De ambiente y bolsas de plástico

Hay que insistir en la eliminación total de las bolsas de plástico. Todavía existen en importante proporción.

De ambiente y bolsas de plástico
De ambiente y bolsas de plástico

Es propicio que los mendocinos no desperdiciemos la oportunidad de mejorar el cuidado del ambiente a nivel hogareño y barrial, para luego a aspirar a una mejora general en toda provincia.

Se notan algunos discretos avances en la preocupación por ensuciar menos, pero todavía nos falta mucho.

Sin embargo, mantenemos la premisa fijada en nuestra editorial del 4 de febrero de este año, titulada “Mendoza sigue descuidando el ambiente”. Ahí señalábamos que “la provincia tiene una historia de mitos vinculados al ambiente por los cuales aparecen miles de definiciones maravillosas acerca de la importancia de su cuidado, pero en la vida diaria seguimos con prácticas que lo dañan ante la mirada impasible de las autoridades y de los propios mendocinos.

Los factores que agreden el entorno donde vivimos y desarrollamos nuestras actividades, son múltiples. Nos concentraremos en uno, que de ser derrotado permitiría lograr un avance superlativo: el uso todavía vigente de las bolsas de plástico que aún se entregan en muchos comercios, pese a que el combate contra los recipientes no biodegradables fue declarado en la provincia hace 15 años. En 2004,  se sancionó la ley provincial Nº 7.319, que fue modificada en octubre de 2007 y reglamentada en agosto de 2009.

La norma prohíbe la entrega de bolsas de materiales plásticos que no se degraden por acción biológica en supermercados, hipermercados, shopping y comercios.

Se trata de una normativa a la que nunca se le dio cumplimiento pleno, como explicó este diario en su edición del 9 de julio pasado, en nota titulada “Dicen que hay menos bolsas de plástico en la calle”. Es verdad que por las leyes a nivel provincial y por las ordenanzas municipales, se observa una reducción en la cantidad de bolsas que están en el ambiente como residuo, sin embargo, no está medido concretamente qué porcentaje de este desecho se logró eliminar.

Hace falta todavía mucha concientización por parte de la población, es decir asumir el compromiso de eliminar por decisión personal y familiar los recipientes que pretendemos se descarten para siempre. Las autoridades, por su parte, deberían reiterar operativos de control a ser llevados a cabo por la Secretaría de Ambiente, que está consustanciada con esta problemática, y por los municipios, porque el no rotundo a este contaminante uso sigue pendiente.

Por otra parte, hay un problema aparentemente insoluble por ahora: es el referido a las bolsas negras de polietileno, que los ciudadanos utilizamos para desechar la basura domiciliaria y que depositada en la calle son retiradas a su destino final por el recolector.

Mientras tanto, esperemos a ver cómo prosperan en la Legislatura local dos proyectos sobre esta problemática. Uno para derogar la ley 7.319 (la que prohíbe la entrega de bolsas de plástico) y el otro para modificarla.

El primero es de los senadores Mariana Caroglio y Diego Costarelli (UCR) y busca que en un plazo de nueve meses solo se admitan bolsas de material totalmente biodegradable, reutilizables o de papel.

Mientras que el segundo, que pertenece a la autoría de las senadoras radicales Gladys Ruiz y Laura Contreras, propone que se entreguen bolsas biodegradables en negocios y supermercados, pero que sean verdes y negras para que luego los ciudadanos las utilicen para depositar los residuos de forma diferenciada.

Se estarían entonces dando dos pasos importantes: descartar el material del que queremos desprendernos y lograr la utilización de uno apto para el difícil tema de los residuos que se producen en el hogar.

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