Daniel Fermani: “Mi jardín es un estado de ánimo”

Se ha ganado un prestigio por su carrera ligada a las letras y la dirección teatral. Pero pocos saben que su afición por los espacios verdes marca los días de ocio de Fermani. De su hobby habla en esta nota.

Daniel Fermani: “Mi jardín es un estado de ánimo”

A Daniel Fermani le molesta el ruido del centro. Para abrir un paréntesis de las bocinas impacientes y de los motores nos refugiamos en el primer café que encontramos. Nos sentamos, pero el ruido no termina: las otras mesas no dejan que la charla pueda fluir. De repente, la máquina de café estalla y echa vapor como una locomotora. Entonces el dramaturgo lanza su lucidez: "Nos hemos acostumbrado a gritar y no escucharnos. Es inevitable, este mundo va a terminar sordo".

Parece una ironía. Estamos ahí para charlar sobre algo muy puntual: su jardín. En ese lugar ameno, apacible, es donde pasa sus ratos libres, ya que, como buen artista, moldeó su creación a su imagen y semejanza: ahí puso las plantas que más quiere, algunos recuerdos y todas sus mitologías, las mismas que imprime en sus novelas, en sus poemas y en el cuerpo de sus actores.

Sí, del otro lado de este notable escritor y director teatral no hay -como podríamos pensar- una biblioteca sofisticada e inspiradora. O mejor dicho: no hay sólo una biblioteca sofisticada e inspiradora. Como Séneca, la felicidad de Fermani está en su biblioteca y en su jardín.

En las dos cosas, juntas e inseparables. Por eso es que desmanteló una pared de su living solo con una idea: poder ver al mismo tiempo sus libros y sus flores. "Así el jardín entra también en la casa", dice con una sonrisa disimulada.

-¿Cómo definirías ese espacio?

-Es un jardín romántico italiano, un lugar con un estado de ánimo. Es decir, no es de decoración, puesto por puro paisajismo, sino que intenta expresar algo. En mi caso, este espacio está habitado por algunas estatuas, unas cabezas de terracota que representan dioses griegos y una placita, a la que llamo de la Poesía y la Filosofía, porque está custodiada por tres musas. Podrían ser las tres gracias, pero prefiero que sean musas...

La casa de Artemisa

"Toda la poesía que he escrito en estos años está ambientada en este espacio, inspirada por él, y todas las metáforas son estas plantas", explica de una forma reflexiva, con palabras justas, bien elegidas.

Continúa: "Lo fui haciendo de a poco, con lo que he ido recolectando a lo largo de los años". De hecho, su última adquisición es una estatua de Artemisa (diosa griega de la caza y protectora de los animales salvajes), que le compró a un coleccionista que estaba dejando el país.

"Él la había pintado de color rojo pompeyano, pero yo le hice una base de piedras y cemento, que quedó muy bien con ese color. Además le cae encima una madreselva rosada, muy rara. Le gustó el lugar, parece, y al jardín también. Ahora se llevan muy bien", comenta.

Este jardín no es de monstruos, como el de Bomarzo, sino de seres mitológicos: en él habitan también la figura de un cíclope de terracota (que protege una fuente) y otra de Zeus. Además, la estatua de una mujer con libro en mano que hace ademán de levantarse el vestido. ¿Cómo la llama? La cabeza de Fermani también bulle de mitos más cercanos en el tiempo, es su "Alfonsina Storni".

-Pensaste muy bien cada rincón...

-Sí, porque cada intervención en el jardín es un elemento que puede desequilibrar la armonía de todo. Sabemos que las plantas se comunican por debajo de la tierra entre sí, por lo que si uno pone una nueva hay que pensar si se va a llevar bien con las demás.

Por eso es que eligió cada planta con mucho esmero. A un lado, romero, que tiene excelente relación con la lavanda, que son planta más agrestes, mediterráneas y perfumadas. En otra: hortensias, ajos en flor, un  tulipanero, un ciruelo colorado, un retamo, un ciprés y un laurel de flor blanca.

Además, un árbol de granada, que es un símbolo del renacimiento italiano, al que  Fermani le guarda un cariño muy especial.

Es que fueron largos los años de exilio que vivió en Italia, donde se desempeñó como redactor para Latinoamérica de la ANSA (Agenzia Nazionale Stampa Associata), la agencia de noticias más importante de ese país. Allá se formó como periodista, un oficio que nunca más ejerció. Cuando volvió, se dedicó de lleno a la docencia y a continuar con Los Toritos, la compañía de teatro experimental que todavía dirige.

Probablemente, este jardín sea su creación más personal. ¿Qué le comentan los visitantes curiosos? "Se quedan maravillados. ¡Como si fuera tan difícil hacer un jardín!", lanza con sorpresa, y es cierto. Como dijo también Voltaire en una de sus obras, "hay que cultivar nuestro jardín": esa es la solución que tenemos a nuestro alcance para cambiar el mundo. Daniel Fermani lo hace, aunque la cafetera siga sonando.

Perfil de creador

Profesor de Enseñanza Media y Superior en Letras, en Italia profundizó el estudio de la escritura y técnicas de actuación desde la  experimentación teatral. Fundó en ese país la compañía teatral Los Toritos.

De regreso, continuó con ese proyecto y ganó el Certamen Literario Vendimia de Dramaturgia en dos ocasiones, 2007 y 2008. "El escorpión blanco", "Argentina Infierno Siete", "Trans Antígona sexual", "Hamlet la caja negra" son algunas de sus obras más destacadas.

Actualmente dirige Epojé, el elenco de teatro de la Universidad de Congreso, con el que representó el año pasado "La máquina Hamlet" de Heiner Müller, y continúa con Los Toritos. Su última producción fue "Yocasta es una señora irascible".

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