De hormigones y de adobes - Por Guido Elgueta

De hormigones  y de adobes - Por Guido Elgueta
De hormigones y de adobes - Por Guido Elgueta

La reciente caída espontánea del puente Morandi en Génova ha causado enorme revuelo a nivel mundial, no sólo por las lamentables pérdidas humanas, sino también porque el colapso se produjo sin razón aparente.

Inmediatamente se ha procedido a la investigación científica para determinar la causa de la caída de una construcción tan sólida.

Por lo general, una falla de las construcciones de hormigón armado genera en la comunidad científica una búsqueda inmediata de las causas que provocaron el "accidente".

En todos los casos se aplica el mayor rigor a las investigaciones y se dispone de laboratorios y ensayos de todo tipo para elaborar nuevas normas de aplicación con el propósito de que esas fallas no se repitan en nuevas construcciones.

Un ejemplo local es el "efecto de columna corta" que apareció en varios colegios aquí en Mendoza en el terremoto del año 1985. Lo que se aprendió esa vez se enseña actualmente en todas las Facultades de Ingeniería y Arquitectura del mundo.

Con la construcción en tierra, en cambio, nuestra postura generalizada es diferente. Tenemos un rechazo visceral frente al adobe que no obedece a ningún rigor científico. Solemos creer y afirmar que, si alguna construcción en tierra cruda se desploma producto de un sismo, simplemente lo hace porque estaba construida con tierra. Y hasta ahí llegamos. Le damos la espalda y no investigamos más.

Tampoco investigamos por qué otras construcciones hechas con el mismo material no tuvieron deterioro alguno en el mismo sismo.

Jamás hemos investigado la razón de por qué edificios de tierra precolombinos de más de mil años de antigüedad se mantienen en pie aunque estén en zona sísmica.

En otros países sí lo han hecho y han dedicado décadas para determinar las falencias de este tipo de estructuras.

La construcción con tierra ya no es la misma, por lo menos en aquellos otros lugares, y las exigencias y los métodos constructivos tampoco son los mismos. Eso es lo que se llama "construcción en tierra mejorada".

Nosotros, como sociedad, seguimos en la misma antigua postura, no queremos escuchar, ni ver, ni tampoco estudiar el tema.

Así es como nuestros edificios patrimoniales e históricos no han podido ser mantenidos siguiendo algún reglamento o norma.

Cuando hemos hecho algo debimos seguir un criterio autónomo que no obedece a ninguna legislación, de tal manera que los profesionales actuantes carecen de argumento legal para su propia defensa ante alguna controversia.

Es necesario e imprescindible que exista un código para tales circunstancias. Ese código debe basarse en la legislación de resistencia sísmica que ya tenemos y en el conocimiento científico general.

No olvidemos que todas nuestras normas están basadas en la experiencia, reglamentos y ensayos internacionales. Algunos aportes de investigadores locales también han sido aplicados en normas extranjeras y de esa forma es como trabaja el mundo científico.

Las posturas viscerales o ideológicas respecto de un material desconocen el rigor científico. Decir "no porque no" es tan deleznable como decir "sí porque sí".

Por eso es importante la discusión de estos temas aportando conocimiento científico. Lo demás carece de sentido.

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