No es novedad que todo lo que hace o deja de hacer Pampita genera revuelo, tanto en los medios de comunicación, como en el público. Y aunque en la última semana la jurado de ShowMatch: La academia se encargó de aclarar que no pretende ser un modelo a seguir ni mucho menos, al ser una figura pública sus acciones repercuten en el resto de la gente.
No es mi objetivo sembrar cizaña ni lapidar a la modelo, que es una de las máximas figuras de nuestra farándula, pero logré simplificar a tres simples razones los motivos por los que la Carolina Ardohain se ganó el odio del público femenino.
La exposición de su beba
Cuando anunció que esperaba su primera hija con Roberto García Moritán, la noticia enterneció a sus seguidores, no solo porque hace tiempo que deseaba volver a su mamá, sino porque volvería a tener una nena tras la muerte de su hija Blanquita, quien falleció en 2012 a raíz de una infección bacteriana.
Pero la temprana exposición de Ana, nacida el pasado 22 de julio, causó controversias. En principio porque el embarazo y el parto quedó registrado en el reality show Siendo Pampita, que estará disponible en la plataforma Paramount+ en los próximos meses.
Para llevar adelante las grabaciones, la nena estuvo expuesta a un montón de personas, algo que no se recomienda con un bebé recién nacido y menos en plena pandemia. Y como si eso fuera poco, una vez terminado el rodaje, Pampita retomó su trabajo en televisión y decidió llevarla con ella a todos lados.
Una maternidad irreal
A once días de haber dado a luz a la chiquita, la modelo volvió a conducir Pampita Online, su ciclo en Net TV y también regresó al jurado de ShowMatch: La academia. Está claro que a esta altura de la vida cada mujer elige la forma en la que quiere ejercer su maternidad. Mientras Pampita mostraba su precoz regreso en el país miles de madres pelean por la ampliación de derechos, para que las licencias sean más largas y les permitan estar con sus bebés recién nacidos. ¿Es necesario tanto apuro?
Como si eso fuera poco días más tarde se animó a cerrar la ronda del “baile de caño” en el certamen que conduce Marcelo Tinelli, donde desplegó su sensualidad y demostró que está espléndida. Nadie duda de que se sienta bien y que tenga una capacidad asombrosa de recuperación, a tal punto de llevar a cabo una disciplina que requiere de mucha fuerza abdominal cuando su cuerpo se está acomodando tras el nacimiento de su hija, pero esa imagen en un programa tan popular del prime time televisivo, sumado a todo lo que pasó los días previos alimenta a las presiones que reciben constantemente las mujeres.
Lo perfecto no va más
Más allá de la forma en la que Pampita encara su maternidad, hace tiempo que la modelo hace hasta la imposible para demostrar que tiene “una vida perfecta”. Una pareja que la ama, que le propuso matrimonio de la manera más romántica en una playa paradisíaca, una familia ensamblada soñada, un embarazo que le permitió trabajar hasta el último día y recomponerse con una asombrosa rapidez... todos los ingredientes necesarios para ser alabada -y también envidiada- por el resto de los mortales.
Pero los tiempos van cambiando y esa imagen que Pampita y tantos otros famosos se ocuparon de alimentar dejó de ser creíble. Causan mucha más empatía con el público las famosas que muestran que tienen una vida parecida al resto de los mortales, que celebran sus logros, pero también se animan a mostrar sus falencias; que aman a sus parejas, pero a veces los padecen; que disfrutan de ser madres, pero por momentos enloquecen. En pocas palabras: lo perfecto no va más y el cuento de Pampita perdió credibilidad.