Como hijo de padres músicos, el joven Daniel Viglietti estaba destinado a ser concertista de guitarra pero la música popular y el discurso de la lucha de clases le fue ganando volumen a sus oídos.
En la polarización ideológica característica de la década del 60, el maestro Viglietti se colocó del lado de la canción de protesta y dominó su creatividad en las siguientes dos décadas, convirtiéndose en una de las voces contestatarias más significativas de su país.
Con el tiempo, multiplicado como docente, locutor de radio, compositor y vocalista, el uruguayo alcanzó su apogeo como figura emblemática de la época en obras en las que rescataba escritores, poetas de distintas generaciones y los convertía, con sus composiciones propias, en cancionero.
Entre los álbumes "Uruguay: canciones para mi América" y "Hombres de nuestra tierra", en las que le pone música a las palabras de los españoles Federico García Lorca y Rafael Alberti Merello, a su compatriotas Juan Capagorry y Circe Maia, al cubano Nicolás Guillén, al cura guerrillero Camilo Torres, al peruano César Vallejo, entre otros, Viglietti se apuntó clásicos como "A desalambrar", "Canción para mi América", "Canción del hombre nuevo", "Milonga de andar lejos" y" Gurisito", mientas mestizaba su creatividad compositiva alternando el conocimiento académico y los géneros folclóricos uruguayos y latinoamericanos.
Por supuesto, como era de esperarse, sus manifiestos incómodos al orden establecido le costaron el exilio; primero en Argentina y luego en Francia, país en el que vivió más de una década.
Las interpretaciones de su cancionero por parte de Víctor Jara, Amparo Ochoa, Isabel Parra, Joan Manuel Serrat, Alí Primera, Mercedes Sosa y Chavela Vargas, difundieron su catálogo por todo el mundo.
La última vez que escuchamos a Viglietti en Mendoza fue en 2012, cuando vino a tocar al festival godoicruceño “Canto por la memoria”.
Cinco años después, con 78 años, el maestro regresa para conjurar memoria y presente y de un modo muy yupanqueano, en una mini gira por la región, por escenarios de San Luis, San Rafael y esta noche lo hará en Mendoza, en el teatro Imperial de Maipú, para terminar mañana sábado en San Juan.
-¿De qué se trata "Canciones donde memoria y futuro bailan juntos"? ¿Es una selección particular? ¿Una antología?
El nombre no pretende ser una antología memoriosa de mis canciones o del conjunto de mi repertorio que abarca a veces otros autores. Frente a esta nueva operación masacre, citando a vuestro escritor Rodolfo Walsh, que consiste en promover el olvido, la impunidad, el “no te metás”, la canción es un trabajo de hormiga que trata, frágil como es, de sembrar conciencia, de reclamar conciencia frente al asesinato masivo que sufrimos como pueblos desde hace 500 años. Una empresa de exterminio y de explotación de nuestras tierras y nuestras riquezas, cuyos gerentes desde Cristóbal Colón hasta nuestros tiempos, han llegado a ser los Videla y los Pinochet. Hay que despertar más la conciencia histórica sobre el pasado, sin olvidar el día a día que vamos viviendo con la etapa de esta limitada “restauración democrática” que algunos de nuestros países van atravesando.
-Sobre los encuentros con un lector mediador, como hizo en los años 70 con el actor francés Jean Louis Trintignant o con la británica Julie Christie, ¿ha soñado con alguna otra personalidad a la que le gustaría invitar a leer sus textos?
-Bueno, no quiero olvidar junto a esos actores, a actrices como la uruguaya Dahd Sfeir. Y en materia de dúos en escena de canciones y poemas o narraciones, a tres grandes plumas uruguayas como Juan Capagorry, Eduardo Galeano y Mario Benedetti. Y en experiencias aisladas pero muy intensas a Circe Maia y al argentino Juan Gelman.
-¿Qué vamos a escuchar en esta gira? ¿Qué músicos lo acompañarán?
-Los invitados son invisibles, dicho con el respeto histórico que me merecen. No se los verá ni oirá directamente, pero estarán, cada uno a su modo: Violeta Parra, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Atahualpa Yupanqui, Buenaventura Luna, Antonio Tormo, Alfredo Zitarrosa, el cura colombiano Camilo Torres y el Ché, nacido en esta patria pero nuestro americano. O sea que vengo sin banda de músicos propiamente dicha.
-La música rioplatense nos une, pero ¿en qué nos divide, en qué nos diferencia?, ¿hay elementos claramente separados entre lo charrúa y lo argentino?
-La sangre cultural es casi la misma, aunque un candombe no sea una zamba, ni una quena sea un acordeón. La sangre biológica es la misma, esa mezcla de bisabuelos europeos que huían de la injusticia europea y buscaban nuestras tierras de asilo, con la sangre de los pueblos originarios, atacados por los poderes coloniales. No quiero dejar de mencionar a los huarpes, que como los mapuches, siempre tendrán Santiagos Maldonados que defiendan su memoria y sus tierras, arrebatadas por el latifundio and company.
-¿Qué piensa o siente cuando se entera de que intérpretes como Rubén Albarrán o el grupo Chancho a Cuerda, reinterpretan sus canciones? Su influencia está intacta cada día...
-Bueno, una fuerte emoción, como con la Negra Sosa cuando en su momento grabó “Canción para mi América (Dale tu mano al indio)” y Negrita Martina o César Isella o, más tarde, Liliana Herrero, Pablo Tozzi, Liliana Vitale y la originalidad de Chancho a Cuerda. Cuando “A desalambrar” ha sido salseada en Puerto Rico por Frank Ferrer, o cantada en tagalo en Islas Filipinas, o, tremenda marca en la memoria, grabada y difundida por Víctor Jara, yo hago mutis por el foro y escucho conmovido.
-¿Sabe de qué se trata el homenaje que le van a hacer en Chile en octubre?
-Espero que sea mucho menor que los que merece y se le harán a Violeta Parra, a quien conocí y admiré y canté, cuando poco de eso se le acercaba a ella en Chile y en otras partes. Tras su muerte, empezaron los homenajes y tras la dictadura es una bandera de resistencia, como Víctor. Agradezco a Chile, desde ya, este abrazo en que yo soy un simple delegado de mi pueblo.
-¿Me cuenta alguna anécdota con Ramón Ayala?
-Cuando en el 67 éramos diez los invitados al llamado “Encuentro de la Canción Protesta en Cuba”, en Argentina, bajo la dictadura de Onganía, tenía poquísimos invitados, allí estaban dos músicos, para nosotros poco conocidos: Ramón Ayala y el bandoneonista Rodolfo Mederos. Allí conocí a estos dos grandes artistas. Me volveré a encontrar con Mederos algún día. Con Ramón Ayala me encontré y lo entrevisté para mi programa de radio, Tímpano, en Asunción, en el Paraguay de Soledad Narrett. Ahora, cantando en Torquato Tasso, lo invité y nos interpretó “El mensú”. También invité a Vitillo Ábalos, con cuya música junto a sus hermanos, aprendí a bailar nuestras danzas, pero no pudo asistir. Dejo constancia en esta respuesta de la fuerte influencia del folclorismo argentino en nuestra música uruguaya para mi generación, la de Los Olimareños, etcétera.
-¿Hay lugar actualmente, desde lo político, desde el contexto actual neoliberal, un lugar para el siempre incómodo "cantante de izquierda"?
-Es una pregunta que habría que hacerle al sistema, al poder, a la televisión predominante, a los gobiernos culturales de izquierda. Digo esto sintiéndome un cantautor de lo humano.
-¿Qué música cuyana conoce?
-Ya lo he dicho muchas veces: Tormo, Los Trovadores de Cuyo, me apasiona la música cuyana y el gran Buenaventura Luna. De algo de eso dejaré testimonio en mi recital.
La ficha
Daniel Viglietti en vivo.
Día y hora: hoy, a las 21.30.
En: Teatro Imperial (Juan D. Perón y Pablo Pescara, Maipú).