La declaración de la emergencia de seguridad pública por decreto y prorrogable por un año, que incluye la controvertida autorización para el derribo de aeronaves; el traspaso, finalmente, de la Policía Federal al gobierno porteño; la confirmación por parte de un tribunal de apelación salteño de que la dirigente social Milagro Sala seguirá detenida; el irresuelto conflicto petrolero en Chubut que desembarcó en las oficinas de la Rosada en busca de una solución y que amenaza con tomar otras dimensiones... La enumeración podría seguir: en esta sexta semana de gobierno de Mauricio Macri, el frenesí continúa.
Sin embargo, los soles y las sombras del gobierno de Cambiemos en estos últimos siete días, a riesgo de caer en reduccionismos, pasaron por la primera presencia de un presidente argentino en Davos tras trece años, como por la abrupta irrupción de la pelea por la coparticipación federal de impuestos, con perspectiva de profundizarse, del mismo modo que por la inflación y sus previsibles implicancias a la hora de las paritarias.
Los tres días de apretadísima agenda de Macri en el principal foro económico-financiero mundial sirvieron para marcar un reingreso de Argentina a nivel global, con brusco giro internacional incluido. Como sucedió con anterioridad, sobre todo en los años de Carlos Menem, Argentina, esta vez con el inédito acompañamiento de uno de los líderes de la oposición, Sergio Massa, volvió a ser una de las "niñas mimadas" de Davos.
De la multiplicidad de reuniones (28 en tres días, a razón de 15 minutos con los Ceos empresariales y de 30 con los jefes de Estado), al margen de los compromisos de inversión, sobresalieron definiciones en materia económico-financiera. Estados Unidos dejará de vetar posibles créditos a Argentina de los bancos Mundial (BM) e Interamericano de Desarrollo (BID), como lo hace desde 2011. Argentina, como sucedió hasta que Néstor Kirchner pagó la deuda al FMI, volverá a permitir que ese organismo audite los números de su economía, sin que ello implique, al menos por ahora, ir en pos del crédito fondomonetarista, condicionadísimo, como es sabido. Washington, por lo demás, estaría dispuesto a gestionar ante los fondos buitre para alcanzar algún acuerdo, hoy dificultado, como lo admitió Macri. Señales todas, en definitiva, que empiezan a abrir las puertas al acceso al financiamiento internacional del que, más de una vez por razones políticas internas, renegó el gobierno de Cristina Fernández.
La reunión con el primer ministro británico, David Cameron, por otra parte, marcó un giro pero también sirvió para constatar, por enésima vez, que a Londres excluyentemente sólo le caben los negocios e inversiones (petróleo y pesca en Malvinas). Los términos utilizados tras la reunión por Downing Street 10 son elocuentes por demás: "Que les quede claro" que la posición de Londres no ha variado y que la de los kelpers tampoco: seguir siendo parte del Reino Unido.
Sobre el final de sus días en Davos, Macri tuvo dos definiciones políticas relacionadas con las sombras locales de las últimas jornadas, que tendrán fuerte impacto hacia las semanas por venir y en su relación con el mosaico de gobernadores del PJ. "Massa es uno de los líderes más importantes de la oposición y tiene serias posibilidades de terminar siendo quien conduzca el partido peronista en los próximos meses", es una de ellas.
Así, Macri eligió al opositor que prefiere y se metió de cabeza en la interna del PJ, agitada por estas horas con reuniones de sectores múltiples (cuatro, por lo menos) de cara a la renovación de autoridades en mayo próximo. Este fin de semana será prolífico en encuentros pejotas, pero el que sobresale es el de San Juan. Hacia allí confluirán, hoy sábado, la mayoría de los gobernadores justicialistas, entre ellos el pretencioso salteño Juan Urtubey, más unidos que por la conducción del PJ, por la ofensiva y la discriminación que contra sus administraciones, entienden, desató la Rosada con el decreto 194 del martes pasado: de un plumazo, la cuna del macrismo, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, gobernada por el macrista Horacio Rodríguez Larreta, pasó a recibir coparticipación, sin más, de 1,40 a 3,75. Resultó la segunda ayuda vía decreto por parte de Macri a un distrito propio, después de los alrededor de 14 mil millones a la gobernadora bonaerense macrista, María Vidal, para pagar sueldos de diciembre y medio aguinaldo.
El aumento, de 168%, son 18.721 millones de pesos más para la Caba en 2016. Es el doble del gasto con el que se intentó justificarlo, el del traspaso de la Federal. Buena parte de los 800 millones de dólares de la deuda que este año tiene que afrontar Rodríguez Larreta de la que contrajo su antecesor Macri. De allí el malestar de los gobernadores PJ, que se sienten discriminados respecto de los que uno de ellos, cuyano él, denominó "el grupo de los 5": los macristas bonaerense y porteño y los cordobeses, santafesinos y puntanos, que han hecho mutis por el foro, beneficiados por la devolución del 15% de la coparticipación que falló la Corte, que Cristina extendió al resto de las provincias y que Macri derogó.
"Este año la inflación estará más cerca del 20% que del 25%", fue la segunda definición de Macri en Davos. Pidió, en consecuencia, "colaboración" de Hugo Moyano a la hora de las paritarias. Pero Moyano (ni hablar los jefes de centrales kirchneristas) está lejos de ese porcentaje. El titular de los docentes bonaerenses, Roberto Baradel, primer paritario del año, dijo que no acordará en menos de 35%.
¿Cuál debería ser el parámetro? El Gobierno plantea la negociación sobre la inflación prevista para 2016. Los gremios, en cambio, se basan en la de 2015 y en la que se perfila para este año. El Indec dijo que recién en el segundo semestre habrá un IPC creíble tras la emergencia pero que, en tanto, la referencia deben ser los índices porteño y puntano: 3,9% y 6,5% en diciembre, y 26,9% y 31,6% en todo 2015, respectivamente. Sea cual fuera, el metro dista bastante del que tiene la Rosada.