En estos días Cornejo no fue ajeno al estrépito por la investigación de los hechos de corrupción que desnudaron los prolijos cuadernos de Centeno.
Más allá del beneplácito por la nueva promesa que recibió de la Nación sobre Portezuelo del Viento (Frigerio dijo el lunes en Mendoza que la obra comenzará en 2019), el Gobernador reconoció públicamente que le preocupa que empresarios mendocinos se puedan ver involucrados en el escándalo y, como también señaló el ministro del Interior, cómo repercutirá ese proceso en el mediano plazo en el desarrollo de las obras emprendidas o por iniciar.
Hace pocos días el titular de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo, admitió que le preocupa al sector que encabeza el impacto que tenga la situación en la obra pública en general, en especial en lo que respecta a los programas de Participación Pública Privada (PPP), que promueve con fuerza el gobierno de Macri. Similar inquietud admitió, en diálogo con periodistas locales, el propio Frigerio.
No obstante, el Gobernador también aprovechó la coyuntura para incentivar investigaciones de hechos sospechados de irregularidades en esta provincia.
Una vez más se quejó por la lentitud de la Justicia, a la que pretende desperezar con los cambios que viene promoviendo en ese poder desde que asumió y en la que, como se sabe, ya tiene dos fieles intérpretes: Valerio y Garay en la Corte.
En ese sentido, la pérdida sufrida por el Estado con la puesta en marcha del Metrotranvía durante la gestión de Francisco Pérez (para el Gobierno hubo desfalco) le permite a Cornejo poner en observación un servicio que la gente conoce y usa diariamente.
Un caso palpable en el que la actual administración tiene la posibilidad de poner orden mientras finaliza las obras para la prolongación del servicio hacia Las Heras.
Otro tema que sigue inquietando al gobierno local es la repercusión de la crisis económica en el ánimo de los mendocinos. Como en gran parte del país (lo venimos señalando semanalmente), la imagen presidencial ha caído significativamente en los últimos meses y dicen que hasta las encuestas más confiables para el Gobernador reflejan un paulatino arrastre hacia la gestión local.
Pensando en el año electoral, el escenario es más fácil de solucionar a nivel provincial, donde no hay segunda vuelta, como en la elección presidencial, y quien más votos obtiene se queda con el premio mayor.
De todos modos, se sabe que a Cornejo no le gustaría en absoluto llegar al día de la votación por su sucesión en un marco de incertidumbre.
La definición de su “delfín” puede llegar a ser una suerte de rompecabezas para el jefe del Ejecutivo si ninguno de sus preferidos remonta en las encuestas.
Mientras tanto, entre socios políticos (De Marchi) y aspirantes a la continuación de sus políticas (Cobos), nadie se anima a asegurar la más mínima intención de ambos de entrar en un camino de negociación. Por lo menos hasta ahora.
El peronismo, por su parte, superó su congreso de ayer con tranquilidad. Si bien no se planteaban aspectos definitorios de cara al proceso electoral que se acerca, había mucha expectativa con respecto a los posicionamientos internos y a cómo superar las diferencias, que existen y subsistirían por lo menos en el mediano plazo.
Todo transcurrió en forma ordenada, sin ánimos caldeados y con votaciones que definieron los temas puestos a consideración por unanimidad. “Como no le conviene a Cornejo”, se animó a afirmar sonriente un conocido dirigente del PJ.
En medio de la tensión que genera hacia adentro la causa judicial de los cuadernos, varios especulaban con un recrudecimiento de las diferencias internas como consecuencia, justamente, del nerviosismo reinante.
Con más razón luego de que se supiera que el fallecido ex referente y operador mendocino Juan Carlos Mazzón estuvo vinculado al ir y venir de bolsos con plata, según el testimonio del ex jefe de Gabinete Abal Medina.
Mazzón fue el “padre” protector de generaciones de dirigentes del ahora opacado sector Azul del peronismo mendocino y también, a falta de grandes dirigentes, en los últimos años de su derrotero político-partidario pasó a ser decisivo en el armado electoral general de su partido, más allá del protagonismo nacional que adquirió hasta la presidencia de Néstor Kirchner.
Hasta ahora, la puja interna por el mando dentro del PJ provincial está planteada entre dos grandes sectores de esta nueva época: el que ahora todos conocen como de los intendentes, en el que aún se destaca algo de la impronta de los “azules”, y el camporismo, que sobresale en un nuevo espacio al que han confluido desencantados o desplazados del otro lado, siendo el ex vicegobernador Ciurca y el diputado Tanús dos de los más destacados.
Ambos bandos llegaban al encuentro partidario de ayer con algún resquemor, pero todo se disimuló cuando se llamó a considerar los temas previstos.
El bando de los intendentes es el que vislumbra una unidad partidaria lograda a cambio de que el camporismo termine no confrontando en una interna y acepte ciertas condiciones.
Sin embargo, del lado K no expresan ningún remordimiento si tienen que romper con el viejo partido y se entusiasman con el ya anunciado lanzamiento de Anabel Fernández Sagasti como precandidata a la gobernación.
Del lado kirchnerista, justamente los jóvenes del camporismo aparecen como los que más propician avanzar sin tener contemplaciones con la interna del justicialismo, mientras que los dirigentes con mayor rodaje y peso propio, como Tanús, Ciurca y el senador Abraham, se muestran como una especie de componedores o eventuales negociadores si el dialogo se entabla con la otra parte.
Por el lado de los “caciques” departamentales, los hermanos Bermejo (Alejandro, intendente, y Adolfo, senador) apuestan más a la conciliación e incluso no verían mal una posible fórmula de consenso con el kirchnerismo.
En cambio, el resto de los intendentes y los hermanos Félix son los que prefieren tirar un poco más de la cuerda con la esperanza de alguna concesión del sector K.
En el oficialismo siempre miran con atención los pasos de su principal opositor. A Cornejo le gusta observar si la oposición se une o no, mientras piensa cómo resolver ese dilema que le generan sus por ahora “delfinatos”.