Cualquiera que los conozca, lo sabe bien: ante todo,
Gabriela Góngora
y
Darío Manfredi
son rockeros. Porque desde hace trece años dirigen una revista de rock independiente. Porque producen, desde 2001, los premios Zero; a fuerza de tiempo, ganas y trabajo autogestivo.
Porque encararon ciclos y programas de radio. Y la postal es recurrente: entre cabeceos y pogo, siempre están ellos, coreando un tema de Lavanda Fulton, Mi Amigo Invencible o Juampi Dicésare.
Con esa misma energía con la que van al frente en los recitales, los editores de la Zero decidieron sacudir la modorra del verano mendocino. ¿Cómo? Con aquello que bien conocen: la fuerza de los toques en vivo. Bandas mendocinas a cielo abierto es la propuesta de ‘Verano Zero’, el ciclo que, durante los miércoles de enero y febrero, enchufa sus parlantes en la explanada de la Nave Cultural.
“En realidad, el ciclo es una idea compartida -dicen ellos a dúo-. Todo surgió a partir de una propuesta de la Municipalidad de Mendoza. La idea de ellos era realizar un festival en verano que incluyera la movida rockera local; la nuestra, que el impulso de los Premios Zero continuara. Entonces armamos el ciclo con varias de las bandas que participaron en la última entrega”.
-¿Cómo será el formato?
-Cada fecha tendrá su propia impronta, porque vamos a respetar los rubros de los
(la entrega se realizó a fines de noviembre, en un teatro Independencia colmado). Por noche son cuatro o cinco bandas de géneros similares.
Sacamos cuentas: son 28. Entre ellas: Chancho Va (rock power), la multipremiada Mariana Päraway (solista), LNG (rock pop y pop), Los Yetis con Jeans (metal y punk) y Caracol Salvaje (fusión latina y nueva banda).
La apertura del ciclo alienta una pregunta remanida. Pero también vital para el supervivencia del rock.
-¿Cuáles son los espacios o los ámbitos en los que se mueve hoy, el rock mendocino?
-Lamentablemente la oferta de lugares para shows en vivo no es muy amplia. Los espacios oficiales como el Le Parc (N de la R: el epicentro de ‘Ciclosismo’, durante noviembre y diciembre) o La Nave Cultural están dando lugar a las propuestas locales, pero al mismo tiempo los bares de la provincia cada vez encuentran más trabas para las habilitaciones de shows. Ante esto, Internet es el nexo más concreto entre las bandas y el público, ya que ahí es donde uno puede escucharlos, bajar material y tener acceso a la info de cada uno.
OK: las redes sociales ofrecen el escenario. Y Darío Manfredi sabe cómo sacarlo provecho. Un clic a su muro de Facebook basta para conocer, escuchar, descubrir a cientos de bandas locales.
Pero mientras en el espacio virtual, los videos suman incontables ‘Me gusta’ y comentarios amorosos, en las taquillas, aseguran, la historia es otra: “En el rock local, la respuesta del público es un mal con historia. La gente no se interesa por lo que está sonando e incluso se tiene un preconcepto erróneo, justamente por desconocimiento”.
-¿Tienen alguna hipótesis?
-Siempre es mucho más fácil consumir lo que le venden los medios masivos. La historia sería otra si hubiera más medios de comunicación dispuestos a difundir música local. Frente a esto, las bandas tienen que salir a ganarse su propio público a través de la web.
-Varias lo consiguen.
-Sí, hay muchas que lograron captar un público propio porque simplemente la gente se dio la oportunidad de ir a verlos o escucharlos; bandas como Lavanda Fulton, Cobalto, Volantines, Deloreans, Rompe o solistas en banda como Juampi Dicésare y Leandro Lacerna. Ahí te das cuenta de cómo el público disfruta escuchándolos o yendo a sus recitales.
Las 100 de Zero
La casa de Gabriela Góngora y Darío Manfredi está al final de un pasillo. La puerta los delata. En ella, la tapa de la primera Zero es un manifiesto desteñido; la advertencia implícita: ‘miren que acá, nos gusta el rock mendocino’. “La Zero siempre nos generó mucho placer; la fuerza movilizadora radica justamente en eso”, coinciden.
-¿Cuál es el balance luego de trece años?
-El balance es positivo al 100 %, sobre todo porque nunca tuvimos una meta concreta en cuanto a marketing, alcances de venta o llegada. La revista nació con la idea de hacer algo que nos gustara; el tiempo y la gente que fue sumándose fue lo que logró un producto que denota crecimiento. Hace casi dos años se conformó un staff fijo que logró que cada vez estemos más orgullosos de los resultados.
-¿Cuáles son los desafíos editoriales o proyectos?
-Seguimos manteniendo la misma filosofía: hacer la Zero porque nos gusta hacerla. En realidad, cada una de las ediciones es un desafío, sin mirar mucho más allá. Por ejemplo, el próximo es armar un gran número 100 que deberá salir en enero. Cada integrante del staff está trabajando en las ideas y el material que incluirá esta edición especial. Cuando ese número esté en la calle, el próximo desafío será el 101 (risas).
-¿Y fuera del ámbito de la revista?
-Tenemos la intención de seguir produciendo festivales, armar la entrega de los Premios Zero 2013, y editar compilados y DVD's de rock local, etc.
-Hace justo un año se preguntaron, debatieron y polemizaron sobre la muerte del rock. En 2012, ¿de qué hablamos cuando hablamos de rock?
-El rock como estilo musical es algo viejo y lamentablemente no es algo con lo que se identifican los jóvenes de hoy, como sucedía hace más de veinte años. Hoy es mucho más fácil acceder a lo que las radios ponen y eso hace que se haya desvirtuado el rock como bandera de una generación. Pero también creemos que el rock no es sólo un estilo musical, sino una actitud de vida; ahí es donde el concepto se extiende un poco más: conocemos muchos rockeros que no hacen rock y mucho rock hecho por gente no rockera.