Alfredo Cornejo avanzaba con pelota dominada. Se acercaba al área eludiendo rivales, en posición de enganche. Enfrente, la Corte se cerraba en el fondo con cuatro jueces que cuidaban el arco. Las tribunas llenas de votos aplaudían al Gobernador. Y cuando estaba a punto de hacer el gol, de la nada apareció un simpatizante de su propio equipo, le quitó la pelota y la pateó afuera.
El sueño convertido en pesadilla describe la semana del Gobierno, que arrancó cuando sorprendió a propios y extraños con el proyecto para ampliar la Suprema Corte y quitarle peso al “bloque opositor”.
Pero al otro día, debió dar explicaciones y enfrentarse al Gobierno nacional por un impuesto al vino que lo dejó expuesto políticamente.
Luego, más inadvertido pero vaticinando una tormenta aún no desatada, el peronismo votó en contra de las leyes de Avalúo e Impositiva, que año a año son apoyadas por la oposición casi por protocolo.
Al oficialismo le alcanzaron sus votos en la Cámara de Diputados para que ambos proyectos avanzaran al próximo paso, el Senado. Pero la postura del PJ expuso su nivel de anarquía interna y las dificultades que va a tener el Ejecutivo cuando deba tratar el Presupuesto y, sobre todo, el endeudamiento.
Así, Cornejo de pronto se vio con tres frentes abiertos que lo obligan a desdoblar energías, o bien priorizar y avanzar paso a paso.
Prioridad 1
La decisión del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, de aplicar un impuesto al vino y los espumantes, del 10 y el 17 por ciento respectivamente, dejó mal parado al Gobierno provincial, que durante meses había desmentido una decisión de ese tipo.
Cornejo contó que le habían dicho que aún estaban analizando la idea y al otro día lo anunciaron. Casi una estocada por la espalda. En el entorno del mandatario dicen que Dujovne lo lanzó antes de terminar de negociar. Sólo había aceptado bajar algunos puntos el tributo del vino, pero no el de los espumantes.
El “impuesto al champán” en realidad viene postergándose desde los '90 mediante decretos y a cambio de que las bodegas reinviertan el 3% que debían tributar.
El ministro de Economía, Martín Kerchner, tuvo que actuar de bombero y salir a contener el fuego primero. Luego, el propio Cornejo recibió a las cámaras vitivinícolas, entre las que hay algunos dirigentes identificados con el peronismo a los que tenía apuntados en la última campaña electoral.
No hubo negación ni alineamiento con la Nación, como pasó durante el kirchnerismo. Tampoco palabras de ocasión ni compromisos vagos.
Rápidamente se acordó un plan, incluso con la vecina San Juan. Y Cornejo prometió ponerse al frente de la lucha. “Si hay algo que no le falta es sensibilidad política”, admite uno de los empresarios que participaron de las charlas.
El Gobernador salió a manifestar su disgusto mediáticamente, en Mendoza y en Buenos Aires. Y no le esquivó a la confrontación con la Nación, por ahora sólo focalizada en Dujovne. El mensaje es claro: el vino no representa lo mismo que la cerveza, ni cultural ni económicamente.
El ataque no incluye a Mauricio Macri porque el manual de la política así lo indica: el Presidente representa la instancia de apelación, el que emitirá el veredicto final. Apuntarle sería dinamitar los puentes.
Desde el Gobierno le ponen números al conflicto: en el mejor de los casos, el nuevo impuesto le aportará a la Nación 3.500 millones de pesos anuales, una cifra ínfima al lado del enorme agujero del déficit fiscal que se pretende cubrir.
Pero no sólo es escaso, sino que además buena parte de ese dinero, dicen en Economía, va a tener que usarse para ayudar a los pequeños productores, que en definitiva van a ser las primeras víctimas cuando baje la demanda y eso haga caer el precio del vino. La problemática económica se transformaría en social.
El resto de la reforma tributaria, como contrapartida, generaría un beneficio para los empresarios: los cálculos oficiales hablan de una mejoría de la competitividad (o la rentabilidad) de 3,5%.
A la reunión que hubo ayer a la mañana en la Casa de Gobierno, los empresarios llevaron sus propios números, estimados por la Fundación Mediterránea: en 5 años, el sector aportaría con el gravamen 150 millones de dólares, mientras que la reforma les ahorraría u$s 50 millones.
Más que el dinero, lo que ha molestado a todo el sector es que Dujovne haya catalogado al vino como bebida no saludable. “Va en contra de todos los lineamientos comunicacionales que sostenemos hace años”, se queja un bodeguero de peso.
Si alguien toma dos copas de vino no pasa un test de alcoholemia, se le planteó. “Pero también comer fideos de más hace mal y no le ponen un impuesto a los fideos”, contraataca el bodeguero.
“Que un ministro diga que el vino no es saludable es ofensivo, agraviante y muestra desconocimiento. Ningún ministro de un país productor de vino diría algo así”, aporta otro hombre de la industria.
Por eso, cuando mañana se reúna en Buenos Aires con Marcos Peña, Cornejo llevará en el maletín un grueso volumen titulado “Vino y salud”.
Los empresarios esperan resultados. De lo contrario volverán a la carga. Desde la Nación avisaron que quieren arreglar, pero no están dispuestos a dar marcha atrás... otra vez. El Gobernador tiene poco margen.
Lo que sigue
Una vez que el Senado trate los proyectos de Avalúo e Impositiva será el tiempo del Presupuesto 2018, que contempla un endeudamiento de $ 1.900 millones y para autorizarlo se necesitan dos tercios de los votos de ambas cámaras. Ahí tiene otro problema a resolver Cornejo.
El resto lo aprueba con la mitad más uno, que hasta abril de 2018 tiene garantizada en ambas cámaras. Pero para la nueva deuda necesita negociar con el peronismo los votos que le faltan.
Desde que inició su gestión, el Gobernador se queja de que en el PJ nadie manda y que los acuerdos con los intendentes luego no se ven reflejados en las votaciones legislativas. De hecho, fueron los diputados los que decidieron por su cuenta el miércoles oponerse a Avalúo e Impositiva.
“Es un quilombo. El bloque lo manejan Tanús e Ilardo. Los Félix querían que perdieran los Bermejo y los Bermejo que perdieran los Félix. Perdieron todos y no hay con quién hablar”, se lamenta un operador legislativo de Cornejo.
Si no consigue el aval para el endeudamiento, estará obligado a ahorrar mucho más de lo previsto.
Como todo tiene que ver con todo, el impuesto al vino le sirvió al PJ para reaccionar y mostrar un discurso unificado tras la paliza.
Algo similar, estiman, ocurrirá con el proyecto para ampliar la Corte de siete a nueve miembros. El PJ ya salió a cuestionar, sabiendo que será ley aunque vote en contra.
En definitiva, lo que amenaza el plan oficialista es la primacía que indirectamente tiene el PJ en el máximo tribunal a partir de tres jueces peronistas y un radical que detesta el estilo avasallante del Gobernador.
Por eso, sabiendo de la necesidad que tendrá Cornejo de su voto, el demócrata Marcos Niven, aliado en Cambia Mendoza, marcó diferencias. El voto clave siempre vale doble.
Paradójicamente, la prioridad que se había planteado Cornejo para este momento, pasó al último lugar de la lista. Su guerra con los jueces deberá esperar.