Ícono del patrimonio arquitectónico de Mendoza, la Mansión Stoppel reabrirá mañana en calle Emilio Civit como el Museo Carlos Alonso.
Tras cuatro décadas cerrada y un sinfín de idas y vueltas administrativas -que hizo su aporte en la demorada reapertura-, el miércoles será el acto protocolar de la vuelta a la escena cultural.
Mientras, el jueves a las 9 quedará habilitada para las visitas públicas. En la sala A -que incluye la construcción original con declaratoria patrimonial de 2002- funcionará de forma permanente el Museo Carlos Alonso y tendrá expuestas 142 obras del célebre ilustrador mendocino (125 acuarelas y tintas y 17 litografías).
Además, tendrá una sala B -construida desde cero en la parte trasera del establecimiento- que consta de una planta baja y 2 pisos. Allí se expondrá durante los primeros meses una retrospectiva de 32 obras que fueron galardonadas con el premio Vendimia entre 1977 y 2013.
Si bien se encontraba cerrada desde 1977 -durante 28 años había funcionado en el lugar el Patronato de Menores-, el proyecto de reabrirla es también histórico. En 2004 la provincia transfirió la mansión en comodato a la Municipalidad de Ciudad para que la destinara al uso público.
Si bien se encontraba cerrada desde 1977 -durante 28 años funcionó allí el Patronato de Menores-, el proyecto de reabrirla es también histórico.
Sin embargo, esto nunca se concretó y en 2011 -por medio de la Ley 8.289- volvió a la órbita provincial. En 2014 se hizo la licitación tan esperada, mientras que en 2015 comenzaron las obras, aunque recién en abril de 2016 se logró cierta continuidad en los trabajos.
La restauración -de la casa original-, la construcción de la sala B y todos los trabajos realizados costaron 46 millones de pesos. Estará abierta al público desde el próximo jueves de 9 a 21 (de lunes a viernes) y de 10 a 21 los sábados y domingos, siempre con entrada gratuita.
"Fue una obra cara, con un nivel de restauración internacional. Pero ha sido una experiencia de puesta en valor y restauración como no se había dado antes. Y es acorde a la jerarquía de la casa y de la gestión cultural que se pretende", indicó el director de Patrimonio de Mendoza, Marcelo Nardechia.
"Estamos bastante conformes con el resultado del trabajo codo a codo entre el Ministerio de Economía, Infraestructura y Energía. Es para rescatar el trabajo que se hace, en particular con esta obra, y que es como el que se hizo con el Museo Fader", acotó a su turno el secretario de Cultura, Diego Gareca.
Como nueva
Inaugurada en 1912 -luego de al menos tres años de construcción encabezada por el arquitecto genovés Víctor Barabino- la Mansión Stoppel fue la vivienda de Luis Stoppel, cónsul de Perú en Mendoza por aquellos años. En 1947 el diplomático falleció, y dos años después el edificio fue cedido al Gobierno de Mendoza para inaugurar allí el Patronato.
Pero el terremoto de Caucete (San Juan) dejó sus huellas en el imponente inmueble, y en 1977 cerró sus puertas (luego del cierre funcionó como depósito de la DGE y la Dirección de Familia, hasta llegar a su abandono total).
Durante años, el edificio ubicado en Emilio Civit 348 se convirtió en sinónimo de la desidia y la burocracia administrativa, incluyendo hasta algunas usurpaciones del abandonado edificio.
“Tuvimos algunos parates, pero la prioridad fue siempre terminarla. Cuando llegamos estaba parada la obra, por lo que nos pusimos al día con los pagos y se pudo terminar”, resumió Gareca en el interior de una de las 6 salas que tiene el inmueble histórico en la planta baja.
A ellas se suman una cava subterránea, otras 5 salas en el primer piso, una terraza, el sector de sanitarios, la cocina y una sala de servicios -donde están las máquinas-. Esos 800 metros cuadrados conforman la sala A e incluyen la construcción original.
"Al tener la declaratoria de Patrimonio, las exposiciones tienen que colocarse sobre tabiques y no sobre las paredes originales. Se restauró absolutamente todo: el parquet (gran mayoría original y suplementos), los techos, las paredes, los refuerzos de columnas, los tabiques, la herrería, y todo el balcón interno se hizo de nuevo. El sistema de iluminación y calefacción son de última tecnología. Los vidrios para restaurar los vitraux se trajeron de Italia, porque son colores que no estaban disponibles en Argentina", resumieron Gareca y Nardechia.
De las 11 salas del edificio principal, solamente una se destinará al uso administrativo, mientras que las restantes serán de exposición.
Anexo
A la tradicional Mansión Stoppel se suma un edificio situado en la parte trasera del establecimiento. Se trata de un patio y de la denominada sala B, que fue construida en su totalidad en lo que alguna vez fueron las caballerizas del cónsul Stoppel y luego pasó a ser terreno de la escuela Sarmiento (lindante con el edificio al sur).
Aquí hay una planta baja y dos pisos más -cada sector conforma una amplia sala-, además de sanitarios, un ascensor y otra terraza. A diferencia de la sala A -donde las obras del maestro Alonso estarán expuestas de forma permanente-, aquí irán rotando las muestras.
Luisito, el que siempre está
Más allá de las múltiples funciones del edificio -casa del cónsul Stoppel, Patronato de Menores, depósito y hasta hogar usurpado- uno de sus habitantes está desde siempre en la casa. Y todo parece indicar que allí se quedará.
Se trata de Luisito, un "fantasma" que nadie ha visto, pero a quien todos -especialmente los guardias de seguridad- han sentido alguna vez.
Pasos sobre el parquet, silbidos y juegos de encendido y apagado de luces son algunas de las formas en que Luisito ha dicho presente en el lugar.
Incluso, uno de los guardias de Patrimonio manifestó haber sentido cómo -de la nada- un constante goteo de agua caía sobre su cabeza en una de sus tantas noches en el lugar.
Recientemente, y mientras la restauradora Cristina Sonego se encontraba haciendo pruebas de iluminación en una de las salas, las luces se apagaron imprevistamente.
Sobre quién es Luisito hay dos versiones. Una indica que es uno de los chicos que se encontraba internado en el patronato que funcionó hasta 1977 y que murió en el lugar. Otra, en tanto, cuenta que era el hijo de una de las criadas del cónsul Stoppel y que el niño también falleció en la casa.
Espacio de fotografía, el ECA y el Fader
El secretario de Cultura, Diego Gareca, afirmó que a mediados de abril o comienzos de mayo inaugurará en el Parque San Martín el espacio “Máximo Arias”.
Estará ubicado en la planta baja de lo que hoy es una delegación de Patrimonio (ubicada en el ex Hospital Emilio Civit, sobre calle Padre Contreras), y será destinado a exposiciones fotográficas.
Además, resaltó que reabrirán el ECA en enero de 2019 -hay una empresa trabajando en la restauración de la cúpula-, espacio que está cerrado desde enero del año pasado, luego de que se incendiara el lugar.
También sostuvo que la intención es reabrir el Museo Fader a mediados de 2019.
En otras voces
Daniel Rueda, gestor cultural
El nacimiento de un museo en Mendoza tiene un significado enorme para los mendocinos, no sólo frente a nosotros mismos como provincianos sino en los circuitos de legitimación del arte en el país y el mundo.
Anhelo que el Museo Alonso - Casa Stoppel se transforme en la casa de todos, para vivirlo como un espacio cultural público, abierto y participativo, porque en definitiva el museo debe ser el puente tendido entre el público y los artistas, los críticos, los coleccionistas y todos los que conforman el mundo del arte.
Estoy convencido de que encontraremos un espacio de deleite y reflexión, basado en el encuentro social y sin dudas generador de oportunidades.
Antonio Sarelli, artista
Me alegro muchísimo de que se inaugure el Museo Carlos Alonso - Mansión Stoppel, tantos años postergado. Sé del esfuerzo, desde Pupi Agüero, quien inició todo esto, y que se concreta en estos momentos.
Ahora podemos contar con un espacio muy importante, que nos hacía falta a los mendocinos. Me parece un justo reconocimiento a un gran maestro como Alonso.
Pero me gustaría, sí, que esto se transformara en el “museo del arte mendocino”, donde tuvieran lugar todos los artistas olvidados, como Roberto Azzoni, Hernán Abal y tantos otros.
Me gustaría que fuera el refugio de los olvidados, porque somos frágiles de la memoria.