Mauricio, con miedo al “costo político” jamás se ha arreglado un país -y con el FMI tampoco. Tuviste una oportunidad histórica, la mayoría de los argentinos y el mundo entero confiábamos en vos, y te tuvimos paciencia, mucha paciencia, casi infinita.
Pero en lugar de ahorrar donde los anteriores presidentes derrocharon, seguiste el mismo camino y lo único que se te ocurrió fue incrementar la presión fiscal y empobrecer aún más las castigadas pymes (que son el sostén de la economía nacional) y la clase media a través de incrementos insostenibles en los servicios y la nafta.
Tuviste miedo de limpiar donde la patria está sucia, tuviste miedo de atacar los privilegiados y de enfrentar el verdadero cáncer de la nación. Terminaste donde todos los gobiernos débiles, ineptos y fracasados terminan: desfilando por Washington y pidiendo plata al Fondo Monetario.
Armaste, junto con tu mesa chica (tampoco juntaste el valor de cambiar las caras más que gastadas en tu ultima reorganización del gabinete… ) y a pedido del Fondo, un “listado de ahorros” para finalmente llegar a un déficit cero; pero lamentablemente no encuentro un solo elemento que hubiera ignorado tu fantasma del miedo al “costo político”.
Ya sé que es tarde, pero todavía tengo la esperanza de que no sea demasiado tarde, y es por eso que te sirvo un plato de “food for thought”, algunas ideas y sugerencias para ahorros con los cuales se puedo arreglar el déficit fiscal sin ocurrir a las viejas recetas que siempre son tan dolorosas para el pueblo.
En primer lugar habrá que anular (por decreto) los contratos laborales (que eran simplemente favores políticos y nepotismo puro) de todas las incorporaciones al Estado y sus instituciones de los últimos 24 meses de la administración anterior; algo que deberías haber hecho el mismo día en el cual asumiste.
Pedile a tu amigo Dujovne que elabore los números exactos; a mi entender sólo este rubro representa más del 12% de tu déficit. Después pon el ojo (y también un lápiz bien afilado) en la Justicia.
En ningún país del mundo los empleados del Poder Judicial no pagan impuestos a las ganancias. Tampoco existe otra nación que tiene tantos empleados en sus Cortes. Te doy un ejemplo: La Corte Suprema de Argentina tiene 4.732 puestos y cuesta (Presupuesto 2018) seis mil millones de pesos, lo que equivale al tipo de cambio promedio unos 320 millones de dólares.
En comparación, La Corte Suprema de EEUU tiene aproximadamente 500 empleados y un presupuesto anual de 89 millones de dólares. Analizando los números con el respectivo PBI per cápita, en Argentina eso significa el 0,389% del PBI mientras en EEUU llegan a apenas 0,13 %.
En la Corte Suprema de Noruega, para nombrar otro ejemplo, trabajan 60 personas. Seguramente la cantidad de choferes en la nuestra supera ampliamente este número. Entre el 2007 y el 2016, el presupuesto del Ministerio Publico Fiscal incrementó su presupuesto en 1.791,7%, es decir de 242 millones de pesos a 4,6 mil millones. ¿No te parece que hay un pequeño potencial de ahorro ahí?
Con buena voluntad ( y sin miedo al “costo político”) se puede encontrar otra fuente de ahorra masivo en las jubilaciones de privilegio. Hablemos un minuto de los “Planes”: hay miles y miles de argentinos que dependen de ellos y lo considero, desde el punto de vista social y humanitario, muy adecuado que sigamos con ellos.
Pero deberíamos evaluar y controlar rigurosamente todos los destinatarios, uno por uno; no creo que regalar plata a los punteros políticos “K” es un acto de inteligencia superior.
El déficit fiscal no es el problema per se, sino la consecuencia de problemas no atacados y no resueltos, igual que la inflación. El verdadero problema es el nepotismo, un sobredimensionado aparato estatal y la total ausencia de inversión extranjera.
Lamentablemente, nunca se implementó el famoso “protocolo” de la señora Bullrich (si verdaderamente ha existido en algún momento).
Te hacen falta, con suma urgencia, tres arreglos fundamentales: el primero, las leyes laborales; el segundo, el caos diario en las calles de Buenos Aires; y el tercero la seguridad jurídica. No estamos dando la impresión de un país ordenado a un potencial inversor.
Es utópico intentar convencer inversores en New York si el Puente Pueyrredón está tomado y al día siguiente se paraliza el país por una paro nacional. Eso no se llama “bad timing” en mi barrio… se llama ignorancia.
Ya se sabe: la plata tiene una característica predominante: ¡es sumamente miedosa! Y hoy, nuestra patria espanta.