Damián de Santo: “Las novelas me deprimen”

Es el protagonista de “Viudas e hijas del rock and roll”, la tira de Sebastián Ortega donde interpreta a un Dj que se vuelve a encontrar con su amor adolescente. Lleva más de una década viviendo en la sierra cordobesa, y ahora reparte su vida fam

Damián de Santo: “Las novelas me deprimen”
Damián de Santo: “Las novelas me deprimen”

En capital decimos: ¡Se largó a llover otra vez!, en cambio en Córdoba ¡qué bueno está lloviendo, todo va a florecer!”, contrasta Damián de Santo al teléfono. Al igual que la lluvia, hasta la locura por el rating se diferencia en las provincias. Y ese cambio de perspectivas y códigos lo fue cultivando hace unos años atrás, cuando decidió dejar su vida en Buenos Aires para ir en busca de un sueño en plena sierra.

Descontracturado, simpático y con su buena energía contagiosa, el actor reparte su presente entre las grabaciones de "Hijas y viudas del Rock and roll", la tira del horario central en  Telefé (en Mendoza a las 22, por Canal 9) bajo la dirección y producción de Sebastián Ortega, quien otra vez apuesta a una comedia retro ambientada en los '90, donde la música y la radio son puntos fundamentales en la historia.
Y parece que el papel de Diego Lamas, un cuarentón que vive con su madre (Georgina Barbarossa), Dj, melómano y fanático del rock nacional le vino como anillo al dedo para que de Santo luego de cuatro años regresara a la televisión abierta.

“Es uno de los mejores papeles que recibí en años. Desde el 2010 que no estaba en una tira en televisión, aparecieron algunas cosas pero no me cerraban. Y esta propuesta de Sebastián me gustó mucho, porque mi personaje es bastante pintoresco. Además la relación con el rock, mi generación, eso me pega mucho. Y sobre todo el elenco de actores que son amigos. Hay un cúmulo de cosas que me cerraron para aceptar”, dice Damián quien comparte reparto con Fernán Mirás, Paola Barrientos, Julieta Ortega y Celeste Cid.

La relación con los amores de verano, la costa atlántica lo retrotrae a su infancia en Mar del Plata, y con cierta nostalgia no le resulta extraño interpretar a este hombre de novio con Susana (Griselda Siciliani), que se rehúsa a crecer, y el reencuentro con Miranda (Paola Barrientos) luego de 20 años, muestra su costado sensible. Al lado está su amigo Rama (Fernán Mirás), con quien convive y comparten su trabajo; goza de cierta impunidad en su relación con las mujeres y a pesar que pasaron los cuarenta, ambos están clavados en el tiempo y representan al típico adolescente eterno.

Pero hace 13 años, Damián de Santo le dio un giro a su vida, dejó el ruido de la ciudad, y se mudó a Villa Giardino, una ciudad en plena sierra que junto a su familia lo conquistó, y hoy es su lugar en el mundo. Allí tiene un complejo de cabañas, el cual le permite combinar su oficio de actor con el de empresario.

-Me imagino que no cambiás Córdoba por nada del mundo, ¿cómo fue esa decisión de dejar la ciudad y estar en contacto con la naturaleza?

-Yo siempre digo que los lugares te eligen más que vos elegir los lugares. Ese espacio lo conocí en unas vacaciones, yo estaba muy enamorado de la costa, pero cuando conocí la sierra me volví loco. En el año 2000, mi mujer estaba embarazada del primer nene y venía un embarazo complicado, y preguntamos si podíamos viajar y nadie nos aseguraba nada. Entonces nos fuimos a Córdoba, en Villa Llardino, y no tuvo ningún problema y volvió con una panza de cuatro meses. Así que dijimos: vamos a usarlo de excusa o es un mensaje del lugar, y ahí empezamos.

-No debe ser nada fácil repartir el tiempo entre las grabaciones y tu vida en Córdoba…

-Una de las condiciones que siempre sabe Sebastián y su producción es que yo laburo de lunes a jueves, y después viajo a Córdoba. El domingo a última hora vuelvo en micro para grabar el lunes temprano. Es un esfuerzo grande pero vale la pena, como estoy acostumbrado a viajar aprovecho el viaje para estudiar todo lo que tengo que estudiar.

-Bueno, sos aplicado...

-Es la primera vez que me pasa. Siempre era un desastre, mi mamá docente, así que imaginate, tenía que llevar la contra de alguna manera.

-Pero cuando grabás ¿improvisás?

-Eso pasa cuando ganás un lugar, y tenés la capacidad de improvisar bien, con cierta cordura. Tenés esa cintura para hacerlo con propiedad. Improvisar por improvisar a veces me parece que no es bueno en un programa donde hay un director o un guión a seguir. Yo improviso bastante poco dentro de las posibilidades. Soy bastante respetuoso, y sobre todo en escenas que son muy puntuales con el compañero. Donde más improvisaba era en "Amor mío" porque ya estábamos agilizados, la comedia estaba aceitada.

-Hoy la actuación y tu emprendimiento familiar se pelean la punta en tu vida.

-Sí, claro. Mi mujer y yo somos cabezas de equipo. Cuando no estoy yo, está Vanina haciendo el laburo de los dos. Yo por teléfono resuelvo bastante. El complejo es nuestro sueño.

-¿Qué se pierde y que se gana de vivir fuera de Buenos Aires?

-Vuelvo cargado con bastante buena onda, y me nutre bastante volver aunque sean tres días. Cada uno tiene su vida acá, pero en el laburo aporto bastante, con energía, siempre lo hice. Lo que sí, me piden que les traiga salame, fruta. Me manguean, porque saben que las cosas de allá tienen otro sabor que lo que pueden comprar en Buenos Aires.

Conectado con lo natural, el ritmo lento y sin prisa, la comida casera, la vida en familia y la tranquilidad de la montaña, a sus 46 años ya no le atrae estar en la vidriera ni ser parte del circo televisivo. “Acá tenés que estar tuneado las 24 horas, y la verdad yo prefiero ocupar esa energía en otra cosa”.

Con 27 años de carrera en televisión, cine y teatro, Damián de Santo fue uno de los actores infalibles en la series de Pol-ka; su personaje de Gonzalo en “Vulnerables”, o uno de los más recientes en Telefé, como Tato Marín en “Botineras”, son algunos de los más recordados como actor dramático, aunque su gracia innata lo llevó por el lado de la comedia.

-¿Te gustaría que en la televisión se apueste más a los unitarios?

-Sé que los unitarios no son un negocio para la televisión abierta. El negocio de la ficción es una tira, entonces hay que adaptarse a hacer una tira de buena calidad. No elijo la novela, porque no me gusta… las novelas me deprime un poco. Prefiero este tipo de comedias comprometidas sin que sean previsibles. Un unitario me encantaría, porque laburaría de martes a jueves. Pero no hay mucho, lo estoy esperando.

-Con el elenco, ¿cómo te llevas?

-Re bien. Los conozco a todos, si no hay un vínculo directo hay una diagonal que llega de alguna manera, y además somos conscientes de que tenemos que hacer un buen producto. Con Georgina nos cruzamos en Córdoba. A Mex Urtizberea lo conozco hace años y es fuerte ver a Violeta ya grande, porque la conocí de niña. Con Antonio Birabent hice "Verdad Consecuencia", con Fernán tenemos una amistad muy estrecha, que hace que laburemos en todo y la escena salga bien, y podamos trabajar en conjunto. Porque si no, me pongo hacer un stand up.

-Y el paso del tiempo, ¿te molesta? Sobre todo porque en la tira hablás de eso.

-Y sí, la muerte sobre todo. Me pega por la parte personal, mi hijo más grande tiene 13 años, me estoy pareciendo cada vez más a mi viejo (se ríe). Y por otro lado, poder estar ahí, disfrutar del laburo, el calor de la casa, poder cumplir el sueño y el proyecto de vivir donde vivo, venir a Buenos Aires por un toque y después irme. En un punto hice bien los deberes. La vida por un lado me está premiando bien para mí. Es como el proyecto se hizo, ahora me toca mirar desde enfrente y ver lo que hice.

-Sos un privilegiado...

-No lo quiero decir por la envidia de la gente, por las dudas (sonríe). El que tiene buena onda va a entender, que por más pequeño que sea tu sueño es un gran logro.

Melancólicos y rockeros

En agosto, Telefé estrenó “Viudas e hijas del rock and roll”, la nueva tira que produce Sebastián Ortega y Pablo Cullel. Aquí se ve por el 9 Televida, lunes, martes, jueves y viernes a las 22.

Esperando repetir el éxito de “Graduados”, el productor apuesta por una comedia con guiños en el pasado. Ambientada en la década del ’90, la historia gira en torno de una relación inconclusa entre dos personajes: Diego (Damián De Santo) y Miranda (Paola Barrientos). En el medio, la música y la radio como puntos de influencia. El rock, la moda y el flashback conforman la fórmula de Ortega para su apuesta fuerte en el horario central, cuya competencia es con “Guapas”, de Pol-ka.

Fernán Mirás, Celeste Cid, Griselda Siciliani, Juan Minujín, Luis Machín, Verónica Llinás, Julieta Ortega, Violeta Urtizberea y Georgina Barbarossa, completan el elenco de este relato con buenas actuaciones que vieja sobre la idea, de que todo tiempo pasado fue mejor, pero que de alguna manera deben saldar cuentas pendientes en el presente.

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