De Moscú a Uruguay Princesa Ekaterina, la última de los Romanov

La sobrina del último zar sobrevivió a la masacre de 1918. Huyó con su madre por medio mundo y se afincó en Carrasco, murió a los 92 años.

De Moscú a Uruguay   Princesa Ekaterina, la última de los Romanov
De Moscú a Uruguay Princesa Ekaterina, la última de los Romanov

En medio de las conmemoraciones de los cien años de la revolución comunista en Rusia, es poco conocido en la Argentina que vivió muchos años en Uruguay, donde murió a los 92 años, la última heredera de la familia Romanov, sobrina segunda y ahijada del zar Nicolás II, masacrado junto con su esposa la zarina y sus cinco hijos en Ekaterimburg por los bolcheviques, el 17 de julio de 1918.

La historia de “Su Alteza Serenísima princesa de sangre imperial” Ekaterina (Catalina) Ioánnovna Romanova, ha vuelto a las crónicas públicas gracias a artículos de la agencia rusa Sputnik y al libro de Gregory Korolev “Los rusos en Uruguay - Historia y modernidad”, que le fue encargado por un ente oficial de Moscú.

Se trata de una historia marcada por la tragedia de la represión a los aristócratas, sobre todo a los parientes de la familia Romanov, que durante tres siglos controló el poder en Rusia, hasta que fue exterminada por los vientos revolucionarios que culminaron en la toma del poder por los bolcheviques, el 7 de noviembre de 1917, del Palacio de Invierno de San Petersburgo, la capital del imperio, que había sido fundada siglos antes por Pedro el Grande.

Ekaterina Romanova había nacido el 25 de julio de 1915 en el histórico palacio de Pávlovsk, uno de los principales de la familia imperial en la zona de San Petersburgo, que Catalina la Grande regaló a su hijo, el futuro zar Pablo I. Era tataranieta del zar Nicolás I, que reinó entre 1825 y 1855. En sus primeros años de vida pasaba mucho tiempo jugando con el heredero al trono, el zarévich Alexei, asesinado en la masacre de Ekaterimburg junto con su familia.

Al día siguiente de aquella tragedia, el 18 de julio de 1918, en medio de la guerra civil que siguió a la revolución rusa, en la ciudad de Alapáevsk, fue ejecutado el padre de Ekaterina, el príncipe Joan Konstantinovich, junto con media docena de grandes duques y príncipes de la dinastía Romanov.

Su madre, la princesa Elena Petrovna, hermana de Alejandro el Unificador, rey de Yugoslavia, se hizo arrestar en un intento inútil de salvar a su esposo. Estuvo detenida en el Kremlin de Moscú y gracias a la intervención de la embajada de Noruega consiguió ser liberada y obtuvo el permiso para irse de Rusia.

Su madre, abuela de Ekaterina la llevó a ella y a su hermano mayor Vsevolod a Suecia. Más tarde, la princesa Elena se trasladó con los hijos desde Suecia a su patria, Serbia, donde residieron 8 años. Para dar a los niños una buena formación, fue a vivir a Francia y después a Gran Bretaña.

Con su madre, Ekaterina viajaba con frecuencia a Italia, donde conoció al marqués Ruggiero Farace de Villaforesta, un diplomático de carrera con el que se casó en 1937, a los 22 años. Del matrimonio nacieron Nicoletta (1938), Fiametta (1942) y Giovanni (1943).

En 1963, la cancillería italiana envió al marqués Farace como embajador al Uruguay, donde la familia permaneció hasta la muerte del marqués, en 1970. En 1966 su hija mayor, Nicoletta, se casó con un empresario uruguayo y sigue residiendo en Montevideo. Su hermana Fiametta se fue a vivir a Estados Unidos y su hermano Giovanni a Francia.

En 1981, Ekaterina (Catalina) decidió radicarse definitivamente en el barrio de Carrasco, en Montevideo, donde viven muchos ricos uruguayos.

También iba varias veces por año a Punta del Este.

Recuerdan que la princesa “pintaba mucho e invariablemente tenía gatos persas, pero dedicaba la mayor parte del tiempo a educar a sus nietos y a la lectura. Era una apasionada por la música clásica y el cine. Tenía una vida social en la colectividad británica de Uruguay”, escribe Koroliov en su libro.

Koroliov escribió que Ekaterina “amaba ardientemente a Rusia y seguía con atención las noticias de nuestro país. Escuchaba las emisiones de los discursos del presidente Vladimir Putin y se los traducía literalmente a su hija Nicoletta y a sus nietos”.

La princesa murió el 13 de marzo de 2007 en Montevideo a los 92 años. Con su muerte se cortó también por línea femenina la dinastía Romanov Konstatinovichi. Pocos meses después, en la catedral de la histórica fortaleza de San Pedro y San Pablo, que alberga los restos de la dinastía Romanov, se llevó a cabo una misa de réquiem en memoria de la princesa Ekaterina.

En la capital rusa, el Patriarca de Moscú y Toda Rusia bendijo en una misa la memoria de la última heredera de la dinastía que por tres siglos gobernó Rusia, hasta la revolución de 1917.

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