido en Mendoza?
-Al principio no. Yo era representante legal del Quinteto Tangotán, del que Ariel Ramírez llegó a decir que era uno de los quintetos más importantes del país. Cuando volví, quise saber qué había pasado con mis compañeros y otros músicos. Con esa inquietud, junto a Ana empezamos a rastrear la historia.
Un trabajo minucioso, lleno de alegrías y frustraciones, porque algunos documentos se habían perdido, otros se los había consumido el agua o el tiempo, o los había destruido la propia viuda… A medida que aquilataban los datos, en un proceso que duró siete años, fueron editando los tres volúmenes de "Tango en Mendoza".
"En un momento nos dimos cuenta de que habíamos fundado un museo de papel, y de que teníamos que estar más con las personas vivas", dice entre risas, "así empezamos a pensar en un espacio donde el tango pudiera desarrollarse".
-¿Cómo fue el primer Ateneo?
-Invité a unos amigos que no se conocían entre sí a mi casa. En ese primer momento, el molde era hablar de la cultura tanguera, desde 1880 a estos días. Todas las semanas fuimos llevando nuevos invitados y terminamos siendo más de veinticinco personas.
Entonces decidimos dejar de ser ese grupo de amigos que se juntaba en privado, y salimos a la calle. Primero nos juntábamos en un café de la galería Independencia los lunes, y ahora recalamos en Vararte.
Con-sentimiento tanguero
En paralelo, su trabajo como compositor no lo deja quieto. Este año Tito recopiló diez de sus piezas en el disco "Tangos consentidos de cotorros y bulines", que puede conseguirse en el Ateneo.
"Son 'tangos consentidos' en dos aspectos: consentidos por mí para grabarlos, después de un proceso de madurez musical, y 'con sentidos', porque dicen cosas", explica.
"Flor y nata", "PoeTango", "Escala", "Valecuatro", "Rojinegro" son algunas de las obras en las que intenta plasmar sensaciones de un nuevo mundo a la vieja usanza. "Tango en crisis", compuesto en el 2001, sintetiza su poética.
"Esa composición no solo nace de la crisis social, sino fundamentalmente de la crisis en la que estaba entrando el género. Horacio Salgán dijo que el tango tiene un aspecto fundamental: el ritmo debe llevarse con dos elementos típicos, el piano o el contrabajo. Todo lo que no se hace de esa forma, no debería llamarse tango. Hoy hay penetración de ritmos de un tipo de música que viene envasada", explica.
Dos invitaciones
En medio de la entrevista, traen una invitación muy especial para Ana y Tito. Érica Ritman, la voz premiada en el último Festival Internacional de Tango de Medellín, quiere que estén presentes en un recital. "Ella venía de cantar en coros y empezó a frecuentar el Ateneo, salió de acá", comenta Tito, como un padre orgulloso. En un sucinto gesto, esa invitación parece resumir cinco años de dedicación y esfuerzo.
Quienes estén interesados en formar parte del Ateneo, pueden hacerlo acercándose al café cultural Vararte (Chile 1230), los jueves de 19 a 21. Para participar de las diferentes actividades que propone esta sociedad civil sin fines de lucro no hace falta tener conocimientos previos.