Hablar de Daniel Garnero es mencionar la número 10 de Independiente de Avellaneda. Camiseta históricas si las hay en el fútbol argentino. Como jugador fue el “privilegiado” que heredó parte de la magia que sembró Ricardo Bochini.
Sin dudas, Garnero es protagonista exclusivo de algunos capítulos de oro en la historia del Rojo. Por ello, su paladar futbolístico denota exquisitez, buen juego, toque corto, asociado y al ras del piso.
Sin embargo, desde que convirtió en entrenador, allá en el 2008, en Arsenal de Sarandí, tuvo la capacidad para adaptarse a los sistemas de juegos según las cualidades de los jugadores de su plantel.
Por esta razón, el primer contacto que tuvo con el plantel de Independiente Rivadavia fue vital y supo sacar rápidamente un análisis: “Encontré un plantel muy predispuesto al trabajo y eso siempre ayuda mucho”.
Con respecto a cómo se produjo su arribo al Parque y por qué aceptó el desafío, el ex entrenador de San Martín de San Juan, mencionó: “Fue todo muy sorpresivo.
El lunes a la tarde me llamaron y ayer (por el martes) llegué a Mendoza. Uno siempre está preparado para estos desafíos. Sabemos que en nuestra profesión se puede dar así, de un momento a otro”.
Sobre qué palabras le dijo al plantel, el cual, tras la derrota ante Sarmiento de Junín, se mostró golpeado, ya que abandonó los cinco puestos de ascenso, Garnero, afirmó: “Existe una cuestión clave y es que tenemos que cambiar el estado de ánimo del jugador. Será fundamental. Cuando las cosas no vienen bien, parece que todo está mal y nada sirve. Todo lo contrario. Este mismo equipo arrancó muy bien el torneo y nos sobra confianza de que saldremos todos a flote”.
De inmediato, agregó: “No hay que pensar en el pasado, sólo hacia adelante. Quedan nueve partidos y si bien el campeonato está muy parejo, estamos a la altura de todos y alcanzar el objetivo va a depender exclusivamente de nosotros”.
También se refirió a su metodología de trabajo: “Me caracterizo por hablar mucho con los jugadores. Por ser el primer entrenamiento, me acerqué , obviamente, a los jugadores más grandes. Conozco a Ezequiel Pérez y es un jugador distinto. Tengo que dialogar mucho con él, para ver cómo se siente. Sufrió una inactividad muy grande y mucha veces esos parates te confunden, uno quiere estar y a veces falta tiempo”.
Por último, hizo hincapié en lo que sucede en un plantel cuando existe un cambio de técnico: “Ante una modificación, el deportista reacciona. Hoy, el que se sentía relegado, empieza de cero y se ilusiona con tener posibilidades de ganarse un lugar. Hay que revertir la situación porque el objetivo está al alcance de la mano”.