Guillermo Andino y Soledad Fandiño conducen todos los días el ciclo “Es por ahí” y este jueves recibieron la visita de Leonardo Tusam, el mentalista que decidió hacer una muestra de su talento en vivo y con uno de los hombres más famosos de la Argentina.
El heredero de José “Tu Sam” del Pozo invitó a Andino a someterse a sus poderes mentales y él aceptó. Se dejó llevar por las palabras del profesional quien a cada rato soltaba “duro, duro” y luego soltó: “La fuerza sale de tu mente y va a todo tu cuerpo. Confía en mí, vas a poder. Todos tenemos más fuerza de lo que creemos”.
De este modo, el conductor fue hipnotizado frente a cámara y quedó tieso, recostado sobre dos caballetes. “¡Más duro ese cuerpo! ¡Vas a poder!”, gritó antes de comprobar su prueba parándose arriba del pecho de Guillermo y con todos los presentes en el estudio sorprendidísimos.
El mediático de ojos azules continuó en trance tras la prueba hasta que el mentalista lo despertó frente a una cámara, ya de pie. Ya con total conciencia, Guillermo se vio desorientado y comentó: “Estoy como retomando la respiración. ¿Cuánto duró lo mío? ¿Es lunes hoy? Me perdí en el tiempo, por eso estoy recuperando la respiración. No escuchaba nada, ni las órdenes de Leonardo Tusam”.
El trágico final de Tusam, el hombre que podía dominar su cuerpo como nadie
Se llamaba Juan José del Pozo, pero todo el país lo conoció como Tu Sam, un acrónimo de “técnica”, “unción”, “sabiduría”, “amor” y “mística”; él tenía un talento único para dominar su cuerpo que descubrió de chico y por el cual, su padre lo llevó al médico.
Le decían que hacía “cosas raras” con el cuerpo y así era porque descubrieron que podía manejar varios órganos a su antojo. Estudió hipnotismo y así forjó el personaje que triunfó en los medios, donde popularizó frases como “duro, duro”, “tu puedes”, “no hay dolor” y “puede fallar”.
Fue padre de Leonardo junto a su mujer María del Carmen Calandra y cuando el niño tenía 9 años lo sumó a sus shows. Pero en 1990, en “Finalísima”, el ciclo de Leonardo Simons, protagonizó una prueba en la que casi pierde la vida, en un tanque hermético lleno de agua, equipado con un martillo para pedir ayuda.
Juan José del Pozo sufrió un ataque cardíaco en abril de 1999 y días más tarde murió en la Clínica Olivos, porque más allá del dominio que tuvo sobre su cuerpo desde temprana edad, no pudo cambiar el rumbo de su destino.