Como todo en la vida de la Reina Isabel II, esta Navidad estará signada por protocolos y tradiciones que respetan tal cual desde hace años y años atrás. Pasará los días festivos en la residencia real Sandringham, ubicada en el campo de Norfolk, y allí recibirá a toda su familia.
Será una Nochebuena que sí tendrá algo distinto a las anteriores, un condimento especial que la hará un tanto sentimental. Y es que será la primera sin Felipe de Edimburgo, el esposo de la monarca británica quien falleció el 9 de abril.
El duque tenía 99 años y fiel a su personalidad, era quien se encargaba de organizar el intercambio de regalos baratos, graciosos y atrevidos.
Con tristeza y un menú planificado de antemano, Isabel II estará acompañada de su entorno más íntimo menos su hija Ana que está aislada porque su marido Sir Timothy Lawrence dio positivo de Covid-19.
Cómo es el menú de Navidad que cenará la Reina Isabel II
Un clásico de las mesas navideñas es el pavo y la Reina Isabel II pidió cocinar tres para esta noche especial. Estarán rellenos de castañas, salvia y cebolla, además de estar bañados en salsa de pan y arándanos. Para acompañar esta carne, la tradición sugiere puré de papa, queso gourmet y panceta pero la duda está en si se optará por verduras variadas como repollitos de bruselas o zanahorias.
El ex chef real Darren McGrady comentó que “es la misma comida todos los años”. El hombre le cocinó a la familia real británica por 15 años y reveló públicamente que la mujer que lleva la corona de Inglaterra ama el chocolate. “Le encanta, es su favorito y tiene que ser amargo. Cuanto más oscuro sea el chocolate, mejor”.
Y por ese motivo es que el postre de la cena de Navidad es el Christmas pudding, es decir, un budín que se prepara con pasas, grosellas, sultanas, cáscaras de frutas, especias mixtas, azúcar morena, cerveza, ron oscuro y una salsa de brandy.
Una tradición navideña que la Reina Isabel II sigue a rajatabla
Entre las tantas consignas que debe cumplir la monarca, hay una que le gusta mucho y que la realiza desde hace tiempo. Y es que los invitados tienen que sacarse los zapatos y pararse arriba de una balanza antigua.
Si si, leyeron bien. Los asistentes a la comida son pesados antes de la cena familiar navideña y también después del banquete para así garantizar que todos hayan sido bien alimentados.
Se trata de una tradición que se remonta a principios del siglo XX cuando el rey Eduardo VII estaba en el trono.