Un triunfo de “punta” en blanco. Sin ensuciarse la pilcha. Sin despeinarse.
El Cruzado ni transpiró para superar a Unión de Villa Krause y se mantiene invicto en el torneo (dos triunfos y un empate). Y lo hizo sustentado en sus delanteros de punta.
Villafañe los necesitaba más que nunca y ellos mostraron la chapa de goleadores que arrastran desde hace tiempo.
Cuando el juego no se abría y había que encontrar la llave para encausar el triunfo, Sacripanti se hizo cargo de un penal y fue marcando el camino.
El tránsito fue relajado y sin escollos en el desarrollo, pero había que liquidar el trámite para no tener sorpresas y ahí surgió el otro atacante que vive de los gritos de gol: Germán Gigena.
El DT prescindió de Coria-una pieza clave- en el segundo tiempo y apostó por el ex Desamparados (SJ). El artillero no falló, porque a los dos minutos de haber pisado el campo de juego demostró que quiere ganarse un lugar entre los once titulares.
Uno en cada tiempo, y en los momentos justos, le dieron a Maipú las armas justas para saber cómo acomodarse frente a un rival que paseó su crisis por calle Vergara.
Llevar adelante el partido con solvencia y sin sobresaltos, también fue producto de una actuación colectiva que fue creciendo con el correr de los minutos.
Pese a las bajas por lesiones antes de los 40 minutos de la etapa inicial, el equipo no se desordenó y mantuvo la postura que predica su adiestrador desde afuera. Es más, mejoró mucho con el trabajo de Lucas Allosa.
Siendo firme en el fondo y equilibrado en el medio, Villafañe sabía que arriba podía hacer daño. Y sus tanques no perdonaron.
Por eso duerme tranquilo.