En una nueva audiencia del megajuicio se escucharon dos testimonios. El primero, vía teleconferencia desde la provincia de Santa Fe, fue el de Rodolfo Molina, un ex detenido que relató su paso por el D 2 y los sucesivos traslados al penal de Boulogne Sur Mer y las cárceles de La Plata y Caseros, hasta recuperar la libertad en el '82.
Más tarde lo hizo Oscar Alfredo Gil como testigo en la causa que investiga la muerte de su hermano Miguel Ángel.
Molina habló sobre el clima de “terror” que vivió durante su detención, cuando estuvo “permanentemente encapuchado”, además de recibir golpizas “casi todos los días y sesiones de tortura con picana eléctrica”.
Cuando fue trasladado a la Penitenciaria presentaba “parálisis facial y pérdida en la movilidad de sus manos, sumado a una profunda deshidratación”. En su testimonio se refirió a los ex jueces Rolando Evaristo Carrizo y Jorge Gargil, quienes no atendieron ni investigaron sus denuncias de malos tratos.
Como había ocurrido con otros testimonios, Molina también hizo referencia a los agentes penitenciarios -Bianchi, Linares, Bonafede y Barrios- como los que “estaban al servicio del terrorismo de Estado”.
Por su parte Gil, habló sobre su hermano Miguel Ángel, que era delegado en la Comisión de Energía Atómica y fue detenido en el '76. Golpeado en el D 2, su muerte fue anunciada desde la Penitenciaría, acompañada de un acta del Cuerpo Médico Forense que decía que su fallecimiento “se habría producido por una infección pronunciada en una cicatriz”. Sin embargo, la familia sabía que esa “cicatriz” se había originado en un accidente doméstico, “pero durante su infancia”.