Jorge Sosa - Especial para Los Andes
¡Piujuuu! Ya tenemos aeropuerto nuevo y de amplio calaje. Van a poder aterrizar, en él, los aviones más poderosos del mundo, hasta los porta - aviones van a poder aterrizar. La pista es una maravilla de suavidad y tersura de tal forma que bien podría realizarse sobre una representación del ballet del lago de los cisnes, si tenemos en cuenta que los cisnes son también aparatos voladores.
Una de las primeras cosas que asombra es la puntualidad en la ejecución. En un país donde todo se demora, donde nada se entrega a tiempo, ni el mecánico te entrega el auto arreglado cuando te lo prometió o te lo entrega cuando te lo prometió pero sin arreglar; en un país donde el médico te hace esperar, y el odontólogo, y en los bancos hay carteles que dicen que no te pueden hacer esperar más de media hora y uno espera hora y media, que entreguen en el tiempo prometido una obra de semejantes proporciones no parece ser algo que haya ocurrido en este país.
Usted me dirá, tienen que cumplirla en tiempo y forma. Al tiempo lo han respetado, prometieron a principios de diciembre y cumplieron, en forma parece que también, porque el flamante aeropuerto tiene mejoras y adelantos que lo han transformado en uno de los más modernos de Mendoza incluyendo a la Argentina.
Hasta se llegó a pensar reemplazar el concreto de la pista por una alfombra roja a los efectos de que los aviones no se vieran obligados a bajar sus trenes de aterrizajes y se deslizasen por la pista con la suavidad con que lo hacen los pies de los grandes artistas de cine al ingresar en las ceremonias de Hollywood.
Es tan atractiva la obra realizada que algunos vuelos que unen Singapur con Moscú, por poner un ejemplo, se desvían un tanto hacia este lado tan solo por disfrutar de un aterrizaje en la pista de Mendoza. Dicen que, en la cabecera de la pista, donde se colocan los aviones para iniciar su carrera hacia las alturas se han puesto grandes ventiladores para ayudar a las máquinas a alcanzar rápidamente la velocidad adecuada.
Las Heras, que es un departamento no muy aristocrático, tiene ahora, dentro de su territorio una joyita de la aviación americana. Tenía que ser las Heras que es un ícono de la aviación nacional, ya que ahí estiró la pata Jorge Newbery, allí Zuloaga realizó su cruce de los Andes en globo, ahí perdió la vida el célebre Bejamín Matienzo y ahí tiene asiento la Cuarta Brigada que tanto tuvo que ver en el enfrentamiento con los piratas en Malvinas. Tenía que ser en Las Heras.
Claro hubo quienes expresaron su voluntad de extender el beneficio. Alguien me dijo: “Ahora le hemos mejorado notablemente el sistema de transporte a los ricos, vamos a tener que dedicarnos a mejorar, si es posible más que notablemente, el sistema de transporte de los pobres. Porque algunos viajan en calidad de ganado rumbo al matadero”. Es cierto, ha mejorado el servicio para los ricos, porque aunque el nuevo aeropuerto esté provisto de varias mangas de embarque, ninguno de los que por ellas transita ha de tener necesidad de tirar la manga.
La cuestión es que Mendoza ya tiene su nuevo aeropuerto. Seguramente extrañará el tiempo de parate el aeropuerto de San Juan, que por algunos meses se transformó en uno de los más requeridos del país. Ahora volvemos los mendocinos a valernos de nuestros propios medios.
Volverán las oscuras golondrinas / con sus alas nuestros cielos a surcar / pero aquellas que quieran aterrizar seguras / en el Plumerillo aterrizarán.