Damasco: producción en retirada

Entre 2010 y 2014 la superficie disminuyó 36% en Mendoza. Variedades desactualizadas y bajos precios amenazan los cultivos.

Damasco: producción en retirada

Vejez en sus plantas, menos hectáreas y un desplome evidente en la producción están erosionando la vida comercial del damasco en Mendoza.
Su realidad es traducida por el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) en números: "El registro del censo frutícola del año 1992 daba 3.205 hectáreas, resultando desde entonces a la actualidad, una disminución de casi el 50% en toda la provincia".

El volumen esperado para la temporada 2014, según el último pronóstico de cosecha frutícola del IDR ya anunciaba 20.536 toneladas totales, lo que corresponde a una cosecha menor, que la pronosticada para la temporada 2012 de 26.323 toneladas.

Según Alfredo Baroni, coordinador técnico del IDR, el damasco es un cultivo secundario en la mayoría de las propiedades productoras. En muchas se presenta, como es el caso del membrillo en trincheras, cercos, consociado y plantas aisladas.

“Los rendimientos ciertamente han disminuido mucho, un rendimiento ideal es de 30 mil kilos por hectárea, en tanto hoy los montes en la provincia poseen sólo 10 mil kilos en promedio por esa unidad de tierra”, agregó Baroni.

Desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) aseguraron que en los últimos años, por problema de precios y costos, el cultivo no ha sido atractivo para inversionistas.

Afirman que las variedades están desactualizadas y los frutos son pequeños, lo que posibilita que posean poca conservación frigorífica. También la maduración concentrada son algunos de los factores que determinan en general dificultades de comercialización.

La paradoja que presenta el damasco es que en algunas temporadas la rentabilidad luce incluso más atractiva que la del durazno.

“No pesa tanto la disminución de la superficie implantada por la escasa rentabilidad, el problema es que en la provincia se apuesta por variedades que son viejas, que no son aptas para consumo en fresco y gran parte va destinado a la industria, donde sólo la pulpa es comercializada, lo que se traduce en precios deprimidos para el productor”, añadió Exequiel Redondo, de la cátedra de Fruticultura de la Facultad de Ciencias Agrarias.

Desde el punto de vista del especialista, en la última temporada un kilo de durazno para pulpa logró $ 1,30, en tanto el kilo de damasco para pulpa fue de $ 1,45.

Su coyuntura comercial dice también que el damasco posee tres destinos de consumo: en fresco, industria y desecado.

A pesar de ser Mendoza la principal productora de damasco del país, la oferta de este producto para consumo en fresco es escasa y para industria los precios pagados al productor son bajos, por lo cual se ha perdido paulatinamente interés en este producto.

Desde el IDR, delimitan y dicen que el damasco es una especie de floración temprana, razón por la cual es susceptible de ser dañada su producción por heladas tardías.

Como ventajas, al ser un cultivo de ciclo corto puede beneficiarse de los precios de primicia del mercado de las frutas para consumo en fresco, requiere menos cantidad de aplicaciones fitosanitarias que otros cultivos -desde floración a cosecha transcurren alrededor de 2 meses-, escapa a la incidencia del granizo y se cosecha en época de poca demanda de mano de obra.

Por tierras mendocinas
Una radiografía dada por el Censo Frutícola Provincial de 2010 demuestra que el damasco presentaba en aquellos años 1.957 hectáreas. Hoy la postal es diferente: para la última temporada, esto es la del 2014 fue de 1.246 hectáreas, un 36% menos.

Esta disminución se debe principalmente, a las plantaciones que se han abandonado y erradicado. También esta baja está influenciada por la edad productiva de los montes, las cuales se da entre 6 y 40 años.

El damasco está concentrado principalmente en dos regiones, la región Sur de Mendoza, que es la principal productora de damasco ya que contiene el 65,8% de la superficie, liderada por el departamento de San Rafael con el 77% de la superficie de la región, y en un segundo lugar de importancia se encuentra la región Este, con un 27,9% de la superficie, dentro de la cual los departamentos más importantes por orden decreciente son San Martín, Santa Rosa y Rivadavia.

Las variedades tilton y royal suman más del 60% de la superficie total implantada con damasco, esto es Royal en un 45% y Tilton con un 16%. Estas tienen como destino principal la elaboración de pulpas, jugos concentrados y en algunos casos el secado. Completan el panorama varietal 17 tipos, entre las cuales están bandera española, modesto, royal brillante y damasca.

En la actualidad, muy pocos productores locales se especializan en este cultivo. La mayoría de los que tienen damascos lo tienen como cultivo secundario o accesorio, y terminan destinando la mayor parte de la cosecha a lo que debería ser el destino residual de la producción anual: la elaboración de pulpa. El precio obtenido es muy bajo, y un eventual esquema de subsidios recurrentes no es sustentable para los productores ni para el gobierno.

Según el ingeniero agrónomo José Sánchez, quien se desempeña como consultor y productor en la temporada pasada de diciembre del 2014, las pulperas no recibieron grandes cantidades para procesar, lo que ocasionó que se volvieran selectivas y con precios deprimidos. Así se llegó a pagar $ 1,45 por kilo de pulpa, cuando en fresco el precio del kilo fue de $ 3 en planta y se pagó $ 2,50 para mermelada.

“Los precios en el caso de la industria variaron mucho la temporada pasada, pagaban hasta de acuerdo a la afinidad con el productor”, señaló Sánchez.

En su caso, de las 55 hectáreas que posee sólo unas 4 están destinadas para el damasco. “No son cuarteles son trincheras a modo de cortina, no es un cultivo principal para nosotros. No tiene buena rentabilidad. Con otros productores ni se los abona, tampoco se los poda porque como es un cultivo de floración temprana puede helarse. La poda es cara y hoy en la estructura de costos destinar $ 3 mil sólo para esa labor cultural resulta oneroso”, reflexionó Sánchez.

Reconversión varietal
Para producir un cambio, según las voces consultadas, habría que dar un golpe de timón y mudar del actual modelo, con muy bajo nivel de inversión y tecnología y que sólo permite destinar a consumo en fresco el 30% de la producción, hacia un modelo de fruta fina como lo rotulan los expertos, que permitiría, con la aplicación de un paquete tecnológico adecuado, invertir los valores, produciendo el 70% de fruta apta para fresco.

Pero todo lleva una inversión. Según cálculos brindados por el ingeniero Redondo, tener un paño de tierra productiva para damasco implicaría cultivar una variedad de doble propósito, cada hectárea debería tener 500 plantas, lo cual en otras palabras implicaría una gran densidad de población para el cultivo, y lo más importante implicaría una inversión inicial de unos $ 30 mil por hectárea en forma directa y unos $ 10 mil más de costos indirectos.

“El problema es que los montes son muy viejos en la provincia y son utilizados como cortinas. La mayoría son plantas altas, que dificultan mucho su cosecha, siendo peligrosa inclusive; se sacude mucho a las plantas lo que ocasiona que gran parte se pierda en el suelo, se pudra y no sirva para ningún fin comercial ni de consumo directo”, apunta Redondo.

A nivel internacional el panorama varietal del damasco presenta gran actividad y es robusto, saliendo al mercado en forma frecuente en nuevas variedades más precoces, más productivas, de coloración más atractiva y mayor vida post cosecha.

Existen en el mundo nuevas variedades que podrían significar mejoras en la comercialización y producción.

El liderazgo en este caso lo poseen Italia, España y Francia.

Más aún, hace unos años desde el IDR introdujeron en la provincia dos variedades de damasco traídas desde Italia pero hasta ahora sus frutos no se han manifestado.

“Tenemos una serie de limitaciones de Senasa. Una de ellas, la principal, es que por restricciones sanitarias los plantines hay que mantenerlos en invernaderos por dos años; así, aún no producen y no sabemos qué respuestas tendrán al clima de Mendoza, porque lo que funciona en otros países a veces no es muy efectivo en la provincia”, señaló Alfredo Baroni.

Desde el INTA también están abocados a trabajar sobre la calidad del damasco. En la actualidad sus expertos están trabajando en porta injertos tanto en su comportamiento como en su compatibilidad. A su vez poseen un importante banco de germoplasma para establecer el comportamiento varietal del damasco.

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