Daño a señales viales, un delito impune

Los indicadores viales son, literalmente, de vital importancia. Pero no se salvan de hechos vandálicos ni siquiera los carteles que recuerdan que “Destruir señales es un delito”.

Daño a señales viales, un delito impune

Es lamentable la inconsciencia de algunas personas en relación con las señales viales. Vemos cómo se destruyen o desaparecen las que están dispuestas a los lados de las rutas, o son garabateadas con aerosol, lo que oculta su mensaje. Esta cartelería es de vital importancia, principalmente para informar a los conductores y evitar incidentes de tránsito.

En nuestra provincia, lamentablemente, no se puede extirpar de raíz este fenómeno de vandalismo.

Las señales de tránsito constituyen un “lenguaje”, entendido éste como instrumento de comunicación a través de códigos.

Para que la comunicación resulte efectiva se requiere que el código utilizado sea comprendido y respetado por los usuarios. “El señalizar una ruta con marcas desconocidas para los conductores sería equivalente a una conversación mantenida entre un hispanohablante con una persona que habla inglés, desconociendo ambos la lengua de su interlocutor. La falta de señales (por carencia o vandalismo) sería como cortar ‘las cuerdas vocales’ del emisor”, sostiene el experto Eduardo Bertotti, director del organismo privado Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV).

Este delicado problema preocupa a la Dirección Provincial de Vialidad (DPV), que tiene su División de Señalamiento dedicada a la permanente producción de cartelería para reponer los indicadores no solo viales propiamente dichos, sino también aquellos que marcan los hitos turísticos, y que son más caros por el material empleado.

Cuando no es por el latrocinio con interés comercial, la cartelería es destruida adrede por determinados individuos, a los que los graves riesgos de accidentes que están propiciando les tiene muy sin cuidado. “Destruir señales es un delito”, rezan los indicadores ubicados en las banquinas de las rutas nacionales y provinciales. La advertencia, sin embargo, tiene poco efecto.

La destrucción de las señales es ocasionada de modos diversos: desde disparos que las dejan llenas de orificios, pasando por los que ocultan su mensaje cubriéndolos con grafitis, hasta el robo para utilizar tanto los metales como el poste de madera. Y no se trata de una (mala) costumbre sólo de los mendocinos, sino que fenómenos semejantes se reproducen en casi todo el país, según información del Automóvil Club Argentino (ACA).

Para la confección de las señales de tránsito se utilizan materiales importados cuyos costos están dolarizados. Eso es lo que explica por qué son tan onerosos. La pintura refractante es la que se lleva la mayor parte del presupuesto.

El robo de este tipo de elementos es indistinto, y en algunos circuitos se padece más en atención a la facilidad de que disponen los autores para actuar con impunidad. Los técnicos viales marcan diversas rutas castigadas por el flagelo, como la 153, entre Monte Comán y Las Catitas, o la 16 que conduce a El Carrizal, la 60 hacia la Zona Este, y también la 61 (Medrano, Junín y Rivadavia). En el Gran Mendoza, el Corredor del Oeste también es muy golpeado por estas acciones delictivas.

Mientras tanto, los profesionales de la DPV están ensayando con materiales de fibra de vidrio que cuentan con ventajas en flexibilidad y robustez y que, en principio, no tendrían el valor comercial de las chapas y los postes de madera.

La comunidad espera el máximo control y la más severa aplicación de la ley para los individuos que delinquen contra la señalética vial.

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