En "Fallas de origen", el escritor mexicano Daniel Krauze configura una novela que aborda la muerte del padre a través de una desenfrenada narración donde el regreso, la bronca, la identidad y la patria orbitan alrededor de un autodestructivo personaje que busca en la escritura una forma de venganza.
El libro, publicado por Planeta y ganador del Premio Letras Nuevas de Novela 2012, comienza con Matías, el narrador, enterandose de la muerte de su padre, una noticia temida y esperada que lo obliga a volver a su país, México, luego de un caótico período en Nueva York dedicado a la lectura, los trabajos ocasionales y, sobre todo, las drogas.
"Pasar por momentos amargos, vivir meses poco productivos, tirar tu tiempo a la basura, todo eso eventualmente encuentra una sublimación en la creación literaria", dice el hijo del historiador Enrique Krauze, nacido en México D.F. en 1982, autor de los libros "Cuervos" (2007) y "Fiebre" (2010), y coeditor del sitio web de la célebre revista Letras Libres.
-¿Cómo empezó esta historia en tu cabeza?
- Todo empezó con una imagen: un niño rubio, de ojos azules, tomado de la mano de un hombre moreno, de cabello y ojos negros, muy mexicano. Llevaba años obsesionado con personajes con identidades partidas y me pareció que detrás de esa imagen había una historia interesante. Más adelante releí un cuento de mi primer libro en el que un joven se queda varado en un aeropuerto y no puede volver a México a tiempo para ver a su padre morir. Decidí unir las dos cosas y hacer que Matías fuera ese niño rubio, de ojos azules, que ya había imaginado.
De esos dos elementos germinó toda la novela. Antes de escribir el primer borrador, llené un cuaderno y varios archivos de Word con notas indescifrables para cualquier otra persona. Tiendo a hacer eso antes de empezar a escribir: anotar rasgos físicos de personas que conozco, pedazos de conversaciones, posibles escenas, ideas medio difusas. Después intento encontrarles cabida dentro del relato.
-¿Y cómo fue la estructuración de la novela?
-La estructuración, tal y como está en el libro publicado, vino después de un primer borrador fallido. En un principio pensé en comenzar a narrar desde la muerte del padre y de ahí seguir a Matías, fracasando en sus intentos por adaptarse de vuelta a México, hasta culminar en el fin de semana que aparece en el libro.
Rápidamente me di cuenta que se trataba de un preámbulo innecesario (y aburridísimo) y decidí centrarme en esos cuatro días con una especie de prólogo para contar todo lo que ese primer borrador contaba. Intenté apegarme lo más posible a mi ritmo, tono y vocabulario: obligarlo a hablar como su autor. Matías se parece a mí en muchas cosas, así que no se trató de una transición complicada.
-En la novela sobrevuela una respiración donde se percibe la bronca, la violencia, la decepción, la deuda, la arrogancia y los excesos, ¿en el centro de todo eso está el deseo de escribir para entender la realidad?
-Para justificarla más que para entenderla. Siempre he dicho que no sé qué hace un dentista o un contador con todo lo que le duele o le preocupa. Los escritores tenemos a la hoja en blanco y ahí vertemos todo lo que resulta inútil afuera del papel pero útil adentro. Dicho de otra forma: pasar por momentos amargos, vivir meses poco productivos, tirar tu tiempo a la basura, todo eso encuentra una sublimación en la creación literaria.
-¿La novela es, también, una exploración sobre la condición de extranjero, no sólo de un país, sino de una identidad?
-Sin duda. ¿Pertenecemos a la sangre o a la tierra? Un hijo adoptivo, ¿es hijo de su padre biológico o del hombre que lo crió? ¿Debemos ser leales al país donde nacimos, donde crecimos? Todas estas preguntas estuvieron muy presentes mientras escribí la novela.
-¿Hubo lecturas que te acompañaron para abordar el tema del regreso?
-Pensé en novelas que ya había leído antes, como "The Mysteries of Pittsburgh", de Michael Chabon, o "Less Than Zero", de Bret Easton Ellis. Un joven regresando a su hogar y encontrando un lugar inhóspito y envilecido. En cine, me parece que "Adventureland", en tono cómico, y "A Guide to Recognizing your Saints", en tono dramático, toman el mismo tema con gran destreza.
-Por su ritmo y cadencia, el relato parece tener relación con algunos textos estadounidenses, a la manera de la novela americana, ¿Ese tipo de literatura es parte de tu formación?
-Muchísimo. No lo digo con orgullo. No me gusta parecer un escritor de habla hispana que no lee en su idioma. Pero es cierto que mi amor por la lectura empezó con literatura en inglés: Nick Hornby, Bret Easton Ellis, Jay McInerney, Kazuo Ishiguro, Jeffrey Eugenides, el gran Denis Johnson. Esos fueron los escritores que me interesaron cuando empezaba a escribir. Siempre he admirado la limpieza de su prosa. Me inspiran aquellos escritores que parecen prestarle más atención a la historia que a la pluma.
-¿Es una novela sobre la impronta de los padres en la formación de una persona?
-Sin duda. De los padres y la patria. La patria que es, evidentemente, una forma de paternidad.