Veo en Los Andes del 19 de abril que el Sr. Cornejo, en contraprestación de favores con la Sra. Fernández Sagasti, insiste en aumentar los miembros de la Suprema Corte y ella, en el Tribunal por Jurados. Estimo que con ninguna de las sugerencias solucionan distintos problemas de la Justicia, que se intentan atacar.
Convengamos que ser juez es una tarea demasiado importante para suponer darle una solución con alguna medida de ocasión. En mi vieja formación y, de varios colegas, el juez debe ser un hombre bueno, equilibrado, honesto y, si sabe algo de derecho, mejor. En la actualidad y, Consejo de la Magistratura de por medio, se está valorando únicamente que sepa algo de derecho y las necesidades políticas del gobernante de turno. Así raramente saldrá un buen juez. De todas maneras, repito la observación que me hizo un prestigioso colega ya fallecido, Dr. Aníbal Ábalos, quien me contestó: "Hoy, es el sistema menos peor". Posiblemente, tenga razón.
Ahora bien, veamos alguna alternativa que colabore. El Sr. Cornejo ha referido en distintas oportunidades, la alternativa de buscar "abogados de la calle", criterio muy atendible. El abogado de la calle es quien tiene la experiencia de haber litigado y ver la Justicia desde otro ángulo; de haber admirado la Justicia y de haber sufrido la Justicia. De saber cuánto cuesta obtener prestigio y qué rápido se puede perder. Conoce la alegría de ser exitoso en una pretensión y cuánto duele ser perdidoso. Sabe de noches sin dormir pensando en una solución para el cliente y a veces encontrarla, otras veces no. En fin, es una experiencia muy interesante, en la que el abogado tiene de juez, al juez; al cliente, a sus colegas y al postre, a la sociedad. Mas otra importante también, nunca sabe cuándo llega el cheque para su remuneración; ni cuándo llega un cliente y cuando se va. Todas estas experiencias van dejando cicatrices y formando criterio. Inclusive, hay una forma bien aproximada de evaluar nuestra experiencia en "la calle", que es preguntar cuántos "puntos" tenemos en la Caja Forense, aspecto que nunca se ha tenido presente en la designación de ningún magistrado, lamentablemente.
La aparente alternativa contrapuesta, es la que denominan "carrera judicial". Es el empleado del Poder Judicial que, un buen día, se recibe de abogado. Pasa de pinche, a tomar audiencias y luego jefe de Mesa de Entradas. Si se destaca y tiene suerte, puede ser relator o secretario. De allí, si se pone a estudiar, puede adscribirse a una cátedra y llegar a profesor universitario. Reconozco que es una evolución muy meritoria y de importante esfuerzo personal. Otra observación nada despreciable es que el funcionario hasta secretario, provee y no resuelve. Tampoco olvidemos que el cheque llega del uno al cinco de cada mes. Esta evolución interna en el Poder Judicial, evidentemente da una experiencia distinta a la que trae el abogado "de la calle". No sabría evaluar si es mejor o no, pero es distinta.
Valen estas consideraciones en colaboración para que el Sr. Cornejo pueda observarlas en la selección de magistrados. En el desarrollo de la Magistratura, el color político no sirve de nada. La tan mentada velocidad en los pronunciamientos, es un mérito muy limitado; lo importante, es su calidad. El amuchamiento entre juzgados no ha desarrollado una Justicia de mejor calidad; tampoco que el juez sea una cosa fungible. Es escaso el resultado de ampliar el horario. El juez no razona más o mejor por estar horas sentado en su escritorio. Un juez razona hasta cuando se baña. Es muy difícil y de tremenda responsabilidad la decisión de un juez, que no se mide por el volumen. Vale mencionar también que, quien es vago, es vago y no tiene solución; cualquiera sea su origen. También quien llega a una edad mayor, 65 - 70 años, debería pensar en retirarse; pues, aunque cueste aceptarlo, ni el físico ni la cabeza son iguales y la dignidad del cargo, lo requiere.
Resulta penoso llegar a la Magistratura como un cargo bien remunerado y estable o, como una tarea de mediodía. Resulta penoso pensar en el color de la camiseta política. Resulta penoso que quien ocupe esta investidura la use para volcar sus ideas políticas o sus eventuales criterios docentes.
Resulta penoso su uso para ubicar a amigos o parientes. Resulta raro que a empleados se les dé rango de jueces. Éste no es el ejercicio de la Magistratura.
Resumiendo, entiendo que la Magistratura debe ser la culminación de una carrera de abogado, provenga de la calle o la vía judicial. La Magistratura es el cargo más honorable al que pueda aspirar un abogado, cualquiera sea el rango de su juzgado. Éste es el concepto a tener presente al hacer sus propuestas el Poder Ejecutivo.
El aumento del número de jueces del Superior Tribunal o los Tribunales por Jurado, no contribuyen en nada a mejorar la calidad de la Justicia. Menos aún, la sugerencia de un Sr. fiscal que vino de Buenos Aires, proponiendo la idea de la "inteligencia artificial" que podía llegar a sentenciar más velozmente. Puso como ejemplo las causas de ejecución por patentes. Lamentablemente, sin inteligencia artificial, en nuestra provincia el fisco nacional y provincial litigan por formularios e inclusive, aplican medidas precautorias sin intervención de un juez y en absoluta indefensión del contribuyente. No inventemos nada, hagamos las cosas bien, razonable y responsablemente. La Magistratura es demasiado importante como para negociarla en trueque.