De Medrano a Mendoza en bicicleta

El autor rememora aquellos años de su infancia en la zona rural del Este, sus juegos, sus escuelas y su incursión en el deporte que lo hizo famoso.

De Medrano a Mendoza en bicicleta

Nací en Medrano, una zona que es parte tanto de Rivadavia como de Junín. A nosotros nos anotaron en Junín, vivíamos en una casa sobre lo que es hoy la calle Lemos, a unos 500 metros de la calle principal, La Legua, que une Palmira con el dique Benegas. Crecimos en el campo; el vecino más cercano estaba a unos 300 metros y el pueblo está cuatro kilómetros.

Mi infancia fue como la de todo niño de aquel entonces que vivía en la zona rural. Jugábamos a la pelota en los momentos que teníamos libres, porque en aquella época, además de ir a la escuela, trabajábamos en la viña, en las plantaciones. Fui a dos escuelas, en los primeros años a la Nacional 1480: primero, segundo, tercero y cuarto grado. Y los tres últimos años cursé en la escuela del pueblo de Medrano, en la Isaac Melchor Echeverría.

Mi papá era capataz de finca. Estábamos en los viñedos, en los potreros. Con siete años ya trabajaba, medio día en la chacra y medio día en la escuela, era la realidad de la zona, era normal. Hoy uno se imagina que en esta época lo hubieran metido preso a mi padre por hacerme trabajar a mí y a mis hermanos. Éramos siete,y mis padres. Es decir que había que trabajar. Pero nunca nos faltó un trapo, un plato de comida, y lo que consumíamos para alimentarnos, el 80 por ciento lo producíamos nosotros, teníamos tierra para cultivar.

No recuerdo a alguien en particular, todos éramos chicos y jugábamos al fútbol en el potrero de atrás de mi casa; siempre había niños y eran hijos de contratistas, que estaban por temporadas. De todas maneras, sí recuerdo que con un vecino del pueblo Marcelino Gómez hemos salido a andar en bicicleta cuando teníamos unos 17 años, antes de iniciarme en la competencia. Aprendí de grande a andar en bicicleta, a los 14 años. En la casa había cinco; eran de mis hermanos y de mi padre.

En ese entonces me surgió la inquietud de conocer el Calvario, en Carrodilla. Pero antes el camino más corto a la ciudad por Barrancas prácticamente era una huella, no se podía transitar bien. Por eso había que ir por Palmira y desde allí a Mendoza o a Godoy Cruz, en este caso, hasta el Calvario.

Salimos de Medrano, pasamos Palmira y cuando llegué a San Roque me tenían que venir esperando. Todavía no estaba para hacer un gran esfuerzo, me enojaba con mi hermano porque no me esperaba. Y en realidad era que yo no iba al ritmo de él. Entonces allí empezamos a entrenar a andar más en bicicleta. Mi hermano comenzó a correr las primeras carreras que eran organizadas por las uniones vecinales, que eran quienes hacían algo por la comunidad.

Ya pasaron 60 años arriba de la bicicleta. Fue el 22 de abril de 1956. Unos vecinos organizaron una competencia en San Martín. Mi hermano iba a correr y no pudo. Me prestó su bici y plata; corrí y gané. El 3 de junio ya era campeón de la provincia; en octubre del mismo año ya era campeón nacional. Y en noviembre subcampeón sudamericano.

La gente de Medrano me apoyó siempre. Mi papá, que venía de Palmira, era un hombre muy respetado de la zona, era una familia de trabajo que no estaba ligada al deporte, es decir que en mi casa no tuve influencia deportiva. Me acuerdo de todo. Cuando salí campeón nacional en octubre de ‘56, el tren que paraba en Palmira, no sé por qué pero me llevó a Mendoza y me fueron a buscar de Medrano a la estación de acá (Belgrano y Av. Las Heras) en una camionetita.

Cuando empecé a correr no conocía la ciudad de Mendoza, vivíamos allá y allá estábamos siempre. Y así fue hasta los 25 años, de ahí pasé a Palmira, 1961, cuando me casé nos mudamos a Palmira y en el ‘67 nos vinimos a Godoy Cruz.

Mi señora, Marta Martínez también es de Medrano; cumplimos 54 años de casados en diciembre. Ella vivía en el pueblo, pero después se vinieron a trabajar a unas fincas cercanas y ahí nos conocimos. El padre me acompañó mucho tiempo en las carreras y ahí aproveché la ocasión. Hemos tenido la suerte que en los pueblos nos conocemos todos.

Pero como de muy chico me dediqué enteramente al deporte no participé en las reuniones del pueblo. Me acuerdo de la familia Martínez, que no tiene nada que ver con mi señora, los Araya y los contratistas de la fincas. Eran los vecinos que teníamos más cerca.

Mi juventud prácticamente fue ciclismo, ciclismo y ciclismo; corrí 23 años consecutivos y me dedique a la vida en familia ya en la ciudad. Pero he sido reconocido, en el pueblo hay una calle de un barrio que lleva el nombre de Ernesto Contreras. Hace un tiempo me dijeron que la calle La Legua iba a llevar mi nombre, pero todo quedó en promesas. Allí en esa calle había una finca de un señor que me conocían de niño y cuando pasaba entrenado, tenía listo un racimo de uva.

* Ciclista con varios títulos, más conocido como "El cóndor de América". Oriundo del Este, vecino de Godoy Cruz.

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