Un juez de Menores de Buenos Aires, Enrique Velázquez, quien ya liberara en 2017 al asesino del niño Brian Aguinaco, procesó y embargó al policía Luis Chocobar que, cumpliendo con su deber, abatió a un malviviente que asaltaba y apuñalaba a un turista norteamericano.
Acto loable y heroico en el concepto de la mayoría.
Desde lo estrictamente jurídico, no se trató de un acto de legítima defensa sino de un accionar dentro del ejercicio del deber de proteger bienes y vida de terceros; cabe hablar de represión legal, dentro de las funciones, atribuciones y obligaciones como servidor público.
Aun así, se dan los supuestos del art. 34, inc. 6 y 7, del Código Penal. Agresión ilegítima al turista Joe Wolek, y al policía. Razonabilidad entre el medio empleado para atacar y el utilizado para repelerlo. Es tan mortal un puñal como un arma de fuego.
El arma blanca siempre es hábil para dañar. No contando con otro medio, tuvo que usar su arma reglamentaria. No existió provocación suficiente del turista ni del policía. Mucho menos se dan los supuestos del art. 35, es decir exceso en el proceder.
Todo ciudadano ante situación similar tiene el deber de actuar igual, con permiso de portación o sin él. Se da el supuesto que la Doctrina y Jurisprudencia han denominado legítima defensa extrema, en favor propio o de un tercero, mal menor frente al mayor que que se evita: la muerte del disociador o de la víctima inocente.
El no haber actuado así lo hacía pasible de los delitos de abandono de personas y omisión de auxilio, art. 106, 108 y 250 Cod. Penal, agravado por ser policía, además de incumplimiento de los deberes como funcionario público, al no velar y proteger la vida y bienes de las personas, art. 249 y concs. Cód. Penal.
Un delincuente siempre representa peligro. Aun huyendo su conducta es imprevisible: no aprecia su propia vida, mucho menos la de los demás. Dispuesto a todo puede regresar, atropellar a alguien, tomar rehenes, provocar accidentes.
Los protocolos policiales a nivel mundial no distinguen si el malhechor está de frente o de espaldas. Es riesgo para terceros, policías, bienes ajenos y hasta para sí mismo; se actúa de acuerdo a los valores superiores en juego.
Desde el punto de vista de la responsabilidad, procesado, en su condición de dependiente empleado policial y por tomar servicio, es decir in itínere, el Estado resulta solidariamente responsable por el hecho de su empleado.
Era lógico y razonable embargar a la provincia, más solvente, que al dependiente que gana $ 19.000, frente a los $ 400.000 fijados a embargo, limitado al 20% del sueldo.
También tiene que asistirlo legalmente, existen intereses compartidos. Estamos ante una sentencia anticipada y para el caso que la familia reclamara civilmente.
En cualquier país del mundo, Chocobar hubiera sido condecorado, nombrado ciudadano ilustre y ascendido.
El turista gasta dinero en Argentina. De tener una experiencia positiva, seguramente volvería y lo recomendaría, pero hoy, difícilmente.
Las noticias recorren el mundo en segundos. Las redes sociales son lapidarias y es la imagen que dejamos frente a las demás naciones.
El Presidente de Estados Unidos recomienda y aconseja no viajar a la Argentina, una vergüenza internacional.
¿Qué empresa extranjera enviaría a un gerente a vivir en nuestro país, en este clima de inseguridad e impunidad?
La falta de seguridad no está resuelta, no constituye una política de Estado.
Falta criterio, sentido común y lógica a la Justicia. Se sobreestiman los derechos de los malvivientes. Los derechos humanos son para los humanos derechos, los que diariamente hacen la Patria, quieren vivir en paz y tranquilidad.
Los pueblos se nutren, crecen, desarrollan y progresan merced a hombres de bien, que trabajan decentemente, fundan familias basadas en altos valores y educan con ejemplos. Lo demás es lacra, que enferma y mata a la sociedad en su conjunto.
El reproche de la comunidad es hacia el delincuente abatido, no hacia el policía que arriesgó su vida e hizo honor a su vocación.
Ningún organismo de derechos humanos ha alzado su voz, organizado marchas en defensa del policía, que no ha podido regresar a su casa por amenazas y sufrió detención junto a presos comunes, corriendo riesgo su integridad por haber matado a un malviviente.
Para la institución policial éste es el punto más delicado y grave. La situación representa un mensaje amenazador. Advierte que cumplir con el deber puede acarrear consecuencias catastróficas para él y su familia.
Cuando un policía abate a un delincuente es sumariado, cesanteado, procesado, se invierte la carga de la prueba, se lo suspende, cobra la mitad del sueldo, tiene que pagar abogados y hasta corre el riesgo de perder su trabajo e ir preso.
Las consecuencias son nefastas para sí y su entorno. Están atados de pies y manos, totalmente desprotegidos y a la suerte de cualquier juez carente del más mínimo criterio.
En Chile, la fuerza policial está equipada y armada al mismo nivel que las restantes fuerzas. Carabineros tiene mayor poder de fuego que todas nuestras fuerzas armadas juntas.
El policía que cumple con su función es una víctima más, no un victimario. Hasta que no comprendamos esto, seguirán siendo héroes para muchos y villanos para unos pocos.