¿De quién son los votos? - Por Luciana Sabina

¿De quién son los votos? - Por Luciana Sabina
¿De quién son los votos? - Por Luciana Sabina

Durante las últimas jornadas asistimos a lo que parece ser un adelanto del panorama que encarnará la oposición en los próximos meses. La interna Cornejo vs. Macri tomó nuevamente relevancia nacional -luego de algunas declaraciones del mendocino- y de inmediato comenzaron las especulaciones sobre el futuro de Cambiemos. Horas más tarde, Miguel Pichetto tomó el guante posicionando al actual presidente como líder indiscutido de la futura oposición.

Los argumentos que buscan localizar a Macri en el pedestal opositor versan alrededor del 41% obtenido en la última elección. Pero ¿son realmente votantes del macrismo? ¿Coinciden con la influencia que tuvieron hombres como Marcos Peña? Algunos pensamos que no. Sin menospreciarlo en lo absoluto como dirigente, parece más coherente considerar que la polarización por la que siempre apostó el gobierno para crecer fue muy importante. Macri representó la única opción real para vencer al kirchnerismo y eso no debe dejarse de lado.

Tras el fracaso y con un radicalismo socio pero marginado del Ejecutivo nacional durante los cuatro años de gestión, es comprensible que hombres como Cornejo decidan disputar el liderazgo.

Del otro lado de la vereda ideológica sucede algo diferente. Mientras el fenómeno Alberto Fernández puede explicarse del mismo modo, pues jamás hubiese logrado ser presidente de no ser por la estrategia de Cristina Fernández, ella sí posee una gran cantidad de votos cautivos. ¿Por qué? La respuesta puede encontrarse en la Teoría de la Burocracia esgrimida por el alemán Marx Weber. La influencia que posee la viuda de Néstor Kirchner sobre sus electores parece propia de otra época. Weber la llamó “dominación carismática”, es decir aquella justificada por las características del líder y aceptada ciegamente por sus seguidores.

Este tipo de liderazgo abundó en nuestra historia. Los caudillos federales generaban fanatismo y fascinación, al punto de que se los consideraba mágicos o poseedores de poderes sobrenaturales. Un ejemplo palpable es el mito difundido de que Facundo Quiroga podía hablar con su caballo. Más cercanos en el tiempo nos encontramos con Hipólito Yrigoyen, Domingo Perón y Evita.

Singularmente en torno a Duarte siempre rondó la idea de su mística, algo que en las últimas semanas tomó nuevo impulso. Ana Macri fue una de las primeras diputadas argentinas, electa en 1951. Entre sus intervenciones en el Congreso señaló: “Esa Eva de la historia sagrada se reencarnó en nuestra Eva de la historia argentina [...] Dios la puso en la tierra para reencarnarse a sí mismo, como lo hiciera con Cristo”. En este marco fue el mismo Perón quien señaló a Evita como Santa.

En contraposición a este tipo de poder, Weber habla de la “Dominación legal” es decir “aquella que se asienta en la ley como principio legitimador en función de su racionalidad y es independiente del líder o jefe que las haga cumplir”.

En definitiva, vamos hacia un mundo en el que los votos carecerán de “dueños” porque los políticos van dejando de ser “santos” para convertirse en funcionarios electos para administrar lo público. Algo que comienza a evidenciarse dentro de la coalición de Cambiemos.

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