Por José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
Semana de vivencias encontradas la del gobernador Cornejo. Fue uno de los gobernadores elegidos para la gala de recepción al presidente Obama, la noche del miércoles en Buenos Aires, mientras aquí, en la provincia, la disputa con el gremio docente llegaba a su máxima tensión por el debate en la Legislatura, que llevó a sus leales legisladores a encarar y sortear las primeras divergencias fuertes en el interbloque oficialista.
Mientras Cornejo sigue gozando de su ganado respeto nacional por liderazgo y austero manejo de las cuentas públicas, puertas adentro de Mendoza libra una batalla durísima, que varios de sus críticos consideran que algún día puede tornarse pírrica si no flexibiliza sus métodos cuando surgen escaramuzas como las recientes.
La razón de las abstenciones
No fue un hecho político aislado. La decisión de dos diputados del interbloque de Cambia Mendoza de abstenerse de votar el proyecto para la aprobación del decreto de aumento a los docentes, puede haber constituido el primer dolor de cabeza fuerte para el oficialismo y muy especialmente para el gobernador, Alfredo Cornejo.
Aquel armado político que el año pasado puso a Cornejo como modelo de cómo nuclear a la oposición al kirchnerismo en el país, sufrió su primer contratiempo. Por eso, la misma distancia que, en líneas generales, el Frente Renovador está manteniendo con el gobierno de Mauricio Macri antes de las votaciones cruciales, se advirtió por primera vez en el ámbito provincial. La diferencia radica en que aquí una diferencia hace mucho más ruido por tratarse de una misma coalición de gobierno.
El sindicalista y diputado Guillermo Pereyra recibió una llamada de su referente nacional, Sergio Massa, sugiriendo que en medio de la gravedad del conflicto que se planteaba entre el gobierno de la provincia y el SUTE no resultaba desde ningún punto de vista conveniente que la sesión especial del lunes se llevara a cabo. El criterio del líder del Frente Renovador fue compartido por su legislador en Mendoza, que dispuso expresarse públicamente y anunciar que no estaba dispuesto a participar de la sesión en medio de la confusión reinante y por no compartir el método del decreto elegido por el Ejecutivo.
La postura inflexible de Pereyra cayó como un balde de agua fría en el seno del cornejismo, pero en el tire y afloje entre el legislador y sindicalista y el presidente de Diputados se impuso la postura de aquél de no sesionar para dar paso a una instancia que nadie había contemplado: una mesa de diálogo a la que se debía invitar a empresarios y religiosos, entre otros sectores.
Dicen que el propio Gobernador aceptó, en diálogo telefónico, los argumentos de Pereyra, pero con el compromiso de éste de que cualquiera fuese el resultado de la mesa de conversaciones del martes, el legislador dijera presente a la hora de dar quórum para la nueva convocatoria, del miércoles. Y así ocurrió. La urgencia política del caso convirtió a esa pretendida mesa de conversaciones en algo totalmente inútil que dejó mal parados a los invitados.
De todos modos, Pereyra siguió marcando su diferencia conceptual sobre la forma de instrumentar el incremento de sueldos y también el criterio aplicado para medir el ausentismo a través del polémico ítem Aula, lo que lo llevó a abstenerse de votar. A su postura se sumó, causando más sorpresa aún, el demócrata Marcos Niven que, al no votar, forzó un empate que tuvo que decidir a favor del Poder Ejecutivo el presidente de la Cámara baja, Néstor Parés.
En cuanto a la actitud coincidente del demócrata Niven, que también se abstuvo y forzó el empate en el recinto, surgió en acuerdo con el presidente de su partido, Carlos Balter.
Sin embargo, el legislador del PD en el frente Cambia Mendoza parece haber ido más allá que su colega del Frente Renovador y lanzó argumentos por su decisión basados en una aparentemente relativa participación de su partido en la toma de decisiones del Gobierno (ver página 4). Es un dato no menor teniendo en cuenta la cercanía ideológica de los demócratas con el macrismo.
Hay quienes aseguran que la inflexible posición del gobierno local en el tema docente comienza a generar algunos ruidos en el ámbito gubernamental nacional.
La oposición que viene
Mientras Cornejo y sus legisladores producen los reajustes necesarios luego del sacudón que generaron los socios políticos que se abstuvieron de votar en el tema docente, en el Gobierno se sigue con atención qué pasos da la oposición política.
Existe la idea de que en estos momentos el SUTE representa una avanzada política de sectores de izquierda y kirchneristas que, como ocurre con la gestión de Mauricio Macri, pretenden no dar tregua al gobierno provincial.
Se trata de una oposición fuerte en el plano gremial estatal que en el ámbito legislativo encuentra por el momento la mano de un justicialismo que se hace fuerte por el número de bancas a su cargo ante la falta de un derrotero; el PJ no tiene estrategia definida porque carece de conducción. Sólo por el innato olfato político de muchos de sus integrantes, los bloques del Frente para la Victoria usufructuaron el hecho político generado por el conflicto docente confiando en algún rédito mientras esperan qué pasos dar para lograr la necesaria y anhelada reorganización interna.
Nada, ni nadie, parece hacer cambiar en lo inmediato la postura inflexible de Alfredo Cornejo de dar pelea a los sectores estatales. El Gobernador insiste en no dar ventajas que terminen condicionando su gestión por tener que otorgar aumentos salariales que sobrepasen las posibilidades de la provincia. Cuenta, como también ocurre con Macri a nivel nacional, con el consenso mayoritario de quienes lo votaron por la promesa de una gestión ordenada. Es por ello que pasa en cuestión de minutos de una gala VIP nacional e internacional al ring de la confrontación cotidiana.