Con más de 2 millones de seguidores en Instagram la brasileña Miquela Sousa, más conocida por las redes como Lil Miquela, es una de las influencers que pisa con fuerza en las redes sociales. Con sus seguidores ya ha compartido campanas hechas para Gucci o Prada, sus entrevistas a famosos en Coachella y sus últimos estrenos musicales en Spotify. Pero lo que pocos saben, aunque muchos sospechan, es que esta joven no es real.
Miquela tiene todos los ingredientes para el éxito en la red social que se especializa en la imagen. Nariz respingada, fleco moderno a mitad de frente, labios gruesos, cejas contundentes y pecas que le cubren los pómulos. Pero tanta exactitud en los estándares que hoy lideran respecto a la belleza son posibles porque esta “joven” pertenece a un grupo no conocido de personas ficticias: “los influencer o instagramers virtuales”.
Estos jóvenes que se mueven por las redes son, en realidad, Imágenes Generadas por Computadora (CGI, por sus siglas en inglés). Son creadas a partir de diferentes programas y softwares, con la idea de formarlos como personajes 3D muy parecidos a los que se ven en algunos de los videojuegos más avanzados. La única diferencia con los de estos juegos, es que los robots instagramers suelen tener una personalidad casi humana.
Diseñadores, programadores y expertos en áreas de comunicación y relevancia en población de masas buscaban crear este personaje que fuera una fuerte influencia en los usuarios. Por ello es que Lil Miquela está presente en todas las fiestas de relevancia, tiene fotos con sus amigos famosos, apoya el colectivo LGTB y actúa en soporte de Black Lives Matter. Una vez que gana suficiente fama se vuelve el canal perfecto para debatir y comunicar ideas, mostrar productos, representar marcas o promocionar lugares.
Su creador se llama Brud, un estudio transmedia que se define como “creador de historias a través de personajes digitales”. Fueron ellos quienes también dieron “vida” a Blawko y Bermuda, estrellas de las redes sociales. Aunque se presume que este loco fenómeno comenzó en 2016, cuando Miquela apareció por primera vez, un Doctor en Comunicación explica más a fondo este fenómeno que lleva a los usuarios a perseguir desesperadamente a influencer por las redes.
Explica Leonardo Murolo: “Era una teoría muy lineal, bastante conservadora pero que se fue sofisticando y comenzó a entender que no era que a las masas se les decía algo y hacían algo, sino que los ‘líderes de opinión’ eran con los que uno empatizaba, que quizás era algún conductor de televisión o a quien leíamos en los diarios. Un entramado de la comunicación de masas que luego se consolidó mucho con la cultura pop y las redes sociales. Lo que hoy llamamos influencers o influenciadores existieron desde que existen los medios y el show business”.
Incluso hay un debate ya en conversación, sobre que tan moral es crear un personaje ficticio para liderar grupo de opinión: “Hay todo un debate desde el estudio de las tecnologías que es pensar lo real y lo virtual. Lo virtual no es presencial pero es real, porque todo lo que tenga consecuencias reales también es real”.
“Aunque sabemos que los actores de Hollywood son reales, en las redes se consume de ellos su vida privada, sus consumos culturales, sus formas de ser ricos, bellos y cool. Cuando se crean personajes ficticios con las mismas características, como los influencers virtuales, en ese escenario daría igual si existen o no porque consumimos de ellos cierto glamour de sus prácticas. Están construidos a imagen y semejanza de los modelos publicitarios y de los actores o figuras de Hollywood. Si lo que se consume es esa dimensión de ellos, no importa en definitiva la existencia presencial que a final de cuenta es lejana, porque nunca vamos a acceder a los famosos”, explicó finalmente sobre el famoso fenómeno de los influencers que invaden cada cuenta de Instagram, Facebook y Twitter.