El hombre despierta en su pueblo, Manzanares, a 70 km del ruido la Capital. Ese es el refugio que Germán De Silva (65) eligió para rodearse de un poco de naturaleza, antes de cumplir su sueño de hacerse una casita en las sierras de Córdoba.
"Viví mucho tiempo en la ciudad, ya necesito un poco de olor a tierra". Él, que interpretó al jardinero autoinculpado de "Relatos Salvajes", cuenta que empezó con la actuación "de grande", recién a los 30 años, como terapia para salir de una crisis personal. "En el '77 me fui a Brasil. No es que estuviera metiendo bombas ni que tuviera necesariamente que irme, pero es este país, con los milicos, no se podía vivir. Brasil también estaba saliendo de una dictadura, pero allá era todo verde y amarillo. Y acá era todo negro", recuerda.
Cuando regresó, en el '82, "los milicos ya estaban de capa caída", pero él seguía dedicándo a oficios varios hasta que, por consejo de una amiga, encontró un "retorno a la infancia, una posibilidad de juego" con la actuación.
Hizo 30 años de teatro. Estudió con Norman Briski. Y todavía se emociona cuando refiere su primer protagónico en las tablas gracias a una obra escrita por Norman, basada en improvisaciones suyas y de otros alumnos.
Al tiempo, de a poquito, fueron llegando las ofertas para el cine. "Primero me llamaban estudiantes, para filmar cortos. Hice cosas chicas. Pero el momento en que ‘aparecí’ llegó en 2010 con la película ‘Las Acacias’, la opera prima de Pablo Giorgelli. Contaba la historia de un camionero que se encuentra con una madre y su hijita y las tiene que traer del Paraguay.
La dinámica de la película era el encuentro de esos tres seres, en la cabina de un camión, durante 1.500 km". A ‘Las Acacias’, internacionalmente, le fue muy bien. Ganó más de 20 premios. Y a partir de allí Germán se hizo ‘visible’ en la escena cinematográfica.
- ¿Cómo fue la experiencia "Relatos Salvajes"?
- Lo primero que me pasó es que quedé impresionado con el guión. Estaba -cosa poco frecuente- muy pero muy bien escrito. Damián (Szifrón) había tardado años en escribirlo. Así que no había "morcilleo", la cosa ya estaba en su mente. De entrada supe que iba a ser algo grande. Una de las consecuencias personales de ese éxito es que, por ejemplo, ya no tiene que pasar por el filtro de un casting. "Ahora estoy en ese momento en que puedo elegir los proyectos", dice con humildad y satisfacción.
Por eso, De Silva eligió este año protagonizar "La educación del rey", la serie dirigida por el mendocino Santiago Esteves, que se verá próximamente por los canales de TDA. "Mi personaje es un jubilado que se ha pasado la vida trabajando sobre un camión de caudales. Filmamos en uno de esos camiones, con los guardias reales, y tuve oportunidad de hablar bastante con ellos. Imaginate, son tipos que no saben si van a volver esa noche a su casa. Me llamó la atención un acróstico que tenían escrito en el camión, con la palabra vida. Verificar, Identificar, Determinar, Accionar".
A pesar de la alergia estacional que lo atacó durante el rodaje, Germán disfrutó la experiencia de trabajar con Esteves y su equipo. Y le pareció interesante la relación que su personaje establece con un ladronzuelo, el modo en que dos mundos se encuentran, se compenetran y se ayudan.
Precisamente ahora tiene, como actor, un desafío semejante. Para la película que el director venezolano Tom Espinosa piensa filmar en Buenos Aires, él prepara el rol de un director de escuela del conurbano, que se involucra con el caso de una chica atraída por las jeringas. "No para inyectarse heroína sino colágeno. Viste esta cosa del botox? Bueno, pero casera".
Su trayecto vital -fue sobreviviente, guía de turismo, pintor de casas, fotógrafo- le han dado la plasticidad necesaria para comprender el mundo de sus personajes. Y es por eso que, entre sus plantas, disfruta ahora leyendo guiones y estudiando papeles, lo más lejos posible de la televisión comercial.
