De eso no se habla - Por Gabriela N. Sánchez

Un aborto espontáneo es una situación traumática porque se atraviesa con dolor físico y emocional. Porque le sigue un duelo profundo.

De eso no se habla - Por Gabriela N. Sánchez
De eso no se habla - Por Gabriela N. Sánchez

En medio de un gran debate nacional e internacional por el aborto, los pañuelos verdes, los pañuelos celestes, la legalización, la clandestinidad, las muertes y el principio de la vida yo no puedo dejar de pensar en otro aspecto de la maternidad que -a mi entender- es más tabú que la interrupción voluntaria del embarazo: los abortos espontáneos.

Primero intenté buscar datos actuales y lo más cercano que encontré fue un informe del Ministerio de Salud de la Nación de 2014. Allí una escueta línea asegura que en el país entre el 10 por ciento y el 20 por ciento de los embarazos clínicamente reconocidos evolucionan en un aborto espontáneo. Valga la aclaración, porque la mayoría de los abortos espontáneos se desconocen ya que ni siquiera las madres saben que están embarazadas.

El aborto natural o espontáneo se da en general dentro de las doce semanas de gestación. Hay muy pocos datos oficiales, pero abundan los blogs y foros para contar historias personales de forma anónima que hacen las veces de grupos de autoayuda. Y esta situación que se da en internet parece ser una válvula de escape para las madres que no pueden hacer lo mismo en el mundo real.

Una mujer que sufrió un aborto espontáneo muy pocas veces lo cuenta abiertamente. Lo saben sus seres queridos y su médico. Cuando le preguntan cuántos hijos tiene, muy rara vez suma el nonato a la lista.

Esas mujeres no tienen huellas, nunca se hincharon sus pechos, ni se asomaron sus barrigas, no tuvieron tiempo de armar el ajuar ni de hacer festejos para celebrar la llegada del bebé. Pero ellas sí saben que perdieron un hijo y no lo pueden gritar al mundo porque de eso no se habla.

Muchos de los tabúes están relacionados con la infertilidad y la carga social de ser madre para ser una mujer completa. Entonces, a la tristeza de la pérdida y al duelo, se le suman el sentimiento de culpa y el miedo a que esa situación se repita.

Por otro lado, si hay registros más certeros de pérdidas en casos de fertilizaciones asistidas. En esas mujeres los médicos llevan un detalle de sus ciclos y como el objetivo es quedar en cinta, se anota el aborto como un tanto en contra, sumando de esta manera, más connotaciones negativas a un proceso biológico.

En general, después de tres abortos espontáneos consecutivos, los especialistas ponen el ojo en la paciente. Por ejemplo, para hacer los estudios para detectar la trombofilia ese es uno de los filtros.

Un aborto espontáneo es una situación traumática porque se atraviesa con dolor físico y emocional. Porque le sigue el duelo profundo. Las agudas contracciones y el sangrado no desaparecen de la memoria y se repiten muchas veces cuando el tema de la maternidad sale en las conversaciones.

Ojalá con el tiempo las mujeres podamos hablar de todos los temas que nos atraviesan sin tapujos, sin pensar que es nuestra culpa, sin hablar de los que otros quieren que hablemos. Mientras tanto, el respeto y la sororidad son buenos aliados.

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