Ponerse a enumerar las obras y trabajos luego de 35 años de oficio, para Daniel Quiroga puede resultar una tarea extenuante. Son más de 65 obras las que el actor, autor, mimo y docente teatral mendocino interpretó.
De ese joven intrépido que con apenas 18 años decidió subirse a un escenario de manera profesional para nunca más abandonarlo, sigue las ganas, el coraje y el empeño de hacer del teatro, su gran compañero.
Hoy, con motivo del Día Mundial del Actor, la Legislatura Provincial lo distinguirá por su ininterrumpida carrera en el teatro mendocino. “Me parece que un reconocimiento desde ese lugar es interesante para cualquier artista. Es un reconocimiento al trabajo, sumado al reconocimiento del público”, afirma el Negro Quiroga como lo llaman cariñosamente en el ambiente.
Referente del humor en la escena local, recibirá hoy a las 11.30, en la Sala Roja de la Legislatura Provincial (Patricias Mendocinas y Peatonal Sarmiento), una merecida distinción.
-Con este reconocimiento ¿caés en la cuenta de todos estos años de trabajo ininterrumpidamente?
-Hoy los años acumulativos no los siento como tal. Pero con este tipo de cosas, los mensajes de la gente, es como que reaccioné. Casi toda mi vida dedicada al teatro. Y lo más destacado, no es que llevo continuamente, semana a semana en cartel.
Su primer trabajo profesional fue “Mi monólogo”, una obra junto a Gustavo Álvarez, donde exploraba en su marca registrada, el humor y la corporalidad en la actuación.
“Creo que no sabíamos lo que estábamos haciendo. Era mucha la gente que iba a vernos. Era un trabajo simple, muy corporal, con nuestros textos. Y fueron las locuras de un grupo de amigos que nos impulsaron a pisar el escenario. Paralelamente tenía otros trabajos; vendía libro para tener mi plata.
-¿Cómo tomaste la decisión hacer y vivir del teatro?
-Hoy tengo otros pensamientos, de aquel chico de 18 años que tomó la decisión de dedicarse al teatro. Mi visión es distinta. Creo que en ese momento fue una decisión porque tenía ganas y entusiasmo de hacerlo. Y después se me fue aclarando en el camino, la verdadera responsabilidad que es hacer teatro.
Por hacerlo constantemente y un teatro comprometido, más allá del humor. Hacerlo con la responsabilidad del actor, uno no se puede subir a hacer cualquier cosa al escenario.
Su viaje a Ecuador, junto al maestro Ernesto Suárez, fue una gran escuela que lo llevaría en su regreso a formar junto a Álvarez, el el grupo de mimo Pierrot.
Para 1983 llegaría su primer obra junto a su maestro, Ernesto Suárez, “El sombrero y otras vainas”, montaje que los unió como una de las duplas más reconocidas del teatro mendocino.
En la actualidad, a 25 años de su estreno, mantienen en cartel con “Educando al Nene”, obra de humor que se presenta todos los fin de semanas en La Comedia Teatro Bar y recientemente presentaron en el teatro Municipal de Bahía Blanca, en Buenos Aires.
-¿Le encontrás una respuesta a la vigencia de "Educando al Nene y otros unipersonales?
-Si uno lo sigue haciendo después de tantos años, evidentemente tiene elementos que funcionan. No lo hacemos para dos personas, la gente sigue asistiendo. Eso se va trasladando y se logra un espectáculo perenne.
Porque hay muchas cosas importantes; códigos, una comunicación cotidiana del humor, hay contenido y otros condimentos para que siga funcionando. Donde vamos con esa obra, suceden cosas en el espectador.
-Aunque te relacionan con el humor, a lo largo de tu carrera, desarrollaste otros géneros como actor.....
-La idea es seguir otros caminos, para seguir creciendo. Mi búsqueda sigue y seguirá eternamente. Quiero seguir creciendo e investigando y hacer un abanico de posibilidades, de la expresión. Me interesa mostrar más allá del humor, que hay un actor atrás.
Lo que sucede con el humor, es que evidentemente tenés que ser buen actor, para hacer un buen relato. Pero no se ve el actor en su capacidad plena. Mostrando otras facetas te das cuenta, de lo que sos capaz.
-Tu último personal "Los zapatos del señor Broski" es un reflejo de ese tránsito, ¿cómo fue ese proceso?
-El proceso a sido fabuloso. Es un trabajo bellísimo, con las cosas que yo quiero decir; con múltiples personajes y al mismo tiempo, la obra tiene humor, tiene suspenso, ternura.
Y tiene esa idea básica, de que la gente ve a un Daniel Quiroga con personajes de verdad. Llevar algo teatral al ámbito del café concert. Para mí es un logro gigantesco. Esto logra que el público que va al café concert, se acerque al teatro.
-Tuviste tus experiencias en la televisión con la serie "Bhiper Dumas" , ¿te gustaría hacer cine?
-No voy atrás de un objetivo. Son procesos de trabajo; laburo y laburo, y eso me lleva a otros lugares. El cine llegará en el momento que surja y me encantaría hacerlo. Pero no estoy en esa búsqueda de decir: “Mi próxima meta es hacer cine”.
-¿Cuál es tu reflexión ante esta distinción?
-Es muy importante para toda la comunidad artística. Y en lo personal me marca que este reconocimiento es producto del trabajo, y el deseo de poder vivir de lo que queremos. Esa es la reflexión más grande para todos. Lo que siempre les digo a mis hijos y les enseñé, con esfuerzo y voluntad; uno tiene que luchar, para poder hacer y vivir de lo que queremos.
Yo no soy un tipo que me quede en la parte oscura de mi vida. Como cualquier persona he tenido mis fracasos, mis angustias, mis problemas personales, pero nunca decidí quedarme ahí. Vi las cosas de otro lugar. Yo soy reconocido por el público y eso es importante.
Hombre de mil caras
El humor es su marca registrada. Múltiples unipersonales a lo largo de su carrera lo llevaron por el género y la dramaturgia. “Carteles”, “Cosquillas”, “Desarrollo Tres”, “Negro Esperanza”, “Sin pelos en la lengua”, “De amor también se muere”, “Descongelen su Disney”, “Qué querés que te diga si soy mimo”, “Grimaldi”, “Casualmente Voluntario”, “Comienza la función” y “Agarrate Catalina”, son algunos de sus piezas más destacadas.
También se probó en “Otelo”, una versión de la tragedia de Shakespeare.
A lo largo de sus 35 años, formó parte de diferentes elencos, como El Juglar en Ecuador, La Fábrica junto a Mauro Guerrero, El Taller y es uno de los precursores del Stand Up en Mendoza.
Desde su debut en la década del ‘80 con la obra “El sombrero y otras vainas”, compartió escenario junto a Ernesto Suárez en cinco obras de humor, que continúan vigente. “El trámite”, “Un tal García”, “Venía por el casting” y “Educando al nene” (obra que se mantiene en cartel), son los montajes que comparten y lograron popularidad, como una de las duplas de humor más reconocidas del teatro mendocino.
En la actualidad, “Los zapatos del señor Broski”, su último unipersonal dirigido por Cristian Di Carlo, estrenó en mayo pasado y tiene una función programada, todos los sábado en La Comedia Teatro Bar. Bajo su dramaturgia e interpretación, Daniel Quiroga se atreve a dejar el humor y entrelaza una historia de suspenso, donde hace gala de su oficio como actor.
La ficha
Espectáculos en cartel
Funciones: "Educando al Nene". Con Ernesto Suárez y Daniel Quiroga. Hoy, a las 22.
"Los zapatos del señor Broski". Mañana, a las 0.30.
Lugar: La Comedia (San Juan 456, Ciudad).
Entrada: $100.