El sentimiento de felicidad que experimentamos cuando recibimos un obsequio disminuye rápidamente al cabo de poco tiempo. Pero, cuando somos nosotros los que damos a otros, seguimos teniendo esa sensación días después de haber concretado la acción. Esto afirma un estudio en Psychological Science.
Investigadores de la Universidad de Chicago y de la Northwestern University (Boston) realizaron dos experimentos en en este sentido.
En el primero de ellos, dieron a un grupo de casi 100 universitarios cinco dólares diarios durante cinco días. De forma aleatoria los dividieron en dos grupos: a uno se le pedía que se gastaran ese dinero en ellos; al otro grupo se le decía que debían emplearlo en los demás; ya fuera dejándolo como propina o realizando una donación online a una ONG.
Los investigadores vieron que aunque ambos grupos comenzaban con niveles similares de satisfacción, los que empleaban el dinero en sí mismo iban sintiéndose menos satisfechos o alegres con el paso de los días. En cambio, aquellos que regalaban el dinero sentían el mismo placer al dar el quinto día que el que habían tenido el primer día.
En el segundo experimento, reclutaron a 500 voluntarios online para que jugaran a un juego de palabras, en el que ganaban cinco centavos en cada ronda. Como en el caso anterior, los participantes debían elegir entre quedarse con sus ganancias o regalarlas, y los investigadores vieron que aquellos que decidían dar el dinero tenían niveles de satisfacción más elevados durante más tiempo.
Estudios anteriores habían dado como resultado que la sensación de placer y felicidad tras realizar una actividad disminuye con cada nueva vez que la experimentamos.
En psicología a este concepto se le denomina 'adaptación hedónica'. Sin embargo, dar a los otros parece ser una excepción a esta regla. "Para mantener la satisfacción a lo largo del tiempo, estudios anteriores habían demostrado que debemos descansar de lo que estamos consumiendo y experimentar algo nuevo", apunta en un comunicado Ed O'Brien, coautor del trabajo e investigador de la Universidad de Chicago. "Nuestro estudio revela que dar de forma repetida e incluso idéntica a otros se puede seguir experimentando como algo nuevo y placentero".
La razón subyacente, según la hipótesis de los autores, podría tener que ver con un mecanismo evolutivo: el hecho de adaptarnos rápidamente a aquello que nos hace sentir bien hace que busquemos nuevos recursos para volver a sentir una recompensa, que es el sentimiento de felicidad, lo que contribuye a la supervivencia.
En el caso de sentirnos bien al dar a los otros puede tener que ver con la sociabilidad humana: nos ayuda a mantener una reputación prosocial, refuerza el sentimiento de conexión y pertenencia a un grupo.